La historia más reciente de la postura monetaria expansiva del Banco Central se ubica en los meses de inicio de la pandemia, en la que la tasa de política monetaria fue reducida de un 4.5 % en marzo de 2020 hasta un 3.0 % a octubre de 2021 y en forma complementaria, dispuso un aumento de la liquidez a las entidades financieras por un monto de RD$ 215 mil millones.
Las medidas dispuestas en el orden monetario se implementaron en un momento en donde la economía mostraba caída de dos dígitos, como fue el caso del mes de abril, que registró una merma de un -29.8 %, precedida también por otro mes negativo en su PIB de un -9.4 % en marzo y, además, otra disminución de un -13.6 % en mayo de 2020, llevando a la economía a colapsar en un -6.7 % para todo el indicado año.
Paralelamente a la caída del PIB dominicano, en los primeros meses de 2020 los precios de la economía se deprimían, por la caída de la demanda, alcanzando a registrar cuatro meses consecutivos de inflación negativa, los que van desde febrero de 2020 a mayo del mismo año, siendo el más negativo el de abril con inflación de -0.82 %. Este comportamiento de los precios hizo, junto con la caída de la economía, flexibilizar la política monetaria, haciendo que el Banco Central bajara su tasa de referencia y proveyera de liquidez a la economía, en un contexto internacional que hacía lo propio.
Desde el segundo semestre de 2020 la economía dominicana comenzó a dar señales de dejar atrás la inflación negativa y los precios iniciaron una carrera alcista y sostenida, que la situó en un 5.55 % en el 2020, un 8.50 % en el 2021 y de un 7.83 % en el 2022, teniendo como reacción tardía por parte del Banco Central el aumento de la tasa de política monetaria de un 3.0 a un 3.5 % para noviembre de 2021, postura que se dilató cinco meses en tomarse para hacerle frente a la inflación, permitiendo de alguna manera que la formación de precios hacia el alza echara raíces locales, consolidándose de una manera tal que se ha hecho difícil llevarla a la meta de inflación que es de un 4.0 %. Luego la tasa de referencia siguió elevándose hasta un 8.5 % y en forma simultánea a retirarse los estímulos monetarios.
Para este mes de junio, el Banco Central ha dado dos señales concretas de variar su postura monetaria, llevándola de la del tipo restrictiva al retorno a la expansiva. La primera, fue reducir su tasa de referencia, al colocarla de un 8.5 % a un 8.0 %, y la segunda, proveer de liquidez a la economía, a través del sistema financiero con RD$ 94 mil millones, RD$ 34,000 proveniente del encaje legal y RD$ 64,000 millones de facilidades de liquidez rápida con respaldo de las emisiones de títulos de deuda del Banco Central y el Ministerio de Hacienda.
Es similar la postura monetaria de tipo expansiva actual con la asumida en la época de la pandemia por la COVID-19, con la diferencia de que los contextos son distintos. Para los tiempos de coronavirus, la economía y los precios estaban deprimidos; ahora, todavía los precios se encuentran sobre la meta de inflación que es de un 4.0 %.
Pero, ¿se corresponde con el actual contexto económico la nueva postura monetaria del Banco Central?, veamos que nos dice el Fondo Monetario Internacional en el más reciente informe sobre la evaluación que le hizo a la economía dominicana y particularmente al comportamiento de los precios: “A corto plazo, las prioridades deben seguir procurando garantizar que la inflación retorne al nivel fijado como meta…”.
Resulta, que el Banco Central, con tan solo cumplirse un mes de alcanzar el rango de meta de inflación, que se encuentra entre un 3.0 % a un 5.0 %, cuando a mayo registró un 4.43 % interanual, dispuso las medidas de flexibilización anteriormente mencionadas, alegando el referido cumplimiento y una mejora en las reservas internacionales que se sitúan en US$ 16,186.6 millones a mayo de 2023.
Un mes puede no ser suficiente para cantar victoria respecto al control de la inflación, pues en el entorno internacional y local aun prevalecen factores de riesgos inflacionarios. La postura monetaria expansiva adoptada recientemente pudo esperar que el control de la inflación se solidificara, la mejor evidencia de lo afirmado, es que la inflación subyacente aun se encuentra por encima del techo máximo del rango meta (5.0 %), al situarse en un 5.51 %, superior en 0.51 puntos porcentuales del referido techo y de 1.51 puntos porcentuales sobre la meta, que es de un 4.0 %.
Más aun, la inflación de los alimentos y bebidas no alcohólicas se encuentra a mayo de 2023 en un 6.0 %, muy superior a la meta y a su rango, señal inequívoca de que la inflación no se encuentra controlada y menos para cantar victoria. Al parecer la celebración de las autoridades está más inclinada a crear ilusión económica en el público, como manera de crear un ambiente de confianza y anclar las expectativas de los agentes económico y consumidores, que a controlar la inflación de manera definitiva.
Como puede apreciarse, el comportamiento de los precios se mantiene sobre la meta de inflación y el cambio en la posición monetaria del Banco Central no parece alinearse con lo afirmado por el FMI, de garantizar que la inflación retome su meta, la que se encuentra alejada desde el año 2020.
Por esas razones, la afirmación de que la política monetaria expansiva parece estar más inclinada en retomar el crecimiento de la economía, más que a controlar la inflación de manera consistente, parece tener fundamento, pudiendo constituirse en una amenaza para nuevos impulsos sobre incrementos de precios en el corto plazo, elevando los riesgos inflacionarios. De esta manera, el tema del año preelectoral, está incidiendo en la toma de decisiones de política económica, al que también se le puede agregar que entramos a la segunda semana de junio y el Banco Central no ha publicado el desempeño de la economía de abril y mayo, comprometiendo probablemente la propia independencia monetaria.
Abandonar la lucha por el control de la inflación sin haberse logrado la meta de inflación y menos aún, que el logro de alcanzar el rango meta no está asegurado, no es una buena señal de política pública en la actual coyuntura en que los precios no han cedido a nivel de la inflación subyacente y las de los alimentos.
El endurecimiento de la postura monetaria restrictiva debió mantenerse hasta tanto el control de la inflación diera señales de permanencia. Mientras persistan dudas sobre la ausencia de un control de la inflación en torno a su meta por parte del Banco Central, la política monetaria debió ser restrictiva y no abandonar el objetivo principal y único de la autoridad monetaria, que es el de la estabilidad y control de la inflación, mucho más que el crecimiento de la economía.