En economía, es frecuente el tomar prestados recursos financieros, con la finalidad de aprovechar oportunidades y complementar el financiamiento de actividades productivas, comerciales y de consumo. Lo mismo se hace cuando acudimos en busca de conocimientos ofrecidos por otras disciplinas, como por ejemplo, la psicología, al requerirse aspectos relacionados con la economía conductual; y con la economía forense, al necesitarse utilizar los lineamientos que provee el Derecho.
De igual manera, muchos otros conceptos aislados o no son incorporados a los análisis económicos para enriquecerlos. La bipolaridad es una muestra de ello que al ser extrapolada desde la psicología, en la acepción de los cambios de conductas humanas a variables de la economía, con movimientos en direcciones opuestas al desempeño observado en tiempos distintos, o en forma simultánea, cuando se trata de variables vinculables.
Para el caso que ocupa la atención a esta opinión, hemos seleccionado seis indicadores de naturaleza económica que pueden ser considerados como señales de comportamiento hacia el alza o baja, en momentos distintos, indicativo de bipolaridad económica: El Índice de Confianza al Consumidor (ICC), el Índice de Competitividad (IC), la tasa de inflación, el PIB, la tasa de interés activa bancaria y la tasa de política monetaria del Banco Central.
El ICC, conforme a las distintas encuestas que ha realizado y publicado el Ministerio de Economía y Planificación de la República Dominicana; y en una escala de 0 a 100 puntos que indica que mientras más alto sea el número, mayor será la confianza de los consumidores sobre la economía; y lo contrario, revela en sus últimas tres entregas que el referido indicador muestra un comportamiento bipolar. Para octubre de 2016 alcanzó 73 puntos, luego en mayo de 2017 subió a 76 puntos, siendo el mejor de los tres, posteriormente a diciembre de 2017 cayó a 69 puntos, correspondiendo al peor de las tres mediciones.
Por su lado, el Índice de Competitividad de la Economía Nacional, que es medido de manera periódica por el Foro de Competitividad Global para 140 países, evalúa los factores que inciden en la productividad de las economías locales. La República Dominicana en el 2015 ocupó dentro del ranking de naciones el lugar número 98, después en 2016 mejoró y se posicionó en el 92, para luego desmejorar su competitividad, al colocarse en el número 104; perdiendo, entonces, durante las dos últimas mediciones 12 puntos, dentro de la lista de países que fueron evaluados; señal también de bipolaridad de la economía dominicana.
Referente a la Tasa de Interés Activa promedio ponderada, del primer trimestre de los años que comprenden el periodo 2015-2016 de la banca múltiple que lidera las entidades que conforman el sistema financiero nacional; los datos de esa variable reflejan un movimiento zigzagueante, al bajar, subir y luego disminuir de manera pronunciada; propio de la conducta económica bipolar. Durante el 2016 la tasa de interés activa fue de 15.5 %, luego en 2017 se incrementó a un 15.8 % y en el 2017 cerró a la baja con un 11.6 %.
En cuanto al comportamiento de los precios al consumidor, medido por la tasa de inflación, esta variable mostró un comportamiento también bipolar; pues durante el trimestre enero/marzo de 2015 registró una magnitud negativa del orden de 0.58 %, la que luego se elevó a 2.5 % para iguales meses en 2016 y, finalmente, volvió a disminuir, al situarse para el mismo lapso de tiempo en 0.55 % en 2017.
Para el principal indicador de la economía, el PIB, su tamaño ha presentado cambios en la tasa de crecimiento; que aunque muestran aumentos, por otro lado es manifestación de ralentización de la economía. El PIB durante el primer trimestre de 2016 creció a una tasa de 6.2 %, luego se desaceleró y cayó a 5.5 % en igual periodo de meses del 2017; y ahora para los tres primeros meses del 2018 ha repuntado hasta situarse en 6.4 %. Este vaivén es indicativo de que su comportamiento ha sido de naturaleza bipolar.
En términos generales, la economía nacional muestra signos de bipolaridad y, probablemente, los más indicativos de todos son los que se expresan a través de las variables del ICC y el IC; no solo por sus comportamientos particulares, sino también, porque éstos se muestran al relacionar otras variables con resultados disímiles, debido al movimiento acaecido en otras direcciones; como es el caso del crecimiento de la economía, que se produce pese a la baja de la competitividad, en tanto el cambio se dirige a una mayor desconfianza de los consumidores; así como además, una baja en el precio del dinero, mientras desmejora la competitividad.
En una economía, lo ideal sería que sus variables manifiesten desempeños armoniosos y uniformes, pero la realidad es otra; de ahí parte de la magia de esta ciencia, que envuelve un conjunto de recursos para el diseño y manejo de la política económica, cuando se tiene una visión clara de lo que se persigue en términos objetivos estratégicos.