Para los ganadores, y también para los perdedores, las elecciones de las nuevas autoridades de la UASD para el período 2018-2022 concluyeron satisfactoriamente. Fue un proceso limpio y sano que representó un crecimiento para toda la institución. Ahora, el asunto es asumir los retos pendientes por años en nuestra universidad.
En la Facultad de Humanidades, particularmente, el reto fundamental es el de fortalecer las humanidades para así propiciar el ansiado apogeo de la cultura humanística en la UASD y en la sociedad dominicana.
Sin dudas, hay que formar profesionales bien preparados en los niveles de grado y de postgrado, en las diversas áreas del conocimiento de las humanidades. Pero, sin limitar las enseñanzas de las humanidades al solo fundamento de la vegetativa mira profesional.
Basta ya de carreras y cursos vacíos de ideales. Es preciso insuflar a los contenidos impartidos y a las competencias adquiridas, un vuelo del espíritu y la imaginación que, más allá de excelentes profesionales, haga de los egresados personas comprometidas con los mejores valores del ser humano y con las necesarias transformaciones que nuestra sociedad pide a gritos.
Las preguntas que todos nos hacemos es cómo lograr eso desde la academia a través de las humanidades. Aquí no hay receta, pero todo pasa, sin dudas, por el manejo de premisas orientadoras que deben estar presentes en nuestra vida personal y en nuestras actividades académicas.
Son premisas que podrían formularse en tres hipótesis que aquí dejamos para el inicio de una reflexión que ha de conducirnos a los cambios deseados en nuestro quehacer académico.
- Estoy consciente de que mi misión no es sólo dar clase sino, sobre todo, orientar y guiar a quienes están bajo mi cuidado y formación con mi propio ejemplo para que sean buenas personas y buenos profesionales.
- Ante el desafío que se impone a mi misión en la sociedad actual, tengo o procuro tener la responsabilidad de reconocer mis limitaciones y de superarlas, sin buscar en otro la propia responsabilidad.
- Veo en el entorno que me rodea, en los recursos existentes y en los comportamientos de los demás, señales positivas que debo aprovechar para mi crecimiento y para transmitir mensajes de crecimiento en los demás.
La orientación aquí planteada está inspirada en el concepto de pedagogía emocional de Max Henríquez Ureña, el cual implica no sólo enseñar conocimientos sino cultivar la emoción y hacer de los alumnos personas de ideales:
“A través de las clases de lenguaje debe desarrollarse, más que a través de ninguna otra disciplina humana, el fin ético y estético de la enseñanza, verdadera base de toda educación. Bien está la instrucción: necesitamos transmitir conocimientos; pero necesitamos también transmitir ideales.”
Esos son los retos que ha de asumir la Facultad de Humanidades de la UASD en el momento actual.