Por transparencia debo decir que decidí escribir lo que estás leyendo, motivado por dos importantes trabajos de opinión que han publicado los economistas Pedro Silverio y Andy Dauhajre. El primero le puso el título: El padrón de los partidos, la teoría económica de los clubes y el velo de la ignorancia, en el que haciendo uso de referida teoría, de la autoría del nobel de economía James Buchanan, en la parte relativa a que “Por tanto, la teoría de club es, en un sentido, una teoría de exclusión optima, así como también una de inclusión”, infirió que aplica al PLD y al caso que envuelve la decisión por tomar de las elecciones primarias, en la que el autor favorece el modelo cerrado; pero simultáneo.
El segundo, escribió su trabajo bajo el título: El Trump Fiscal, en el que invocando la lectura y estudio del Teorema de la Imposibilidad de Arrow (TIA), del también nobel de economía, Kenneth Arrow y ante la reforma tributaria propuesta por la Administración del Presidente Donald Trump, sugiere la conveniencia de construir escenarios de reforma en la República Dominicana, dado que de aprobarse pudiera tener un impacto sobre la inversión extranjera directa, agregándole yo, como una forma que no nos sorprenda asando batatas.
Andy en la delimitación temática de su opinión hizo uso del TIA en la parte concerniente a la elección que envuelve dos opciones posibles para el país, derivada del efecto impositivo de Trump: reaccionar o no reaccionar en términos tributarios para mantener a la economía dominicana con ventaja competitiva, como destino de inversión, o por el contrario perderla.
Ahora, en el caso de nuestra opinión, al aplicar El TIA a las elecciones primarias, respecto a los modelos cerrado o abierto, resulta que el problema se agrava porque no se trata de una elección social; sino política y que por demás estaría tomada por el Comité Político del PLD, conformado por varias docenas de dirigentes, que no es micro por la amalgama de colores que interactúan; tampoco macro porque no representa al sistema de partidos, pero que en mayoría lineal induce a una decisión “colectiva”sesgada, intransitiva y por lo tanto no racional.
Como El TIA parte de establecer un orden de preferencia entre opciones guiadas por una regla de elección social con la intención de ser capaz de convertir la inclinación individual a colectiva, vale decir bienestar social o político, supone en forma racional por un lado, que al menos no exista el 80/20 de Pareto, donde los pocos tienen lo mucho y los muchos tienen poco y por otro lado, la ausencia de una orden única que ignore al resto de los integrantes del órgano o de la sociedad, por aquello de que vivimos en democracia.
Al no existir una regla que convierta las preferencias individuales en colectivas, dado que el ámbito político es tan o más complejo que el social, las precondiciones del TIA para la construcción de un sistema de elección política, son difíciles que florezcan en un ambiente de débil institucionalidad, como el dominicano.
A no ser que se acuda al óptimo de Pareto, aquel economista italiano; que primero fue ingeniero y luego terminó siendo sociólogo, que desarrolló la teoría utilitarista del bienestar, fundamentada en que la eficiencia se maximiza cuando se logra alcanzar la situación de mejorar el bienestar de uno sin perjudicar al del otro.
Entonces, el óptimo de Pareto respecto al dilema que representan las elecciones primarias, para los que lideran y sustentan las posiciones encontradas dentro del Comité Político del PLD, se alcanzaría asumiendo la precondición de la racionalidad a partir de los principios establecidos en la Constitución y la sentencia de la cosa juzgada en forma irrevocable, al adoptar una decisión que contenga la relación transitiva en la que, en un vínculo de tres, Danilo Medina, Leonel Fernández y el PLD, se legitimen sin perjudicarse, al tiempo de beneficiarse, poniendo como motor de búsqueda la institucionalidad del país.
En la misma línea, pero esta vez haciendo uso de la teoría de los juegos de John Nash, otro nobel de economía que usando el recurso del dilema del prisionero en la que “La policía arresta a dos sospechosos, pero al no existir suficientes pruebas para condenarlos, les ofrece el siguiente trato: Detenidos y encerrados en celdas separadas de forma que no pueden comunicarse entre sí, la policía les visita de forma independiente garantizándoles el mismo trato.
Si uno confiesa y su cómplice no, el cómplice será condenado a la pena total, diez años, y el que confiesa será liberado. Si uno calla y el cómplice confiesa, éste será quien salga libre y el primero recibirá una pena de diez años. Si ambos confiesan, los dos serán condenados a seis años. Si ambos lo niegan, tan solo podrán encerrarlos durante un año por cargo menor.”
La moraleja del dilema del prisionero radica en que sin egoísmo, si ambos deciden cooperar entre sí, permaneciendo en silencio, a partir de la decisión individual, pero tomando en cuenta la del otro, serían condenados a la menor de las penas.
Trasladándolo al caso del dilema de Danilo Medina y Leonel Fernández sobre el tipo de primarias, si ambos cooperan le podría producir en el peor de los casos un menor daño al PLD, que sería la unidad dentro de la diversidad y en el mejor de los casos un beneficio óptimo, de los de la modalidad de Pareto, en el que gana Danilo, gana Leonel y lo que es mejor, gana la sociedad, obteniéndose el máximo del beneficio sin perjudicar a nadie.
Finalmente, si hacemos uso de la teoría del empujón, un aporte trascendente a la economía conductual del nobel de economía 2017, Richard H. Thaler y la trasladamos a la política conductual, particularmente a la decisión que habrá de tomar el Comité Político del PLD, partiendo de uno de los supuestos de la referida teoría que reconoce lo limitado de la racionalidad en las decisiones personales, que los lleva incluso ha perjudicarse así mismo, equivalente a decir al propio PLD.
Cónsono con la teoría del empujón, si se acciona propiciando un ambiente amigable para quienes sustentan y defienden las primarias abiertas, dado el carácter inconstitucional de la propuesta, garantizándoles espacios políticos ganados; así como además una tendencia hacia el equilibrio en el ejercicio del poder en el futuro inmediato dentro del PLD, sería una buena forma de probar en el país, lo que ya se ha comprobado en otras latitudes.
La comisión de expertos constitucionalistas en su opinión final encajaría perfectamente para crear las condiciones que favorezca e induzca a potenciar la racionalidad en la política conductual, parafraseando a Thaler, de los integrantes del Comité Político que tomarán la decisión acerca del tipo de elecciones primarias, para que ésta termine beneficiándoles a ellos mismos y por derivada al sistema de partidos y a la democracia dominicana.