Suhelis Tejero Puntes
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Ahorro poco rentable y más longevidad en un mercado de poca competencia entre AFP
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El esquema está plagado de problemas, y no comienza aún
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AFP en Chile: la crisis del modelo fundacional
Cuando el año cero de las pensiones llegue a la República Dominicana, en 2033, alrededor de un 15 % de la población tendrá edad para retirarse, pero no muchos podrán. Las tres décadas de ahorro para más de 1.7 millones de ciudadanos se convertirán en menos de la cuarta parte del último ingreso que recibieron, y eso si lograron los aportes suficientes durante su vida laboral para alimentar sus cuentas de capitalización individual.
Esa tasa de reemplazo de 22 % que recibirían los cotizantes por sus fondos de pensiones es un cálculo de analistas, no hay una estimación oficial que precise cuánto recibirá en promedio cada trabajador. La respuesta desde la Superintendencia de Pensiones (Sipen) es que todo depende del caso. “No existe una única tasa de reemplazo para los pensionados por vejez del sistema dominicano de pensiones”, indicaron desde esa institución a través de Acceso a la Información. Hace siete años la entidad dejó de publicar la tasa de reemplazo de los afiliados a los fondos de pensiones. Para entonces, era de 36 % en promedio.
Pero Arismendi Díaz Santana, uno de los creadores de la Ley 87-01, que dio origen al sistema de seguridad social dominicano, tiene clarísimo el panorama: una persona que gana un salario de 20,000 pesos al mes se retirará con una pensión por vejez de apenas 6,000 pesos por sus 30 años cotizados en su cuenta de capitalización individual, y no es seguro que ese ahorro alcance hasta el día de su muerte. “Todos los sistemas de pensiones están en crisis”, zanjó.
La crisis de la seguridad social ya ha sido alertada. El propio superintendente de Pensiones, Ramón Contreras, señaló que hay que buscar una solución, pero que la salida debe ser legislativa. “Este es un sistema de capitalización individual que se alimenta de nuestros aportes y de los del empleador, de modo que, si aportamos poco y ahorramos poco en nuestra vida laboral, ya sea por bajas cotizaciones o por la intermitencia laboral, por la informalidad, la elusión y la evasión, al final los montos de retiro serán escasos”, dijo Contreras.
Agregó que es la Ley 87-01 la que establece la edad de retiro, así como los aportes de los trabajadores y la parte que corresponde al empleador, de manera que, si se quiere jugar con esos elementos para incrementar las pensiones del futuro, hay que concretar un cambio legal.
La normativa vigente indica que para pensionarse por vejez el afiliado debe haber cumplido 60 años de edad y haber cotizado durante un mínimo de 360 meses.
“Los aportes están determinados por la ley 87-01, y para variarlos hay que variar la ley”. Dijo que por ello desde el año pasado operan mesas de trabajo que intentan resolver el entuerto de un sistema de pensiones que está en crisis y ni siquiera ha comenzado a operar en su totalidad. Se trata de una instancia gubernamental y de otra privada y laboral para discutir sobre la seguridad social, “porque este es un tema tripartito y entre los tres debemos tomar las previsiones necesarias para que las pensiones puedan ser suficientes, dignas y garanticen la felicidad de los dominicanos cuando lleguen al fin de su vida laboral”, zanjó.
Pero esa solución de aumentar la edad de jubilación y la cotización no alcanza para todos. La única forma de lograr esa pensión de RD$6,000 pesos a la que se refiere Díaz Santana es si el afiliado cotiza ininterrumpidamente durante 30 años al sistema. No puede quedar desempleado por mucho tiempo ni trabajar en un pequeño emprendimiento informal o por su cuenta.
Rafael Ortiz, un hombre de 68 años de edad que ha laborado de forma independiente toda su vida, no tiene más opción que trabajar hasta que ya no pueda más. Para él no hay pensiones. “Me he pasado la vida trabajando, pero ya llegó un momento en que no puedo hacerlo como antes. Los independientes no tenemos pensiones, no tenemos nada. Cuando a mi se me acabe el dinero que tengo ¿qué es lo que me queda? Morir”, dice.
