Una pequeña ave de una especie endémica de la región del Caribe, puede contribuir a mitigar los efectos del cambio climático, al jugar un papel fundamental en la regulación de los ecosistemas.
A la mayoría de los lectores les sorprenderá que use el nombre Quetzal para referirme a un ave de nuestra isla. Pues resulta que Priotelus roseigaster, conocido en la literatura científica como Trogon de la Hispaniola, pertenece a la misma familia (Trogonidae) de los legendarios quetzales que habitan desde el sur de México hasta Costa Rica. Dos hechos tal vez han contribuido a mantener casi clandestina a esta ave singular: que vive en zonas restringidas, en bosques bien conservados en o cercanos a áreas protegidas y no soporta los ambientes degradados, por una parte; y el nombre común distorsionante (yo me niego a usarlo) que más que describirla, la enmascara: «Papagallo»; término que evoca a la familia de las cotorras y los pericos, aves que no tienen ningún parentesco con nuestro Trógon. Priotelus roseigaster es un ave endémica de la Hispaniola y el género Priotelus es endémico de las Antillas, con sólo dos representantes: el Trogon (Tocororo) de Cuba (Priotelus temnurus) y el Trogon de la Hispaniola. Son los únicos representantes de la familia Trogonidae en las Antillas. En República Dominicana esta especie se encuentra en la Cordillera Central, en la Sierra de Neiba, Sierra de Baoruco, en Ébano Verde y en la Cordillera Septentrional. Aunque la población global no ha sido cuantificada y se describe como común en algunas zonas, quienes han visitado su área de distribución por décadas reportan una reducción progresiva en sus poblaciones, debido a la deforestación y a la fragmentación de los hábitats. Esto ha conducido a que la especie haya sido colocada en una categoría de amenaza en la lista de UICN y en la de Birdlife International.
Como escasean las cavidades para anidar, ya que usan huecos en árboles viejos en bosques maduros o en nidos abandonados de carpintero, pues son usuarios secundarios de cavidades (las usan pero no saben construirlas), y debido a tormentas inusuales atribuibles al cambio climático muchos de esos árboles han desaparecido, su situación es cada vez más difícil, pues aumenta la competencia con otros usuarios de cavidades (carpinteros, cotorras, pericos) y las precarias cavidades disponibles los hacen más vulnerables a los depredadores (Rata, Cuervo, Pájaro Bobo). Por eso en algunos países se ha recurrido a la estrategia de instalar nidos artificiales, construir cavidades en árboles naturales y mejorar los nidos naturales existentes, a fin de aumentar el éxito reproductivo de las poblaciones.
En el VII Congreso Internacional de Investigación Científica del Ministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología (MESCYT), presenté un trabajo a nombre de la Universidad Iberoamericana (UNIBE) con el título.: «El trogon de la Hispaniola: Un Ave que padece y mitiga los efectos del cambio climático». Al final destacaba que esta especie cumple un papel fundamental como regulador de los ecosistemas, pues es un ave frugívora que dispersa una gran cantidad de semillas, mayormente de plantas silvestres de los bosques montañosos. Muchas de esas especies de plantas probablemente desaparecerían o sus poblaciones podrían reducirse drásticamente si se extinguiera el Trogon, lo que desataría un desequilibrio en todo el ecosistema. El mantenimiento de ecosistemas naturales sanos (para lo cual especies como el Trogon son imprescindibles) es la vía más efectiva para mitigar los efectos del cambio climático.
Fuente: Diario Libre.