Con más de ocho siglos de historia, las bodegas subterráneas son una parte fundamental en la vida de Aranda de Duero (Burgos)
Con más de ocho siglos de historia, las bodegas subterráneas son una parte fundamental en la vida de los arandinos. La red de siete kilómetros de galerías que recorren el casco histórico de Aranda de Duero, han sido durante cientos de años tanto un espacio clave para la elaboración del vino como un lugar donde relacionarse. Una experiencia única y diferente para los viajeros, en la que pueden adentrarse en los secretos de la producción de vino a lo largo del tiempo.
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Aranda de Duero, capital de la Ribera del Duero, un lugar donde el vino siempre ha sido un excelente compañero de viaje. El subsuelo de la villa de Aranda refleja el legado de la arraigada cultura vinícola que la historia ha impregnado en la localidad. Siete kilómetros de bodegas creadas durante los siglos XII y XIII, que conforman una auténtica ciudad subterránea donde la elaboración y crianza del vino se descubre en cada uno de sus rincones.
Las bodegas subterráneas son desde la Edad Media una parte vital de la vida social de Aranda de Duero, concepto que sigue vivo en el día a día de sus habitantes. Nada más bajar al entramado de pasadizos históricos, el visitante puede sentir rápidamente el cambio de temperatura y la ausencia de luz que da paso a la tranquilidad, características ambientales fundamentales de las que goza la zona para llevar a cabo la producción del vino.
Durante todo el año las bodegas mantienen una temperatura de entre 11 y 13 grados con un nivel de humedad constante que permite una ventilación exterior a una profundidad que oscila entre nueve y doce metros. Una ingeniosa obra de ingeniería desarrollada por los bodegueros de antaño debido a exigencia de los pagos de viña que motivó a la creación de estos almacenes donde acoger y potenciar la producción.
Un atractivo turístico muy especial que no deja indiferente a nadie. Un recorrido en el espacio y en el tiempo a través de sus arcos fajones, pozos de desagüe, fresqueras, depósitos, pasillos y paredes de piedra para desgranar cualquiera de los 365 días del año. El espacio museístico de la Bodega Las Ánimas es un claro ejemplo de los ocho siglos de legado histórico. El camino continúa paseando por las acogedoras calles arandinas y capturando espectaculares monumentos como la Iglesia de Santa María o San Juan, además de museos como la Casa de las Bolas o el Museo del Ferrocarril.
La popularidad de las bodegas subterráneas de Aranda de Duero se convierte este mes de junio en uno de los puntos clave para descubrir dentro de la decimoctava edición de las Jornadas del Lechazo Asado. Un mes en el que la fusión entre historia, gastronomía y vino se hace palpable para el visitante, creando una fiesta gastronómica en la que un total de nueve asadores ofrecen menús muy especiales (con un precio cerrado de 38 euros en el que está incluido el vino D.O. Ribera del Duero) y encienden sus hornos de leña con un objetivo común: convertir Aranda de Duero en la Capital del Lechazo Asado.