Y su drama va más allá del tema de las pensiones. Ortiz, quien hace cuatro años sufrió un derrame cerebral, tiene una póliza de seguro que le cubre lo justo. Por su edad, una aseguradora se lo pensaría dos y tres veces para aprobarle un plan de salud, así que debe mantenerse con el que tiene, que no le cubre las consultas médicas y le reconoce una pequeña porción de los 30,000 a 40,000 pesos que gasta cada mes solo en medicinas.
Aunque el caso de Ortiz revela la realidad del trabajador informal —que es más del 50 % del mercado laboral— en el mundo de las pensiones, la vulnerabilidad también abarca a los cotizantes del sistema de seguridad social. Díaz Santana explicó que el seguro de vida, para el que se aporta 1 % del salario cotizable del trabajador, perime cuando éste cumple 65 años de edad. No lo dice la norma 87-01, sino que esta y otras limitaciones se añadieron luego a los reglamentos que, señalan varios expertos, desdibujaron el sentido de la normativa marco de la seguridad social.
“Esos reglamentos no responden a las neccesidades de los trabajadores, porque fueron hechos para beneficiar a las empresas”, dijo Díaz Santana.
La paradoja salarial
De acuerdo a los datos que publicó la Sipen en su boletín enero-marzo de este año, los salarios de los trabajadores se van incrementando a medida que se acercan sus años de retiro, con lo que los aportes más altos a los fondos de pensión ocurren justo cuando la vida laboral está a punto de terminar.
En la actualidad el salario cotizable de los más jóvenes del mercado laboral es, en promedio, de apenas RD$13,157 y el aporte que llega a la cuenta de capitalización individual por esa remuneración es de RD$1,052 al mes. El nivel salarial va avanzando poco a poco, pero no de forma contundente, de manera que cuando los trabajadores alcanzan su edad de jubilación es que registran sus salarios más altos. En la actualidad los mayores de 60 años de edad tienen un salario cotizable de RD$47,931, que se traducen en poco más de RD$3,800 mensual en aporte al fondo de pensión.
El problema no es solo que los salarios son bajos —y por ende, los aportes a las cuentas de capitalización individual—, y que la esperanza de vida aumenta cada vez más, con lo que se necesitan cotizar más años para cubrir esos años adicionales de vida. El estudio “Pensiones: ¿seguridad social o gran negocio?” presentado en conjunto por la fundación chilena Sol, la dominicana Fundación Juan Bosch y la organización no gubernamental internacional Médicos del Mundo, señala que la rentabilidad que genera el negocio de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) —que manejan los ahorros de los cotizantes de pensiones— supera con creces la rentabilidad que se obtiene para los fondos que éstas administran.
“En particular, entre 2004 y 2015, el negocio de las AFP registró una rentabilidad anual promedio sobre su patrimonio de 35,8%, mientras la rentabilidad real anualizada de los fondos ha sido de 4,98%”, señala el reporte.
Y, en todo caso, ese dinero que recibirán los pensionados en realidad comprará muy poco.
En el caso hipotético de una persona que se retira del mundo laboral a los 60 años para vivir de su fondo de pensiones, ¿cuánto podría cubrir de sus gastos? Según el Banco Central de la República Dominicana, el costo de la canasta familiar era de RD$30,832.30 en julio pasado, de manera que una persona que se retira en la actualidad apenas si podría cubrir un tercio del costo de vida. La última vez que el ente emisor presentó una encuesta sobre el gasto en los hogares, en el año 2007, la porción de los egresos familiares que se iba en alimentos era de 21.4 %, en transporte se gastaba 17.3 % del gasto mensual, 10 % en vivienda, 6 % en salud, un 5 % en prendas de vestir y calzado, un 3 % en comunicaciones, y el porcentaje restante en educación, recreación, restaurantes y servicios diversos.
