En nuestro país ha sido una práctica recurrente que la formulación de los presupuestos de los años siguientes a los períodos electorales, sea realizada por las autoridades que entran, aunque con las estimaciones de los incumbentes salientes, porque las proyecciones utilizadas para su formulación se inician cerca del mes de abril de cada año.
La pandemia del COVID19 indudablemente que ha traído serias dificultades en las cuentas fiscales, provocando cambios en el manejo presupuestario tradicional. Es la primera vez en los 83 años que tiene la Dirección General de Presupuesto, órgano rector del Sistema Presupuestario Dominicano, que esta Institución presentó un proyecto de presupuesto complementario antes de haber finalizado el primer semestre del año.
Esto provoca una dificultad, pues al séptimo mes de cada año presupuestario las directrices generales previstas para las instancias estatales ya han sido emitidas para su correspondiente validación o modificación.
El cierre de la economía entre los meses de marzo a mayo, representó un duro golpe al turismo, las exportaciones y otras actividades que sustentan el crecimiento económico, este acontecimiento afectó la ejecución presupuestaria y con ello, el diseño y formulación para el presupuesto 2021. Al reducirse la recaudación de los ingresos y el gobierno saliente aplicar los subsidios sociales para palear la inmovilidad laboral, la medida generó un aumento significativo del gasto público.
Es un efecto negativo para las finanzas públicas, pues como resultado lo que se ha obtenido es el aumento del déficit fiscal, de un estimado original 2.2% del PIB, a una valoración que sobrepasa poco más del 5%.
Cuando el gobierno presentó el presupuesto complementario a inicios del mes de junio, nos dió una clara señal sobre el impacto que sufrió la economía, lo confirma el hecho de que se haya solicitado al Congreso autorización para buscar financiamiento por RD$1,500 millones, lo que produjo que por primera vez nuestro país alcanzara un presupuesto de gastos por RD$1, 070, 312, 255,666, superando el billón de pesos.
En una economía que requiere del estímulo del gasto público para lograr respirar, considerando que su tope de gastos para el año entrante no deberá ser menor ni igual al ya ampliado, con la estimación de un crecimiento plano que en su mejor proyección apunta al 0.8% según los pronósticos del FMI y el Banco Mundial, las acciones a implementarse deberán ser meditadas. Lo enrevesado de la referencia teórica del presupuesto plurianual, es un gran reto al que se enfrentarán las nuevas autoridades.
Son decisiones inteligentes que el presidente electo priorice los sectores economía y salud, creando las estrategias que puedan disminuir el contagio por COVID19 al tiempo que permitan la dinamización de la economía. Observar la tasa de cambio, la disminución de las exportaciones y la inflación, implementando medidas que le autoricen mantenerse dentro del rango de meta 4.0%+-1.0%, son acciones que facilitarán un efectivo plan de gastos.
El presidente electo y su equipo económico tienen a partir del 16 de agosto el reto de recuperar la economía, impulsando los sectores productivos y garantizando la protección social, sin faltar a sus promesas de campaña.