Por César David Santana ([email protected])
Preámbulo
A propósito de la agitada agenda política que vive el país, con motivo, tanto de las elecciones municipales ya celebradas, como de las presidenciales y congresuales, pautadas para mayo próximo, se impone algún ejercicio de reflexión en torno al panorama actual, siempre desde la óptica de que los que hemos tenido la oportunidad de agenciarnos una cierta formación en temas “humanísticos”, les debemos nuestra opinión a los demás, como dijera un destacado filósofo latinoamericano, de otros tiempos.
En esa dirección, nos parece esencial una mirada a la actual correlación de fuerzas, en la línea de aventurar algunas ideas en torno a la ventaja que las encuestas le dan al actual Presidente-candidato, de cara a su posible reelección, en mayo próximo.
Al respecto, entendemos que las razones son -en lo esencial- de tres tipos: 1) Por una parte, que las que le ayudaron a desplazar al anterior partido en el poder -especialmente, el tema de la corrupción- sigue vigente en el imaginario popular. 2) Corolario de lo anterior, que la oposición no ha superado las causas de su derrota en el pasado certamen comicial; específicamente, la división y la consecuente atomización. 3) Un “razonable” manejo de la economía, unido a un “brillante” ejercicio de la comunicación de parte del actual gobierno. Veámoslos todos, en ese mismo orden.
La deteriorada imagen con que salió del poder el PLD
En tal sentido, es evidente que la percepción de corrupción generalizada, amén del factor cansancio, constituyeron una de las razones por la que un partido que en las elecciones anteriores triunfó con más del 60% de los votos, luce ahora sin mayores posibilidades de competir; al menos, por sí solo. Los sometimientos a la justicia, especialmente, de figuras familiarmente unidas -o cercanas- al pasado Presidente, Danilo Medina, han mermado mucho, no sólo su caudal electoral, sino la “credibilidad” de sus principales figuras. Es lo que permite entender la selección, como candidato actual, de una figura que -si bien “pujante”, no parece estar del todo listo como para retar al actual Presidente de la República, en su apuesta por la reelección. La falta de un verdadero proceso de “auto-crítica” de la alta dirigencia de ese partido, unida al visible “aferramiento” a la jefatura del mismo, de parte del pasado Presidente de la Nación, impide que pueda tener un verdadero “relanzamiento”, a corto plazo.
La división de la oposición
Lo anterior se magnifica en la medida que persiste la división que abonó el camino de la derrota en los comicios de 2020. De todos es conocido lo que sucedió entonces. El expresidente, Leonel Fernández, imposibilitado de deshacerse del peso del liderazgo, y, consecuentemente, de la pretensión de volver al poder, se aventuró por el camino de la división a propósito de las primarias internas de ese año. Los resultados no se hicieron esperar: el PLD bajó su votación anterior en más de 25 puntos porcentuales -en gran medida- capturados por la oposición de entonces; la cual se hizo con el poder en una sola vuelta. A partir de ahí, surge una nueva formación política importante, encabezada por el primer Presidente peledeista, quien vio así cumplida su sentencia de que “los engreídos del Palacio saldrían del poder”. En la medida que el nuevo partido, la Fuerza del Pueblo, consiguió estrenarse con todo un bloque congresual, donde destacan -por un lado- cinco senadores, mayoritariamente, votados en la boleta del triunfante Partido Revolucionario Moderno, como en la del PLD, en el caso de dos más de ellos, dicho litoral se “consolidó” como una fuerza política de primer orden; al punto que figura en la segunda posición en la intención de voto presidencial, en la mayoría de las encuestas.
En esa situación, pese a los esfuerzos unitarios concretados en la llamada alianza “Rescate RD”, formada por los dos segmentos del antiguo PLD; cada uno con su candidato presidencial, más el -hoy- muy disminuido Partido Revolucionario Dominicano, PRD, es evidente que queda “tela por cortar”, y que las sinergias anímicas, rotas por la división, no terminan aún de sanar. De hecho, el acuerdo de alianza en segunda vuelta, denota -en sí mismo- el carácter más bien “formal” de dicho “entendimiento” y lo “limitada” de esa apuesta.
El Gobierno del PRM y su manejo económico y comunicacional
Un último elemento, tiene que ser el manejo gubernamental del Partido en el Poder y su “activo” Presidente. Al respecto, planteamos una hipótesis que nos parece esencial: la “virtud” en el manejo económico del actual gobierno ha residido en dos cosas. Por una parte, dar continuidad a lo encontrado que tiene un indudable sentido para la población. En tal sentido, el gasto social ha sido gerenciado con evidente inteligencia: no sólo se han mantenido determinados programas “perentorios”: el SENASA, el sistema de subsidios focalizados, las ayudas coyunturales que maneja el Plan Social de la Presidencia, el subsidio a la tarifa eléctrica y a los combustibles, etc., sino que -incluso- se ha incrementado el monto de las dotaciones a los beneficiarios, si bien ha sido al costo de “ralentizar” la inversión (de capital). En esa línea de pensamiento, el actual gobierno ha recurrido al endeudamiento, interno y externo, evitando pasarle la “factura” a la población, mediante la consabida reforma fiscal; la cual -tácticamente- ha sido aplazada para cuando sea una realidad la victoria anunciada para el 19 de mayo próximo.
En esa misma dirección ha obrado la “comunicación” desde el Palacio y el Partido, para no decir la propaganda. Desde sus inicios, el actual gobierno, no sólo empleó los expedientes por corrupción como arma política esencial para “desbancar” a un partido que había gobernado por 20 años, sino que también ha hecho un muy efectivo manejo publicitario, gerenciado por figuras mediáticas, “ajenas al Partido de Gobierno”, a las cuales, les ha brindado todo tipo de facilidades para promoverse y, de paso, resaltar la presente obra de gobierno. Un caso paradigmático es el del conductor televisivo de uno de los principales programas de variedades del mediodía; al cual -amén del apoyo publicitario- le ha sido confiado la dirección de la televisión estatal, con lo cual -en base a una hábil “jugada de pinza”- se ha logrado controlar el grueso de la opinión mediática televisiva.
Las situaciones antes esbozadas, amén de las indudables condiciones personales del actual Primer Mandatario de la Nación, actuando de manera “concertada”, han abonado el camino para lo que se percibe como una inevitable victoria del proyecto “reeleccionista”, de cara a las elecciones de mayo próximo.