Macri anuncia que ha hablado con Christine Lagarde para alcanzar un acuerdo que permita obtener apoyo financiero
Argentina no puede doblegar al dólar y volverá a pedir asistencia al Fondo Monetario Internacional (FMI) después de 15 años. En un mensaje grabado, el presidente Mauricio Macri ha anunciado este martes que había hablado con la presidenta el FMI, Christine Lagarde, para pedirle su respaldo. Macri dijo que su país necesita el dinero, aunque no ha dicho cuánto pedirá, para superar un contexto internacional «que es cada día más complejo», con tasas de interés más altas. El martes, el peso argentino se depreció más de 5% frente al dólar, en un contexto internacional de fuerte presión sobre las monedas de las economías emergentes. «Somos de los países del mundo que más necesitamos del financiamiento internacional producto del enorme gasto público que heredamos», dijo Macri.
Argentina tiene una economía vulnerable a los ruidos externos. En su mensaje, Macri describió con claridad el origen de los problemas.»Implementamos una política económica gradualista que resuelva el desastre que nos dejaron en las cuenta públicas. Eso depende del financiamiento externo y durante los últimos dos años hemos contado con un contexto favorable. Pero esto está cambiando por distintos factores: suben las tasas de interés, sube el crudo, se han devaluado las monedas emergentes», dijo.
El déficit es la pata coja del modelo. El Gobierno anunció la semana pasada que recortará unos 3.000 millones de dólares del gasto público y reducirá así la dependencia del Estado al dinero externo. Pero nada de eso fue suficiente. Los inversores ya no confían en la economía argentina, pese al apoyo internacional que ha merecido Macri desde que llegó al poder. Mientras el dólar subió 5,3% en Buenos Aires, Colombia depreció su moneda 1,4%, Chile 1,3% y Brasil 0,8%. Sostener el peso le costó al Banco Central argentino más de 5.000 millones de dólares desde el viernes de la semana pasada.
La estrategia de resistencia del peso puede tener ahora graves consecuencias para la economía, en momentos en que intenta frenar una inflación que se prevé del 20% para 2018, la segunda más alta de la región después de Venezuela. Urgida de fondos frescos, y ante la estampida de los inversores, Macri volverá al FMI. Las conversaciones, dijo, «arrancarán hoy mismo». «Esto nos dará mayor respaldo para enfrentar este nuevo escenario. Tomé esta decisión pensando en el mejor interés del pueblo argentino, no mintiéndole, como tantas veces se ha hecho».
Horas después, Lagarde emitió un comunicado en el que confirma el inicio de las negociaciones con Argentina, sin dar detalles: «Argentina es un valioso miembro del Fondo Monetario Internacional. Agradezco la declaración que el presidente Macri hizo hoy y espero con interés continuar nuestra colaboración con Argentina. Se han iniciado discusiones sobre cómo podemos trabajar juntos para fortalecer la economía argentina y llevaremos estas conversaciones a cabo en breve».
El FMI, una historia de desencuentros
La primera vez que Argentina recibió dinero del FMI fue en en 1957, cuando la los militares que habían derrocado a Juan Perón pidieron 75 millones de dólares. La última en enero y septiembre de 2003, por 10.000 millones de dólares. La relación terminó en 2006, cuando el presidente Néstor Kirchner canceló el total de la deuda. Fue una decisión económica, pero sobre todo política. Para muchos argentinos, el FMI era y es sinónimo de ajuste y su papel en la debacle de 2001, donde retiró el financiamiento al gobierno de Fernando de la Rúa, fue cuestionado incluso fuera del país sudamericano.
Las críticas al FMI fueron una de las principales banderas del kirchnerismo, en línea con los gobiernos regionales de izquierda que marcaron la política sudamericana durante los últimos 15 años. Pero el pago al FMI no fue una ruptura, porque Argentina nunca se salió de él. Le permitió, sin embargo, rechazar las visitas técnicas de evaluación a las que el Organismo obliga a sus socios. Era una época en que el viento de cola acompañaba a las economías emergentes, con precios récord en las materias primas y tasas cercanas a cero. Argentina se financió durante todo ese tiempo con deuda interna, en pesos. Pero eso cambió con la llegada de Macri. La exposición en dólares de la deuda argentina es enorme, mucho mayor que la de otros países emergentes. Entre 2016 y 2017, el Gobierno emitió títulos por 59.000 millones de dólares, casi el doble que Arabia Saudita, el segundo en el podio, y el triple que el tercero, Indonesia.
Lagarde estuvo en marzo pasado en Argentina, en el marco de la cumbre de ministros de Finanzas del G20. Trajo como mensaje que el FMI había cambiado, atenta a las consecuencias sociales de sus recomendaciones macroeconómicas. «En ocasiones fuimos demasiado a fondo y demasiado rápido para que la sociedad lo asumiera. Y además ya hemos analizado que subestimamos el impacto de los multiplicadores», dijo en una entrevista a EL PAÍS realizada en Buenos Aires.
Lagarde aprovechó su viaje a Argentina, el primero de un alto ejecutivo del FMI en 11 años, para apoyar la política de «gradualismo» aplicada por Macri. En ese momento no se habló de apoyo financiero, pero la buena sintonía fue evidente. «Es un FMI muy distinto del de hace 20 años. Ha aprendido de las lecciones del pasado, y ha apoyado el programa gradual de Argentina. Estoy seguro que podremos acordar un programa que apoye nuestro rumbo», dijo el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. Fue un intento por aplacar la tormenta política que se avecina.
Fuente: El País