Una persona sin nombre, para la mentalidad antigua, era maldita o pecadora.

Si alguno está libre de pecado, que… Si no hay demanda no hay oferta. Más culpables los ancianos que la mujer… Los hombres con los que ella pecó.

¡Es muy fácil echar a otros la culpa, criticarles y querer establecer para beneficio propio un imperio de influencias en lo comercial, en lo religioso y en lo social que exonera aquí en la tierra de toda culpabilidad a las acciones pecaminosas de las que se participan para obtener placeres, dominio y reconocimientos sin ninguna impunidad por lo mal hecho.

El fin nunca justifica los medios.

Con el Diablo no se dialoga ni se hacen tratos o acuerdos, dice el Papa Francisco.

¡Quién baila con la corrupción y la injusticia tarde o temprano será víctima de sus dardos envenenados y de sus garras asesinas!

Dios lo ve y lo sabe todo. A Él no le podemos engañar, aunque nos engañemos a nosotros mismos con respecto a nuestras acciones inmorales.

Los mandamientos no cambian, aunque en la actualidad se predique tan poco de ellos.

El infierno es una realidad eterna para quienes no se arrepienten, no hacen penitencia por sus culpas y no abandonan las prácticas pecaminosas.

Cristo, Maestro permanece en silencio. Pocas y precisas son sus Palabras Sacramentales . Perdona los pecados de la mujer, la Iglesia que gime por integrarse como Comunidad Pascual que celebra la Eucaristía.

En este tiempo de preparación a la Semana Santa tenemos la oportunidad de arrepentirnos y abandonar las prácticas pecaminosas para ser, no solo personas de buena voluntad, sino mejores personas.