Dondequiera que trabajes en el mundo, es probable que el amiguismo y el nepotismo –otorgar trato preferencial a familiares– sean parte de la cultura empresarial, ya sea abiertamente o de manera oculta.
Un ejemplo: uno de cada cinco parlamentarios británicos emplea a algún familiar para el trabajo administrativo.
Sin embargo, aunque probablemente sea algo universal, en distintos países hay actitudes polarizadas con respecto a esa práctica.
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En EE.UU. la ley federal prohíbe específicamente que los trabajadores del gobierno empleen a miembros de su familia; algo que, sin embargo, no es ilegal en el sector privado.
Y tanto en EE.UU. como en Reino Unido los patronos que otorgan ascensos a amigos y familiares pueden terminar enfrentando costosas demandas por discriminación.
En China, mientras tanto, el organismo estatal anticorrupción adopta una línea dura en contra del nepotismo, colocando en la mira a las «camarillas» que, según su parecer, controlan empresas clave.
Cuestión de cultura
Sin embargo, en lugares como Italia o España no se ve como algo tan excepcional que te hayan contratado o hayas recibido un ascenso por las personas que conoces.
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Valerie Berset-Price, fundadora de una compañía de recursos humanos, Professional Passport, que ayuda a lidiar con las diferencias culturales entre países, sostiene que en su lugar de origen, Suiza, la situación no era muy distinta.
«Si podías recomendar a amigos o familiares, o contratarlos, entonces lo hacías. Era una cosa recíproca mantenerlos cerca dentro de una hermética red de seguridad», dice Berset-Price.
Sin embargo, cuando se fue a vivir a EE.UU. y estudió negocios en la universidad quedó fascinada al ver que el programa subrayaba que el nepotismo era siempre negativo y que, en algunos casos, constituía un delito.
«Hasta entonces no supe realmente lo que significaba la palabra nepotismo», destaca.
Y cuando arrancó su propio negocio también le sorprendió que amigos con cargos directivos en compañías importantes no quisieran recomendarla.
«No era porque no deseaban que tuviera éxito o que no les gustara, o no creyeran en lo que hacía», apunta Berset-Price.
«Era porque las políticas de su compañía señalaban que yo quedaría inmediatamente descalificada de todo trabajo por ser amiga de ellos».
Percepciones distintas
En países donde los estrechos vínculos familiares están muy enraizados en la cultura nacional (algo frecuentemente reafirmado por la religión) se tiende a ver al nepotismo como algo natural y deseable para propiciar el cuidado entre parientes y la prosperidad.
«En España, casi nunca hay concursos abiertos para empleos», dice Joe Haslam, empresario y director ejecutivo del programa gerencial de propietarios y emprendedores en la IE Business School de Madrid y actualmente residenciado en Milán, Italia.
«Un puesto tampoco es considerado como 100% tuyo. Es casi como si se lo estuvieses guardando a otro miembro de la familia. Aquí cuando un pariente no tiene empleo, la situación es vista como un problema familiar colectivo», dice Haslam.
«Así que muchas veces un candidato inferior consigue el puesto, al estar conectado con alguien que es jefe directa o indirectamente».
Ese enfoque ciertamente tiene también su lado positivo. Como explica Haslam, las conexiones familiares fomentan la lealtad, así que los empleadores no tienen que preocuparse de que las empresas de la competencia se lleven el talento.
Yes también más fácil (y barato) hacer contrataciones dentro de redes que ya existen, en vez de tener las complicaciones de seguir un proceso de selección abierto.
Daño general
Sin embargo, los actos cotidianos de nepotismo pueden perjudicar la economía general de un país.
Para empezar, pueden ahuyentar a los inversionistas extranjeros.
Refiriéndose a Grecia, por ejemplo, el Informe Anticorrupción de la Unión Europea de 2014 señaló que el 67% de los inversores consideran el nepotismo como un «problema muy serio o bastante serio» en el manejo de las compañías del país heleno.
Lo que es más grave, según un estudio liderado por la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), la corrupción que va de la mano del nepotismo puede reducir las expectativas de vida.
Y es que la mortalidad infantil en países con altos niveles de corrupción es un tercio más alta que en países con menores índices del problema.
Éxodo italiano
A nivel individual, los obstáculos comienzan cuando te quedas afuera de las alianzas familiares.
«En Italia tienes que conocer a alguien para conseguir un trabajo», apunta Gabriel Fabrizio Sbalbi, propietario de un negocio inmobiliario.
«Eso es particularmente cierto en el caso de los recién graduados que no tienen contactos y significa que jóvenes bien preparados, unos 60.000 al año y siete de cada diez con títulos universitarios, están dejando el país para buscar trabajo en otro lugar».
Sbalbi apunta que el éxodo está claramente impulsado por la falta generalizada de trabajo, con un desempleo juvenil que alcanzó la cifra récord de 44,2% en junio de 2015.
Sin embargo, el extendido sistema de padrinazgo también tiene un papel esencial en esa situación.
Una encuesta hecha en 2013 por el Ministerio del Trabajo de Italia reveló que 61% de las empresas recurren a presentaciones personales para su proceso de reclutamiento.
Y Sbalbi añade que en el sector público algunos empleos son virtualmente hereditarios. Un sonado caso reveló que en la Universidad de Palermo más de la mitad de su población académica tenía al menos un pariente trabajando en la institución.
Emplear amigos y familiares que tienen las aptitudes adecuadas es una cosa, pero si la principal calificación que tienen es su apellido, entonces es algo que impide el ingreso de las personas mejores preparadas al mercado laboral, explica Jane Sunley, fundadora de la empresa de contrataciones Purple Cubed, basada en Londres.
«Eso puede ser devastador para una cultura empresarial, porque te estás perdiendo de contar con personas que pueden traer nuevas ideas y habilidades tecnológicas».
«Igualmente, en el mercado global te estás relacionando con una gran diversidad de gente y encontrarás dificultades, si todo tu personal tiene un mismo origen».
Pero si no te gusta la cultura de nepotismo en el lugar en el que vives, puedes unirte al éxodo de personas que buscan trabajo en países donde los contactos no son tan importantes.
Eso fue lo que hizo Sbalbi durante la recesión de 2008 cuando abandonó Italia para abrir una nueva empresa inmobiliaria en México.
«Nadie me conocía o la compañía, pero aun así atraje clientes porque vieron la calidad de lo que podíamos hacer», apunta. «Para que eso suceda en Italia, tendríamos que cambiar la cultura completamente».
Referencia: (Lee la historia original en inglés en) BBC Capital