A pies, en motocicletas, automóviles o hasta en sus propias casas y negocios, los residentes del sector Marañón II, en Villa Mella, son el blanco de una creciente ola de delincuencia que sin horarios les asecha y despoja de sus pertenencias físicas, pero también de su tranquilidad.
“Ayer le quitaron un motor al de ahí”, “hace como tres días agarraron a un delivery”, “habla con el del colmadito que en estos días se metieron ahí”, son algunas de las frases de los comunitarios que reflejan la inseguridad que ronda sus calles.
“No, por aquí ni se puede caminar”, manifestó Víctor Sánchez, quien tiene 10 años en la zona y en más de una ocasión ha sido víctima de asaltos.
Según Sánchez, hace dos meces unos desaprensivos le interceptaron y lo agarraron por la nuca cuando se desplazaba en su motocicleta, el cual pudo conservar porque, según dijo, un carro “le frenó en los pies” y espantó a los asaltantes.
Vecinos en zozobra
Asimismo, el residente explicó que hace unos días otros dos presuntos delincuentes le arrebataron una motocicleta a un joven, pero se cayeron en la avenida Jacobo Majluta debido a la velocidad en la que se desplazaban tras el atraco.
Robos en apartamentos
Durante un recorrido realizado por un equipo de Listín Diario, varios comunitarios testificaron que en el Marañón II también se ha instaurado una especie de banda que penetra en los residenciales para sustraer partes de los vehículos.
“Ellos andan como en tres carros haciendo eso”, expresó César Medina, quien definió la situación que viven como “un desastre”.
Detalló que los delincuentes llegan en grupos, uno se queda en el automóvil y los demás saltan los portones para sustraer las piezas.
Sugeiris Santos explicó que los desaprensivos mueven y cubren las cámaras de seguridad para evitar ser identificados.
Dijo, además, que los saltantes utilizan los terrenos baldíos como escondites.
Sepa más
Terror.
Sugeiris Santos precisó que en varias ocasiones los vecinos de Marañón II han tenido que limpiar por cuenta propias terrenos que ellos usan como escondites.
“La única seguridad de uno es estar trancados en la casa. Aquí vivimos nerviosos”, destacó Santos.