Lo que era y lo que es
“Cuando los trabajadores oigan que el Producto Interno Bruto creció en 6 %, lo vamos a celebrar doblemente porque se estarán beneficiando a través de las cuentas individuales de capitalización y podrán irse a sus casas felices y contentos porque tendrán ingresos suficientes para disfrutar después que dedicaron 30 años a una empresa equis”. Con esa frase la entonces superintendente de Pensiones, Persia Álvarez, daba la bienvenida al inicio de las cotizaciones obligatorias a los fondos de pensiones, en junio del año 2003, una fecha que marca el comienzo formal del sistema previsional en el país.
La ley que rige al sistema de Seguridad Social indica que un 10 % del salario cotizable del trabajador se destina a una cuenta de capitalización individual a su nombre, en la que se depositan los ahorros que pasan a ser manejados por las Administradoras de Fondos Pensiones (AFP). El empleador aporta la mayor parte de la cotización, un 7.12 % del salario, mientras que el 2.88 % queda por parte del trabajador.
Pero ese 10 % no va completo a la cuenta de capitalización individual del cotizante. En realidad, solo se deposita un 8 % porque un 1 % financia el seguro de vida del afiliado, mientras que al otro 1 % del ahorro de cada trabajador se lo come la burocracia y las comisiones. De acuerdo a los datos de la Sipen, a julio de este año cotizaban un total de 1,939,817 ciudadanos a los fondos de pensiones y el salario promedio cotizable era de RD$23,839, por lo que se estima que unos RD$462,432,974 millones al mes nutren a las AFP, a la Sipen y al Fondo de Solidaridad Social.
Cada mes las AFP reciben de los afiliados alrededor de RD$231 millones por el cobro de la comisión por el manejo de sus ahorros, que equivale a 0.5 % del aporte del trabajador. Entre tanto, para el Fondo Solidaridad Social, que la Ley 87-01 define como un instrumento de protección para cotizantes de ingresos bajos a quienes “el Estado dominicano garantizará” el derecho a una pensión mínima a todos los afiliados, los trabajadores contribuyen con 0.4 % de su salario cotizable, de manera que mensualmente ese fondo recibe más de RD$180 millones de los aportes de todos los trabajadores. Adicionalmente, unos RD$46 millones al mes salen del aporte de los cotizantes para financiar las operaciones de la Sipen.
En total, más de RD$5,000 millones anuales salen de los aportes de los trabajadores para financiar las comisiones de las AFP y la burocracia previsional, un monto que equivale a todo el presupuesto público que está destinado este año para atender el mantenimiento, la seguridad y ofrecer asistencia vial en el país, por ejemplo.
Un mercado sin competencia
Un informe del Observatorio de Políticas Sociales y de Desarrollo (OPSD) de la Vicepresidencia de la República reconoce que el mercado de las AFP tiene un nivel considerable de concentración, lo que impide que exista competencia de precios entre ellas. De siete administradoras, “solo cuatro tienen una participación de mercado relevante”, al concentrar 98 % del patrimonio total de este negocio.
“Los datos apuntan a que existen condiciones en el mercado que no fomentan la competencia de precios (como importantes barreras de entrada y un mercado cautivo), sino que esta se basa en los rendimientos ofrecidos para los usuarios, lo que indica la necesidad de que en el Estado, como ente regulador, se lleven a cabo mayores esfuerzos por promover la eficiencia”, resalta el informe del OPSD de finales del año pasado.
Según explica Díaz Santana, esa concentración ha sido favorecida incluso legalmente a través de las normas que se han ido estableciendo con los años. El Reglamento de Pensiones establece, por ejemplo, que cuando un afiliado no elige la Administradora de Riesgos de Salud o AFP a la que quiere pertenecer en el tiempo previsto, se le asigna automáticamente la administradora con más afiliados en la empresa en que labora la persona, “con lo cual se fomenta la concentración y se penaliza el crecimiento de las demás AFP”, sentencia.
Mientras tanto, el Congreso Nacional lleva más de un año revisando la Ley 87-01 y analizando cómo resolver una crisis que lleva años anunciada.
Fuente: Diario Libre