Stephanie Nolen y
El programa responsable de vacunar a los pobres del mundo ha estado negociando para tratar de cancelar sus acuerdos con las farmacéuticas por las dosis que ya no necesita, según documentos confidenciales.
Stephanie Nolen y Rebecca Robbins han cubierto la campaña mundial de vacunación contra la covid desde sus inicios.
A medida que disminuye la demanda mundial de vacunas contra la COVID-19, el programa responsable de vacunar a los pobres del mundo ha estado negociando con urgencia para tratar de cancelar sus acuerdos con las empresas farmacéuticas por las dosis que ya no necesita.
Hasta ahora, las empresas farmacéuticas se han negado a devolver 1400 millones de dólares en anticipos por dosis ya canceladas, según consta en documentos confidenciales obtenidos por The New York Times.
Gavi, la organización internacional de inmunización que compró las dosis en nombre del programa mundial de vacunación contra la COVID-19, COVAX, ha informado poco públicamente sobre los costos de la cancelación de los pedidos, pero los documentos financieros de Gavi muestran que la organización ha intentado contener el daño financiero. Si no logra llegar a un acuerdo más favorable con otra empresa, Johnson & Johnson, podría tener que pagar aún más.
Gavi es una organización no gubernamental con sede en Ginebra que utiliza fondos de donadores, como el gobierno de Estados Unidos y la Fundación Bill y Melinda Gates, para suministrar inmunizaciones infantiles a los países con bajos ingresos. Al principio de la pandemia, se le encargó la compra de vacunas contra la COVID-19 para el mundo en desarrollo (con una de las mayores movilizaciones de fondos humanitarios de la historia) y comenzó a negociar con los fabricantes de vacunas.
Las negociaciones empezaron mal. En un principio, las empresas excluyeron a la organización del mercado y les dieron prioridad a los países de ingresos elevados que podían pagar más para garantizar el suministro de las primeras dosis. Al final, Gavi llegó a acuerdos con nueve fabricantes.
No obstante, las vacunas no empezaron a llegar a los países en desarrollo en cantidades significativas sino hasta finales de 2021. Para cuando Gavi dispuso de un flujo constante de suministros, la demanda había empezado a disminuir: los países con sistemas de salud débiles tenían dificultades para administrar las vacunas y el predominio de la variante ómicron, que era más leve, mermó la motivación de la población para vacunarse. Ahora, COVAX está llegando a su fin, muy lejos del objetivo de la Organización Mundial de la Salud de vacunar al 70 por ciento de la población de cada país.
Los fabricantes de vacunas ganaron más de 13.000 millones de dólares por las dosis distribuidas a través de COVAX. Según los contratos, las empresas no están obligadas a devolver los pagos anticipados que Gavi les dio para reservar vacunas que al final se cancelaron.
Pero, considerando la cantidad de dosis de vacunas que Gavi tuvo que cancelar, algunos expertos en salud pública criticaron la actuación de las empresas.
Los fabricantes de vacunas contra la COVID-19 “tienen una responsabilidad especial”, ya que sus productos son un bien social y la mayoría se desarrollaron con financiamiento público, afirmó Thomas Frieden, director ejecutivo de la organización sin fines de lucro Resolve to Save Lives y exdirector de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.
“Es mucho dinero que podría servir para hacer el bien”, afirmó.
Frieden añadió que otros grandes programas de salud mundial tienen presupuestos más o menos iguales a la cantidad a la que se aferran los fabricantes de vacunas. “Todo el esfuerzo de erradicación de la polio cuesta unos 1000 millones de dólares al año, y eso constituye una gran infraestructura”, dijo.
Gavi ha llegado a acuerdos con Moderna, el Serum Institute de la India y varios fabricantes chinos para cancelar dosis innecesarias, renunciando a 700 millones de dólares en pagos anticipados, según muestran los documentos.
Otra empresa farmacéutica, Novavax, se niega a devolver otros 700 millones de dólares en pagos anticipados por vacunas que nunca entregó.
