Es un imperativo seguir el ejemplo de radicalidad de San Juan el Bautista, el tercero en importancia en la jerarquía de los Santos, después de la Virgen María, nuestra Madre y San José, su Castísimo esposo.

Podemos estar aplastados por el pesimismo, pensar que las cosas no mejoran después de 60 años de reforma conciliar. Algunos podrán decir: las cosas están peores. ¿Se habrá Dios olvidado de SU IGLESIA?.

Esta Santa Misa la ofrecemos por los que han perdido la esperanza en que las cosas pueden cambiar para el bien de todos, en especial, para los más desfavorecidos.

Pedimos para que recuperen esa ilusión que les impulsó a dar un sí a la Fe Catolica de manera consciente, a entregarse a Jesucristo, volver a los Sacramentos, y con entusiasmo conocer la enseñanza de la Iglesia.

Pedimos que recuperen la ilusión de que la
Iglesia verdadera es Familia de Dios.

Preparar el Camino del Señor no es algo privatizado, a mi gusto, para ser el protagonista beneficiario. La Fe Católica es comunitaria y social.

Comulgar del Cuerpo y Sangre de Cristo implica un compromiso frontal y público con los más necesitados de acuerdo al Reino de Dios para transformar esta sociedad injusta en un lugar de trabajo digno y honrado, de respeto, igualdad y servicio a las personas de toda cultura y condición.

¡A esto llama el Concilio Ecuménico Vaticano II, la voz del Espíritu Santo para nuestra época, vivir la vocación de todo hombre a la santidad!.