Doña Blanca Reyes reconoció con horror esta mañana a uno de sus vecinos entre las fotos de los muertos que publican los diarios locales.
Ella es una de las más de 400 personas, entre ellas un centenar de niños y decenas de ancianos, que se alojan en el albergue temporal del salón de actos del municipio de Escuintla, habilitado de emergencia para las víctimas de la erupción del Volcán de Fuego, en Guatemala.
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Blanca Reyes tiene cuatro hijos y es de San Miguel de Los Lotes, una aldea en la que viven unas 400 personas, que según testimonios quedó totalmente arrasada por la lava y las cenizas que el domingo por la tarde asolaron esta zona de la falda del volcán.
El periodista del diario local Prensa Libre, Javier Lainfiesta, visitó el albergue y habló con muchos de los sobrevivientes de distintas aldeas del municipio.
Según sus testimonios y las fotografías, la comunidad más afectada es la de «Los Lotes«, que está más próxima al volcán.
Balance de víctimas en Guatemala
Según le describió a BBC Mundo, allí «literalmente la lava y la ceniza destruyó todas las casas, quedó todo totalmente soterrado».
«No hay ninguna construcción en pie en este momento y por lo menos unas 400 personas vivían ahí», dijo Lainfiesta.
«Se está temiendo lo peor, que la mayoría de las personas no haya podido escapar».
Familiares buscando a sus desaparecidos
BBC Mundo habló con otro periodista de Prensa Libre, Edwin Pitán, que visitó este lunes la comunidad de Los Lotes, donde se estima que más de 100 personas permanecen desaparecidas, de acuerdo a la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres de Guatemala (Conred).
«Prácticamente lo que hemos visto es la Pompeya de Guatemala«, le dijo a BBC Mundo.
«Hay comunidades soterradas, hemos visto cadáveres calcinados, varios niños… hay familiares muy preocupados, llorando, y gente incluso metiéndose al lugar por su propia cuenta, con palas y palos para rescatar cadáveres», describió Pitán.
Cuenta que hubo un momento el lunes temprano en que tanto los periodistas como los bomberos y los líderes comunitarios tuvieron que salir corriendo porque todavía corría la lava.
«Cuando yo ingresé había piedras calientes y de algunas casas salía humo. Todavía se siente el vapor caliente de la expulsión de ceniza y de lava».
«A las casas que están en la parte más alta todavía se les ve un poco el techo pero todas las que están en la parte baja y que colindan con la carretera, digamos que quedaron soterradas. Ya no hay rastro de ellas», describió.
Por debajo de las capas de ceniza todavía hay lava. Pitán describió cómo otro periodista pisó accidentalmente en la arena volcánica, se quemó el pie y tuvo que ser evacuado.
Según Pitán los bomberos están construyendo pasillos con madera para poder caminar sobre la arena volcánica para poder acceder a las viviendas y rescatar cadáveres.
Dice que conforme pasen las horas y vayan accediendo a las casa puede ir aumentando el número de víctimas mortales.
«Se salvaron de casualidad»
Blanca Reyes cree que se salvó de casualidad: por haber estado visitando a unos parientes cuya casa está en la orilla de la carretera.
Su vecino de enfrente es una de las víctimas mortales y ahora ella teme por la vida de dos de sus sobrinas que permanecen desaparecidas.
Según describe Javier Lainfiesta, de Prensa Libre, las casas en estas comunidades siempre están dispersas a lo largo de la carretera y la lava llegó por la parte de atrás, de manera que solo los vecinos más próximos a la calle habrían tenido tiempo de escapar.
Quienes estaban en las casas más próximas a lo que denominan como «el callejón», en la parte de atrás de Los Lotes, no tuvieron tiempo de huir de la lava.
«Que el volcán erupcione es como que llueva»
«Ellos sabían que había un flujo de lava que estaba erupcionando desde la mañana», cuenta Lainfiesta, «pero por la tarde hubo una segunda erupción que aceleró el descenso de la lava».
«Y eso hizo que tomara por sorpresa a todos. Cuando se dieron cuenta ya era muy tarde», describe el periodista de Prensa Libre.
Lainfiesta le preguntó a los sobrevivientes por qué no se inquietaron antes por la erupción y desalojaron la zona con más tiempo.
«Argumentan que, para ellos, que el volcán erupcione es como que llueva«, porque siempre hay actividad volcánica y lo ven como algo cotidiano, explica el periodista.
Sin embargo, «la diferencia es que en esta ocasión la actividad fue muy prolongada y eso hizo que se llenaran de lava unas cuencas que funcionan como si fueran presas naturales, que evitan que los flujos alcancen a las comunidades».
«No es solo lava: es una mezcla de cenizas, de sedimento, de arena, de tierra caliente, técnicamente se llaman flujos piroclásticos. Contienen lodo y gases. Todo eso está sumamente caliente y eso es lo que quema a las personas», explicó Lainfiesta.
Estos ríos arrastraron casas y vegetación y bloquearon el acceso a varias carreteras.
Fuente: BBC Mundo