Enrico Fermi fue un exitoso físico de nacionalidad italiana y luego naturalizado estadounidense; quien como resultado de sus investigaciones sobre Física Nuclear y Teoría Cuántica, y sus aportaciones científicas, fue merecedor del premio Nobel de Física en 1938, a sus 37 años de edad.

Fermi, en su afanosa carrera científica por encontrar respuesta a lo desconocido, llegó a preguntarse una vez: ¿Dónde está todo el mundo? -La interrogante venía a propósito de lo infinito que es el universo, lo ordenado que es el cosmos y cuán distantes se encuentran los miles de millones de estrellas, respecto a la tierra.

Muchas hipótesis plantean que como las estrellas tienen millones y millones de años de existencia, y al suponer que en un porcentaje mínimo de las que tienen un parecido con la tierra hay vida inteligente y que, además, han evolucionado: la posibilidad de que exista vida extraterrestre es grande. Sin embargo, hasta ahora no hay una evidencia que valide la hipótesis. A eso es a lo que se le ha denominado: la paradoja de Fermi.

Entonces, desde una perspectiva de análisis popperiano, tampoco se podría refutar ni comprobar la hipótesis descrita precedentemente, lo que pasaría a darle aún más fuerza a la paradoja de Fermi; muy a pesar de lo lógico que resulta pensar que pueda existir vida más allá de la tierra, pero que en realidad no hemos visto ni mucho menos tocado.

Basado en la paradoja de Fermi y trasladándonos al mundo de los precios en la economía, esta opinión examina lo que he denominado la paradoja de la inflación: variable que es medida a través del índice de precios al consumidor, a partir de una canasta básica formada por 305 bienes y servicios, que representan el 90.0 % del gasto de consumo de los hogares dominicanos; construida mediante la Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares (ENGIH), que se publica con una frecuencia mensual y anual.

A diario son muchos los cuestionamientos en hogares, centros de trabajo, comercios, medios de comunicación y en la academia, respecto a la calidad y validez del dato de la inflación, que calcula y suministra periódicamente el Banco Central de la República Dominicana (BCRD).

Para los dominicanos, la inflación siempre es más alta que la publicada por las autoridades; mientras que al ofrecer el BCRD el dato del nivel general de los precios de la economía, como por ejemplo, el de mayo del presente año, indica que la inflación acumulada al quinto mes es de un 1.22 %, misma que se encuentra dentro del rango de la meta de inflación que es de 4.0 % +/- 1.0 %, establecido en el programa monetario: denotando con ello una baja y un estable comportamiento en los precios.

La incredulidad de los ciudadanos es tal, que el Índice de Confianza al Consumidor, que publica regularmente el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), siempre da cuenta de que las expectativas de los dominicanos sobre la inflación es que será alta. Dentro de la escala de 0 a 200 puntos que utiliza el MEPyD, siendo el “0” la peor apreciación y “200” la mejor: nunca el indicador ha llegado ni siquiera a 65 puntos como percepción, lo cual es revelador del alto pesimismo de la ciudadanía, en materia del comportamiento de los precios.

Cuando algún dominicano se refiere al dato, normalmente afirma: “La baja inflación que dice el BCRD que existe, solamente la ven sus autoridades”. Sin embargo, pese a esa creencia generalizada que hay en la población, en cuanto a que la inflación que padecen cuando adquieren sus bienes y servicios es más elevada que las de las cifras oficiales: esa contradicción no es comprobada por la población ni por ningún centro privado especializado que utilice un método aceptado.

Al mostrar incapacidad por parte de los que descalifican el dato oficial, para ofrecer un dato alternativo que revele “la real inflación dominicana” y que, por lo tanto, se contraponga a la del BCRD para refutarlo; la aseveración de la población es solo una proposición generalizada que no llega ni siquiera a considerarse como una verdad provisional.

Por su parte, tampoco el BCRD como organismo que rige la política monetaria del país y que tiene como objetivo fundamental la baja y la estabilidad de la inflación, ha sido capaz de convencer a la población mediante su política comunicacional, de que la información de la inflación no solo es sistemática y técnicamente bien calculada por ellos, sino que, además, es la real y la correcta.

El dilema por parte de la población por aceptar la tasa de inflación oficial como válida versus la percepción que tienen de la misma, es un desafío; habida cuenta de que es una paradoja que merece la debida atención, especialmente por la época en la que hoy estamos viviendo: en la que las noticias falsas y la posverdad pueden ser promotoras de movimientos sociales que podrían ser evitados.

Como la opinión que tienen los ciudadanos acerca de la inflación, hasta ahora está sesgada, en razón de que no necesariamente están al tanto de las informaciones que se utilizan, sino que son el resultado de puntos de vista individuales y, muy probablemente de resultados surgidos por simples percepciones; no debemos de olvidar lo complejo y difícil que muchas veces resulta diferenciar las mismas de las informaciones surgidas a través de la investigación sobre cifras reales.

Ante las posiciones encontradas por parte de la población y el BCRD, en lo relativo al comportamiento de los precios de la economía nacional, estamos frente a la paradoja de los precios o la paradoja de la inflación: una forma de parafrasear la paradoja de Fermi, que construyó a propósito del tema de la existencia de vida inteligente fuera de la tierra.