Por Maritza Ruiz Abad*
El sábado trece de julio, si trece, como si se tratara de un mal presagio o conjuro, el candidato a la presidencia por los Estados Unidos, Donald Trump, fue objeto de lo que hasta ahora se presume un atentado, donde una de sus orejas se vio comprometida, pero su cabeza salió ilesa.
De ese tipo de sobresaltos está llena la historia de nuestros hermanos estadounidenses. Ahí están como ejemplo cuatro presidentes muertos y otros tantos emboscados, pero, por la gran providencia, vivieron para contarlo.
Aquí en el patio no nos quedamos atrás. Como si asumiéramos la influencia que nos han heredado los amigos del norte, las películas de Hollywood y las fantasías animadas de ayer y hoy, también contamos los decesos de presidentes y líderes que, en su momento, fueron desterrados de su presente y convertidos en historia.
La sangre de uno de nuestros presidentes manchó el paredón de fusilamiento; el corazón de otro quedó traspasado por un disparo en las calles polvorientas de Moca y dos más, fueron ajusticiados ante el aroma y el salitre del mar como testigos mudos.
Pero nuestra historia contemporánea también ubica en un momento de dificultad al doctor Balaguer y, más recientemente, se documentan las cinco amenazas de las que ha sido objeto el actual presidente, Luis Abinader. Esta última, cerrando el telón con un joven entregado a las autoridades.
Y es que, sea en Estados Unidos, República Dominicana o cualquier parte del mundo, siempre hay o habrá individuos conjurados para matar las estructuras de poder que entienden adversas y erradas: otros se inmolan en nombre de la divinidad y las causas; pero habrá muchos que buscarán su conveniencia, su estatus quo y su permanencia en el bando que disfruta las mieles. Habrá quien se resista a ideologías, a simpatías y a dogmas. Habrá quienes se constituyan en héroes y sus nombres señalan alguna calle importante o un monumento especial.
Pero también habrá quien levante consignas mientras su oreja sangra; habrá quienes saquen beneficio y partido de la tragedia. Tendremos a alguien que sea víctima, aunque tenga que ver morir al victimario; tendremos personas que amenazan solo por generar vistas y tener el poder de un minuto de fama.
*Relacionista Público y Comunicadora