(AFP).-Mientras echan sus redes en las aguas heladas y revueltas frente a la costa nororiental de Inglaterra poco antes del amanecer, los pescadores del «Good Fellowship» albergan la esperanza de que tras el Brexit su negocio vea días mejores.
El capitán del barco, David Shiel, espera que el Brexit dé un impulso a una industria pesquera antaño próspera pero que sufrió varias décadas de declive, en parte atribuidas al permiso que se dio a otros europeos para pescar en aguas británicas.
En la oscuridad total, el pequeño pesquero zarpa desde la ciudad portuaria de North Shields en la desembocadura del río Tyne para faenar durante un día y una noche.
Sus tres ocupantes echan las redes a 13 kilómetros de la costa noreste de Inglaterra, cuyos habitantes votaron abrumadoramente a favor del Brexit. Mientras las redes golpean el lecho marino, atrapando los camarones que terminarán en las mesas de los restaurantes europeos, Shiel considera que ha llegado el momento de que el Reino Unido recupere el control de sus aguas.
Aunque el Reino Unido abandone la Unión Europea (UE) el viernes, el país seguirá vinculado a la Política Pesquera Común hasta el final del período de transición, previsto el 31 de diciembre.
«Está claro que nuestra propia flota debe tener prioridad», dice a la AFP tras zarpar de ese puerto pesquero del siglo XIII, donde tienen su base 33 barcos y 350 pescadores.
– Peso a favor del Brexit –
La pesca representa menos del 0,1% del PIB del Reino Unido, pero la cuestión pesó mucho a favor de abandonar la UE en el referéndum de 2016.
Desde que el país se unió en 1973 a la Comunidad Económica Europea –que posteriormente se convirtió en la UE– la Política Pesquera Común ha concedido a los barcos europeos un acceso igual a los caladeros de otros países miembros, siempre que respeten las cuotas.
Shiel, de 52 años, dice que esto permite a los pescadores europeos competidores capturar cantidades injustificadas de pescado en aguas británicas. Tras el Brexit, el gobierno conservador del primer ministro Boris Johnson quiere legislar para expulsar a los buques extranjeros.
Sin embargo, un diplomático de la UE basado en Bruselas aseguró a la AFP que para conseguir un acuerdo global sobre la nueva relación comercial entre el Reino Unido y la UE, que será objeto de intensas negociaciones tras el Brexit, es condición previa llegar a un entendimiento sobre el acceso a la pesca en aguas británicas.
Muchos pescadores británicos temen ser sacrificados en beneficio de otros sectores más importantes para la economía británica, como los servicios proporcionados por la City, el corazón financiero de Londres.
«Nos han hecho promesas y promesas y en el último minuto nos van a clavar un puñal en la espalda porque no tienen agallas», dijo el capitán, refiriéndose a los políticos británicos.
Los barcos europeos capturan unas seis veces más pescado en aguas británicas que los barcos británicos en aguas de la UE.
Pero al mismo tiempo, el 90% de la captura de los barcos británicos en North Shields es camarón para exportación, casi dos tercios de ella a España, Francia e Italia, según Andy Dixon, director de Caley Fisheries en North Shields.
Y el Reino Unido tiende a importar la mayoría del pescado que consume, incluido el atún, el bacalao y el abadejo.
«Hay que encontrar el equilibrio adecuado», reconoce Dixon tras dirigir las subastas diarias del mercado de pescado. «Sólo esperamos que no nos traicionen. Ya ha sucedido», agrega.
Barrie Deas, jefe de la Federación Nacional de Organizaciones de Pescadores, señala que en 1973 el acceso igualitario a los caladeros «fue visto como una traición porque la industria pesquera fue sacrificada a otros objetivos políticos y económicos nacionales».
De vuelta al puerto, Thomas Glenny, un veterano pescador, afirma lamentar el día en que el Reino Unido se unió al club europeo y expresa su pesimismo: «Sólo espero que las cosas mejoren para nosotros, pero no lo creo».