Reconocer que tenemos que hacer un cambio en nuestro estilo de vida, ya sea por salud o estética, es una de las declaraciones más comunes que podemos encontrar. No obstante, en la toma de decisión de iniciar un programa o plan de acción es cuando se pone a prueba cuán dispuesto y consciente estás del sacrificio que implica.
En algunos casos, tener voluntad es suficiente para reorganizar tu vida, levantarte de madrugada, dejar de comer los alimentos que te gustan y asistir a un entrenamiento que probablemente no te agrade tanto, pero es el que se adapta a tu horario.
Sin embargo, este ejemplo representa menos del 10 % de la población actualmente inactiva. Existe un factor que es crucial para la mayoría cuando hablamos de ejercicios y dieta: ¡La motivación!
Este factor es el impulso necesario para hacer o dejar de hacer algo y puede venir de uno mismo, de quienes te rodean o de tu entrenador. En algunos casos puede surgir como resultado de alguna limitante física o para demostrarle a alguien que sí puedes.
Aunque parezca común y sencillo, estar motivado es uno de los factores que te impulsan a seguir y a ser mejor cada día. Lo ideal es que esta venga de ti y que no dependa de nada, ni de nadie.
Si estás entre el 90 % de la población que carece de motivación para iniciar un plan de mejora de salud y bienestar general, he aquí algunas recomendaciones que pueden ayudarte:
1. Empieza por la razón
Tener conciencia de los motivos por los cuales estás considerando perder peso y hacer ejercicios es importante, pues en los días que te sientas desanimada podrás volver a la lista y reafirmar las razones por las que estás haciendo el sacrificio.
Esta lista debe ser precisa y detallada. Recuerda incluir tanto lo físico como lo personal.
2. Identifica tus obstáculos
Debes reconocer tus temores y aquello que te impide lograr tus objetivos. Si eres una persona que nunca ha hecho ejercicio antes, es normal que te sientas aterrado de pisar un centro ‘fitness’. Por eso, trata de combinar tu rutina con un amigo que esté familiarizado con el lugar.
Si el problema es el tiempo, existen aplicaciones para dispositivos electrónicos con programas de entrenamiento desde cinco minutos al día.
Una vez tengas las razones de desmotivación o aquellos obstáculos, podrás discutirlo con un coach de salud o un entrenador y de seguro encontrarán soluciones.
3. El plan de dieta
Si el propósito de entrenar es perder peso, procura tener un plan de dieta. No basta con hacer ejercicios cardiovasculares, se necesita de una alimentación balanceada que, por supuesto, conlleva de mucho sacrificio en un principio.
Busca un nutricionista que se adapte a tu estilo de vida. La dieta es importantísima para el logro de los objetivos y debe ser lo suficientemente flexible para que puedas llevarla a tu trabajo y a tus vacaciones.
Empieza con cambios pequeños sostenibles y ve incrementándolos poco a poco.
4. Traza metas que no estén relacionadas a tu peso
Cuando enfocas tu plan en la pérdida de peso, estás corriendo el riesgo de que el mismo se sabotee. Tan pronto te subas en esa balanza y no veas cambios en el peso, la motivación se irá al piso y echarás a un lado tus esfuerzos.
Piensa en un cambio pequeño a la vez: tomar más agua, dejar de comer comida chatarra durante la semana, caminar 30 minutos al día, optar por subir las escaleras en lugar del ascensor, entre otros.
5. Facilítate el logro de tus metas
Si entre tus metas estaba merendar una fruta en el trabajo, debes comprarla a tiempo para que esté disponible a la hora de la merienda. Recuerda que el empeño debe venir de ti.
Organiza la semana de modo que te sea fácil y cómodo lograr tus metas.
6. Mantén un récord de tus logros
No importa lo insignificante que sean, debes registrar tus cambios y avances. Cada semana que pase has un recuento de los logros que obtuviste. Reconocer estos resultados harán que te motives a ir por más.
7. No te desanimes por los contratiempos
Muchos de los cambios que estás haciendo o que harás forman parte de un comportamiento o estilo de vida que has tenido por años. Cambiarlos, alterarlos o dejarlos de hacer, no es nada fácil. Requerirá de mucho sacrificio, empeño y dedicación por tu parte.
Haz una lista de aquellas cosas que no estás dispuesto a dejar en una primera etapa y diseña un plan de ataque. Digamos que, si te gusta tomar bebidas gaseosas en el cine, sacrifícala en la merienda. Otro ejemplo puede ser que, si tienes hoy una cena, procura balancear el desarreglo con una gran ingesta de vegetales durante el día.
8. Realiza ajustes durante el proceso
El hecho de que tengas una lista de metas no significa que no puedas cambiarlas, modificarlas o ajustarlas en el camino. Si los programas de ejercicios que elegiste son muy fuertes, baja la intensidad y ve incrementándola poco a poco. Ten en cuenta que los objetivos a corto plazo son más efectivos. (( RUTINAS (( EJERCICIOS (( SALUD ((En la toma de decisión para iniciar un programa es cuando se pone a prueba cuán dispuesto y consciente estás del sacrificio que implica.
Fuente: Listín Diario