Para los economistas, la principal variable macroeconómica de un país es el Producto Interno Bruto (PIB), y resulta así porque mide las distintas actividades que generan bienes y servicios finales de los agentes económicos, formales o informales, durante un tiempo definido; por lo que, el tamaño económico de un país subirá, bajará o permanecerá igual, dependiendo de la inversión, el consumo, las exportaciones e importaciones.
En la República Dominicana, la entidad oficial que se encarga del cálculo del PIB es el Banco Central; lo hace amparado en el Sistema de Cuentas Nacionales, auspiciado por los principales organismos internacionales vinculados a la materia; lo que permite que el dato que arroja el desempeño económico del país pueda presumirse como creíble.
Para el año recién concluido, el 2018, las autoridades anunciaron que el PIB creció en torno al 7.0 %, cifra envidiable para cualquier economía sin ocupación plena. Pese al buen dato de la actividad económica y a la gran cobertura mediática, muchos dominicanos muestran incredulidad. Cuáles razones tienen los ciudadanos del país para desconfiar en el crecimiento del PIB; acaso no es cierto que la economía haya aumentado?.
El razonamiento coloquial que circula dentro del público general, da cuenta que si la economía creció, la de ellos no; entonces, para una gran parte de la población el PIB no se ha expandido, como afirman las autoridades.
En mi interpretación sobre la incredulidad ciudadana, acerca de la percepción del desempeño económico, radica en al menos tres variables básicas, cuantificadas y publicadas por organismos oficiales, lo que permite mitigar juicios de valor no sustentados en datos sistemáticos, como es el caso de la calidad del empleo.
Las tres variables a la que hago referencia para la economía dominicana son: El Coeficiente de Gini, como medidor de la distribución del ingreso, la brecha entre el salario y el costo de la canasta básica de bienes y servicios, que cuantifica la insuficiencia de ingreso monetario para suplir necesidades y la generación de empleo en los sectores promotores del movimiento del PIB.
Veamos cómo se ha comportado la evidencia empírica en el país que sustenta las razones de los ciudadanos que aducen no recibir el crecimiento económico afirmado por el dato oficial; pese al aval de los organismos internacionales. En el caso del Índice del Coeficiente de Gini, un indicador de importancia clave en la medición de la pobreza de un país, dado que hace referencia a la distribución de los recursos que genera la economía, con una escala del 0 al 1, siendo el primer número indicativo de equidad distributiva y el segundo, de total inequidad.
Para la República Dominicana, el Coeficiente de Gini es de 0.4683, un dato que ubica al país con una muy baja distribución del ingreso, que equivale a decir alta concentración de la riqueza nacional, colocándonos dentro del umbral número 7 de las 10 categorías de colores. La referida ubicación del índice ofrece evidencia argumental como para que muchos ciudadanos no reciban parte de los resultados del real crecimiento que experimenta la economía nacional y solo los usufructúen unos pocos.
En la misma línea argumental de la evidencia empírica observable, se encuentra la brecha entre las distintas escalas de salario mínimo y los costos de la canasta básica familiar. De conformidad a las distintas frecuencias establecidas por el Comité Nacional de Salarios, las actuales se mueven en el rango de RD$ 9,411.60 a RD$ 15,447.60 mensuales y de RD$ 320.40 diarios por jornada de 10 horas diarias para trabajadores del campo.
Mientras, los distintos costos de la canasta básica familiar a diciembre de 2018, para el grupo de ingresos más bajos, es de RD$ 13,818 mensual y los de más altos niveles de ingresos de RD$ 62,029, en tanto, la media nacional se coloca en RD$ 30,333; al comparar esos valores con los de la escala salarial, se produce un descalce importante que genera brechas en todos los niveles a desfavor de los asalariados.
Como muestra, es el caso del salario mínimo inferior que corresponde a RD$ 9,441 vs el costo de la canasta básica perteneciente al quintil de menor ingreso que es de RD$13,818; por diferencia comparativa se puede apreciar una insuficiencia de ingresos para suplir el costo de la canasta por RD$ 4,477 mensual, si extendemos el cruce entre el salario mínimo superior con el costo medio de la canasta, la diferencia de la brecha aumenta a RD$ 14,886 al mes. La evidencia refuerza el argumento ciudadano del por qué no reciben el crecimiento económico que muestra el PIB y ahí otra parte que alimenta incredulidad.
Por el lado de las fuentes de trabajo, los últimos datos señalan que en el 2018 se crearon alrededor de 160,000 empleos y que la desocupación abierta se sitúa en 5.6 %, como expresión de la expansión económica; sin embargo, el dato relativo no parece ser consistente con el nivel alcanzado por el desempleo abierto en 2016, cuando fue de 5.2 %; otra razón argumental que podría fortalecer la creencia ciudadana de que su economía no crece como el PIB.
En cuanto a los sectores que más incidencia han tenido en la expansión del PIB están las Comunicaciones con 11.0 %, la Construcción con 10.6 %, las Zonas Francas con 9.1 % y la Salud con 8.8 %, entre otros. Al auscultar los sectores promotores del crecimiento del 2018 y su participación dentro de la población perceptora de ingresos, encontramos que, las Comunicaciones ocupan alrededor del 7.0 % del total de la población ocupada, sin descontar la parte relativa al transporte, la Construcción con 6.6 %, con la salvedad que esta actividad tiene una fuerte presencia de mano de obra extranjera, y en lo relativo a las Zonas Francas, la población ocupada en ese sector, asumiendo que pertenece a la industria manufacturera, alcanza el 9.7 %.
Los dos sectores en la República Dominicana que más mano de obra ocupan son la agricultura/ganadería, también con apreciable empleo extranjero y el comercio al por mayor y detalle, con 12.2 % y 20.6 %, respectivamente del total.
Los matices respecto al empleo indicados más arriba, contribuyen a fortalecer, junto con la brecha del salario mínimo/costo canasta básica y la desigual distribución del ingreso, medida por el Índice de Gini, la desconfianza en el crecimiento que ha venido presentando la economía nacional a lo largo de al menos una década por parte de los ciudadanos.
La incredulidad de la población sobre el desempeño económico vs el real crecimiento que ha mostrado el PIB dominicano es un desafío de política pública. Mejorar la distribución del ingreso, propiciar un crecimiento inclusivo, crear fuente de empleo nacional y cerrar la brecha salarial vs costo de la canasta, son causales que podrían contribuir a disminuir el espejismo del PIB, invertido su crecimiento para los que su expansión económica no lo alcanza.