El diario informaba al día siguiente del lanzamiento de las bombas atómicas que «se abría una nueva etapa en la ciencia de la destrucción»
Se cumplen 72 años del lanzamiento de la bomba sobre Hiroshima y se siguen publicando nuevas noticias al respecto. La última fue hace un años, cuando informábamos de la identificación por parte de un experto forense japonés, más de siete décadas después de la explosión más devastadora de la historia de la humanidad, del protagonista de «Cuerpo carbonizado de un niño cerca de la zona cero», una de las fotografías más icónicas del bombardeo atómico que también redujo a escombros la ciudad de Nagasaki. Su nombre, Shoji Tanisaki; su edad, 13 años.
En este aniversario, sin embargo, queremos contarle cómo informó ABC del lanzamiento de aquellas dos bombas nucleares, por orden del presidente Harry Truman, que pusieron fin, en agosto de 1945, a la Segunda Guerra Mundial. Cómo reflejó las cifras de víctimas (140.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki) y las dramáticas consecuencias posteriores.
«La bomba atómica es una realidad. El presidente Truman ha anunciado, por mediación de la Casa Blanca, que ha sido utilizada por primera vez contra el Japón, con una potencia igual a 20.000 toneladas de trinitrotolueno. Su poder explosivo es superior en 2.000 veces al de la bomba británica ‘revienta manzanas’, de 10.000 kilogramos, que era hasta ahora la de mayor potencia», recogía ABC, en su edición del 7 de agosto de 1945.
Esta bomba nuclear, bautizada como «Little Boy» (pequeño chico), fue lanzada después de seis meses de intensos bombardeos a otras 67 ciudades niponas, desde el bombardero B-29 llamado Enola Gay. Estaba pilotado por el teniente coronel Paul Tibbets, que lanzaba el artefacto desde 9.450 metros de altura a las 8:15 horas. Explotó antes de tocar tierra, concretamente cuando se encontraba a 600 metros de altitud. El 20% de las víctimas murieron por lesiones o enfermedades atribuidas a los efectos de la radiación, a los que habría que sumar después otros 231 casos de muerte por leucemia y 334 más por otros tipos de cánceres.
«El poder básico del universo»
Tras la declaración presidencial que se hizo el 9 de agosto de 1945, al día siguiente de lanzarse la bomba sobre Nagasaki, ABC aseguraba que una nueva bomba estaba en producción y que se estaban preparando «proyectiles todavía más potentes»: «La bomba atómica es la utilización del poder básico del universo», afirmaba el comunicado, que añadía que con «Little boy» se abría «una nueva etapa revolucionaria en la ciencia de la destrucción».
Los Estados Unidos entendían que su utilización era una victoria sobre los alemanes en la carrera emprendida por los científicos para encontrar la fórmula de dominar la energía atómica. Sus efectos así lo confirmaban: «Seis kilómetros cuadrados y medio, o sea, el 60% de la extensión de Hiroshima, ha quedado reducido a la nada, como consecuencia de la bomba atómica. La nube de humo que se elevó sobre el objetivo después de la explosión tenía la forma de una seta y alcanzó hasta vez y media la altura del monte Everest, extendiéndose por completo durante más de doce horas sobre una vasta región», contaba ABC también el 9 de agosto.
En aquella orgullosa declaración, Truman hablaba de dos grandes fábricas y muchos talleres secundarios dedicados a la producción de la energía atómica, con «125.000 obreros empleados durante el momento álgido de la construcción y 65.000 poco después». Y añadía, sin embargo, que «sólo unas cuantas personas sabían lo que fabricaban», pues los trabajadores no veían más que grandes cantidades de material que entraba, sin que apenas saliera nada.
Habían sido invertidos 2.600 millones de dólares en «la mayor empresa científica de la historia», según la calificaba el presidente Truman. Tres días después de lanzar a «Little Boy», estaba a punto de arrojar la segunda bomba más devastadora de la historia sobre Nagasaki: «Fat Man» (Hombre Gordo).
La Radio de Tokio, captada en Nueva York, vaticinaba el desastre. «Toda señal de vida ha quedado extinguida en Hiroshima. Hombres y animales, plantas e insectos han perecido abrasados por el fuego o por efecto de horrísonas ondas de aire incendiado. Resulta imposible hacer el recuento de víctimas, ya que los restos no pueden ser identificados. La ciudad ha dejado de existir», concluía este diario.