Hace algo más de 50 años, el Banco Mundial comenzó a medir el nivel de desarrollo de todos los países, mediante un indicador denominado Ingreso Interno Bruto per cápita, para el que solamente utilizó dos datos: el del Producto Interno Bruto (PIB) y la cantidad de la población, específicamente para el 1966.
Cuando se hizo público el primer trabajo del ingreso per cápita anual, el país que encabezó la lista con el más alto nivel fue Kuwait y finalizada por Malawi con el posicionamiento más bajo: US$3,290 y US$40, respectivamente. Hoy, el país que la lidera es Qatar con US$128,378 y en el último lugar se encuentra la República Centroafricana con US$726.
La más reciente clasificación realizada por el Banco Mundial, a julio del 2018, estableció cuatro nuevos umbrales: los de ingreso alto con un nivel mínimo de US$12,055, los de ingreso mediano alto con un rango de US$3,896 a US$12,054, los de ingreso mediano bajo entre US$996 y US$3,895 y los de ingreso bajo con US$995 o menos. Estos valores son ajustados, para fines de actualizaciones por la inflación, el 1 de julio de cada año.
Otro indicador alternativo utilizado internacionalmente es el Índice de Desarrollo Humano (IDH), elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que utiliza una combinación de variables, como la esperanza de vida, la educación y el ingreso per cápita. El ranking del IDH lo encabeza Noruega y al final de la lista está la República Centroafricana.
Conforme al indicador que provee el Banco Mundial, el ingreso per cápita mínimo que se requiere para ser un país desarrollado en la actualidad es de US$12,055 al año. Al margen de las distintas consideraciones sobre las limitaciones que pueda reflejar el referido indicador, como por ejemplo, que no contempla la distribución del ingreso medido por el coeficiente de Gini, lo cierto es que es utilizado como el principal parámetro por parte de los organismos internacionales que proveen asistencia financiera para fomentar el crecimiento y el desarrollo.
Probablemente, la mayoría de las economías del mundo despliegan esfuerzos deliberados para elevar su nivel de ingreso per cápita anual y para acceder a estadios superiores dentro de la clasificación referida con anterioridad, o al menos para mantenerla cuando la han alcanzado, en adición a la de poder ser tipificado como un país desarrollado.
Para el caso de la República Dominicana, al examinar los dos componentes utilizados por el Banco Mundial para medir el ingreso per cápita, encontramos que por el lado de la población en los últimos 25 años (1992-2017) ha crecido de 7.3 millones de habitantes a 10.1 millones, equivalente a una variación de 2.8 millones.
Asimismo, el tamaño del PIB dominicano ha evolucionado hacia la expansión, al pasar de US$11,471 millones a US$76,038 millones a precios corrientes, para una diferencia durante el periodo 1992-2017 de US$64,567 millones.
A partir del comportamiento del tamaño de la población y el PIB dominicanos, el ingreso per cápita del país se ha incrementado de US$1,555 en el 1992 a US$7,477 en el 2017. Para el 1992, el país estaba situado como de ingreso mediano bajo y fue en el 2002 cuando ingresamos por primera vez a los de ingresos medianos altos -pero solo por ese año-, pues durante los dos años siguientes, retornamos al umbral anterior, para volver a conseguirlo a partir del 2005, al superar el umbral de los US$3,896 anuales y situarnos en US$4,004. Desde entonces, el país ha mantenido ese posicionamiento.
Lo anterior sugiere que a la República Dominicana le tomó alrededor de 13 a 15 años para poder dar el salto con característica permanente, desde el nivel de ingreso mediano bajo hasta el de ingreso mediano alto, dentro de la clasificación del principal organismo de financiamiento multilateral, el Banco Mundial.
De acuerdo al umbral mínimo de ingreso alto, US$12,055 al año, y considerando que al país le tomó la cantidad de años mencionados en el párrafo anterior para elevar su categoría de ingreso per cápita mediano bajo a ingreso mediano alto, se podría inferir que para alcanzar el nivel del ingreso alto necesitaríamos no menos de 18 años con similares tasas de crecimiento del PIB, ajustadas a la par del poder adquisitivo; lo que significa que para el 2035, la República Dominicana podría encontrarse dentro de la clasificación de naciones de ingreso per cápita alto.
Al considerar la medición que realiza el Fondo Monetario Internacional (FMI) del umbral necesario de los US$23,165 de ingreso per cápita anual, para un país ser tipificado dentro del nivel de un país desarrollado, a la República Dominicana le estarían faltando no menos de US$16,000 per cápita anuales, monto que podría estar requiriendo en equivalentes a años, a una cifra que ronda los 60.
Para lograr ser un país de alto nivel de ingreso o desarrollado, se requiere identificar los principales desafíos en términos económicos, luego la concepción de las políticas de desarrollo para enfrentarlos y la voluntad de implementarlos. De esa manera, la República Dominicana estaría apta para ser considerada para el 2035 en un país con una clasificación de alto ingreso y para el 2078 como una nación desarrollada.
Probablemente, ese tiempo podría considerarse bastante largo; sin embargo, mucho más extenso sería si son pospuestas las acciones para afrontar los desafíos que la nación presenta en la actualidad.