Maria Grazia Chiuri acababa de presentar su primer desfile para la casa y todos los amigos de su larga etapa anterior en Valentino estaban allí para apoyarla.
Entre ellos, sentados en el front row como los Tres Mosqueteros, Alber Elbaz, Giambattista Valli y Pierpaolo Piccioli, el que fuera su socio en la moda durante tanto tiempo y que sí se quedó en Valentino. También, entre muchos otros invitados, estaba Pierre Cardin, a sus 94 años, el primer diseñador adjunto que contrató el propio Christian Dior en 1946, hace ya 60 años.
Luego estaba Kate Moss con sus look en denim arrugado y botas de tacón de aguja, en representación de esos años de John Galliano, con su elevado glamour y su final abrupto.
Lo primero que Maria Grazia decidió hacer con su show -preparado en tan sólo cinco semanas- es que fuera universal en lugar de controvertido. Esto se tradujo en una fase inicial inspirada en la esgrima, para después introducir constantemente a lo largo del desfile la puja entre lo masculino y lo femenino. Así hubo chaquetas acolchadas masculinas con pantalones ajustados y pesqueros; en contraste, otra chaqueta de líneas firmes combinada con una esponjosa falda de tul.
El episodio de la esgrima terminó con una afirmación contundente, sobre todo venida de la primera mujer que asume el papel de directora creativa en Dior: «Todos debemos ser feministas» decían las letras estampadas en la camiseta, conjuntada con una falda azul marino de tul con cartas de tarot bordadas -al parecer una obsesión de Christian Dior-.
La nueva diseñadora declaró que quería hilar la larga historia de Dior, sus diferentes creativos y trabajos, con su propia estética.
«Pienso en todos los diseñadores que han trabajado en la casa Dior, debido a que el propio Christian sólo estuvo 10 años«, dijo en referencia a la inesperada muerte del diseñador en 1957 con tan sólo 52 años.
La letanía de seguidores incluyó a Yves Saint Laurent, Marc Bohan, Gianfranco Ferré, John Galliano y Raf Simons.
«Ahora yo también voy a crear la marca Dior, así que decidí partir de todos los elementos que estos diseñadores increíbles hicieron en Dior y usarlos de una manera muy libre», explicó Maria Grazia.
«Por otro lado, me gustaría dirigir esta marca con mi propia visión«.
Este comentario matizaba el mood board de la colección, donde aparecían diseños de tiempos pasados, incluidos algunos del señor Dior.
Entonces, ¿de qué trataba la colección exactamente? Me preguntaba mientras veía esas prendas deportivas de esgrima en tejidos transparentes u opacos, algún que otro símbolo de Dior como los estampados de abeja y finalmente sastrería.
Allí estaba la famosa chaqueta Bar, un reto para la mayoría de los diseñadores ya que ninguna mujer de hoy quiere que sus caderas parezcan más anchas. Maria Grazia resolvió el problema reformando el corte de la chaqueta para que lucieramás joven y de silueta más afilada. Es difícil sacarle partido a la ropa de oficina, pero ella supo combinarla con faldas de tul transparente, si bien en la vida real lo normal es ponerse falda o pantalón de sastre.
Hasta que veamos cómo maneja Maria Grazia la Alta Costura de Dior, si seguirá o no con el alto romanticismo y la densa decoración que acostumbraba en Valentino, es difícil juzgar su prêt-à-porter. Alrededor de unos 40 de los 64 outfits eran trajes de noche y bastante vistos, excepto por esos tirantes del sujetador que se dejaban ver y en los que iba impreso «Christian Dior».
Una vez que los nuevos diseños se pongan en manos de los artesanos del atelier, que ella alabó repetidamente, la colección exhibirá seguro más adornos que la luna y las estrellas aplicadas sobre un jersey.
Pero felicitaciones a Maria Grazia -y a esos sombreros encantadores, obra del sombrero incondicional de Dior, Stephen Jones- por comprometerse con su papel en Dior ybuscar un inicio fresco como primera mujer diseñadora en la marca.
«Creo que mi punto de vista es completamente diferente», dijo. «En el deporte no se hacen distinciones de género, porque es la misma ropa para hombres y para mujeres. Quería reproducir este elemento en la moda».
Fuente: Vogue.