Gavi y Johnson & Johnson siguen envueltos en una amarga disputa por el pago de vacunas que Gavi notificó a la empresa hace meses que no iba a necesitar, pero que la empresa fabricó de todos modos. Ahora, Johnson & Johnson exige que Gavi pague por las dosis una cantidad adicional que no reveló.
La organización mantenía una relación indirecta de suministro con Pfizer: el gobierno de Biden le compró mil millones de vacunas para donarlas a través de COVAX. El año pasado, Estados Unidos ajustó su acuerdo con la empresa y convirtió un pedido de 400 millones de dosis en opciones futuras. La empresa dijo que no cobró ninguna comisión por cambiar el pedido.
Los términos de los acuerdos de Gavi se mantuvieron en secreto porque eran con empresas privadas. No se ha hecho público cuánto ganaron las empresas farmacéuticas con las vacunas canceladas.
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Los documentos dicen que los fabricantes obtuvieron, de manera colectiva, 13.800 millones de dólares en ingresos por las vacunas que se distribuyeron a través de COVAX. Ya se enviaron casi 1900 millones de dosis a 146 países. Gavi adquirió directamente más de la mitad y el resto fueron donadas por países de ingresos elevados.
Según lo que muestran los documentos, los acuerdos de Gavi con Moderna y Serum tuvieron en cuenta que los fabricantes ya habían incurrido en costos como los de las materias primas.
En un acuerdo para cancelar más de 200 millones de dosis, firmado a finales del año pasado, Gavi aceptó que Moderna se quedara con un anticipo que había pagado. A cambio, se eximió a Gavi de hacer pagos adicionales por las dosis, lo que significa que se cancelaron a un costo “sustancialmente inferior” al previsto, según los documentos. Moderna también le concedió a Gavi un crédito de 58 millones de dólares para productos futuros, que es válido hasta 2030.
Gavi también hizo concesiones para salir de su acuerdo con el Serum Institute de la India. El organismo canceló 145 millones de dosis permitiéndole a la empresa quedarse con el dinero que Gavi había pagado por adelantado, para cubrir el costo de los materiales que ya se habían adquirido. Serum también le dio a Gavi una nota de crédito por un importe no revelado que la organización puede usar para adquirir las numerosas vacunas de rutina que le compra a Serum todos los años.
Moderna y Serum declinaron hacer comentarios sobre las condiciones.
Gavi y Johnson & Johnson están en desacuerdo respecto a 150 millones de dosis de la vacuna contra la COVID-19 que Gavi encargó, pero que lleva meses intentando cancelar.
La organización esperaba que una parte significativa de esas dosis se distribuyera a finales de 2021, pero para entonces Johnson & Johnson había entregado menos de 4 millones de dosis. (El contrato de Gavi con la empresa no le exigía terminar las entregas en ese plazo). Cuando la empresa por fin estaba lista para aumentar sus entregas el año pasado, la demanda se desplomó.
Según los documentos, a mediados de 2022, los administradores de Gavi alertaron a la empresa de que no iban a necesitar esas dosis y le pidieron que dejara de fabricar nuevas dosis para COVAX.
Sin embargo, Johnson & Johnson siguió fabricando las vacunas e intentó entregarlas a finales de 2022, según los documentos. Ahora, de acuerdo con lo estipulado en el contrato, la empresa quiere que Gavi haga un pago adicional y acepte las vacunas.
Gavi propuso que la disputa pasara a mediación, pero la empresa “hasta ahora se ha negado a entablar negociaciones significativas”, según consta en los documentos. Algunas de las vacunas en litigio empiezan a caducar a mediados de 2023.
Jake Sargent, portavoz de Johnson & Johnson, aseveró que la empresa había puesto a disposición de COVAX las dosis solicitadas y había mantenido informada a Gavi sobre los detalles de la producción.
