Primera actitud a la que nos lleva el Adviento: reconocer que no soy digno.

Segundo: reconocer que en la propia casa, regalo de Dios, hay tanto y tanto que debo cambiar, mejorar y transformar porque no están bien las cosas, el modo de proceder y no hay paz con los demás, y de ser así, no hay paz mental.

Jesús Eucaristía quiere venir a tu casa. ¡Limpiarla pronto, ordenarla rápido!.

La finalidad: acoger a la Palabra que se hace Carne en su venida diaria en el Altar del hogar familiar.

Ser sirvientes, no violentos centuriones que aplastan a los demás por propio gusto.

Iglesia, lugar de acogida y promoción de los que vienen de oriente y occidente para transformarnos en MEJORES PERSONAS, humildes… y sencillísimas.