La Iglesia, Esposa de Cristo, mientras camina por este mundo, es por naturaleza la viuda que ofrenda las dos monedas que tiene para vivir.
Ha dicho el Señor: cuidense de los maestros de largo ropaje que ocupan los primeros puestos.
Se nos llama a abandonar los primeros lugares, los banquetes lujosos, los reconocimientos y alabanzas de honor.
Miremos a la Cruz de Cristo para poder comulgar.
Acudamos en auxilio de los desamparados, en especial los ancianos. Aquí radica la sabiduría, el poder y la gloria… Amar con obras.