En las negociaciones con Novavax, Gavi reclama el reembolso de 700 millones de dólares que gastó en anticipos para las vacunas.
Gavi había estado esperando que las entregas de Novavax comenzaran en el verano de 2021, pero la compañía falló en la producción de vacunas. Como consecuencia, Gavi no procedió a realizar los pedidos de las vacunas que había reservado en un principio. Novavax dijo que se trataba de un incumplimiento de contrato, canceló el acuerdo y se quedó con los 700 millones de dólares.
La disputa sigue sin resolverse. En un comunicado, la empresa afirmó que espera negociar un nuevo acuerdo para suministrarle sus vacunas a Gavi.
Algunos de los contratos de vacunas que firmó Gavi se cumplieron en su totalidad. En un caso, AstraZeneca emitió un reembolso a la empresa cuando los costos de producción finales fueron más bajos de lo esperado.
Los costos para la organización podrían haber sido mucho mayores, si algunos fabricantes de vacunas no hubieran estado dispuestos a renegociar sus contratos con Gavi. Y esta habría tenido que pagar 2300 millones de dólares por las dosis que quería cancelar, según muestran los documentos, pero ahorró 1600 millones de dólares al salir de esos contratos.
Un portavoz de Gavi, Olly Cann, dijo que la organización no había realizado nuevos pagos por las dosis canceladas. Dijo que los pagos anticipados que habían sido entregados representaban una fracción de lo que Gavi habría pagado por las dosis terminadas.
Seth Berkley, director ejecutivo de Gavi, se negó a comentar para este artículo. Sin embargo, en una entrevista sobre el futuro del programa global de vacunación contra la covid, realizada en diciembre, el médico dijo que Gavi estaba pagando menos por dosis de lo que había planeado al principio para la compra de vacunas, y sustancialmente menos de lo que pagaban los países de altos ingresos.
Las donaciones para vacunas contra la COVID-19 inflaron sustancialmente el presupuesto de Gavi, y los pagos anticipados perdidos por las vacunas canceladas no amenazan su labor regular de vacunación infantil.
Los contratos que Gavi ha intentado reducir se negociaron en los primeros meses inciertos de la pandemia, en algunos casos antes de que se demostrara que las vacunas funcionaban.
“En una pandemia, me gustaría equivocarme por comprar demasiadas dosis, en lugar de equivocarme por no tener dosis suficientes, particularmente porque los países sintieron que al principio no había suficientes dosis”, dijo Berkley.
Los países ricos, que ordenaron muchas más dosis de las que necesitaban, han tratado de descargar sus excedentes en COVAX, pero este ha tenido problemas para absorberlos.
COVAX comenzó las entregas a países en desarrollo en 2021, pero el ritmo inicial fue lento. Cuando el programa finalmente tuvo vacunas, las inyecciones presentaron desafíos que los débiles sistemas de salud no estaban bien equipados para manejar.
Frustrados por las fallas en el suministro, algunas agencias de salud pública hicieron poco para crear demanda de las vacunas, sumado a una marea de información errónea que desalentó a las personas a buscarlas. África subsahariana sigue siendo la región menos vacunada del mundo. No obstante, las tasas de mortalidad por covid registradas en la región han sido bajas, lo que ha erosionado aún más el interés en las vacunas.
“Tenemos tantos ofrecimientos de donaciones, pero no los aceptamos, porque no queremos que caduquen aquí”, dijo Andrew Mulwa, quien supervisa la respuesta de covid en el Ministerio de Salud de Kenia. “Nos preguntamos, ¿necesitamos seguir gastando dinero en vacunas contra la COVID-19 cuando tenemos otras disparidades evidentes?”.
Gavi cuenta con una reserva de vacunas y espera millones más en donativos de países de altos ingresos que buscan deshacerse de su propio excedente. La organización anticipa una demanda máxima de 450 millones de dosis este año, la mitad de lo que envió COVAX en 2022.
Fuente: nytimes.com