La desaceleración en las ventas de vehículos esperada para este año en Estados Unidos excluiría al segmento de lujo, en el que la exclusividad, la estética y el poder conviven cada vez más con los dispositivos y la tecnología eléctrica para seducir tanto a los «puristas» como a los jóvenes millonarios.
En el Salón del Automóvil de Nueva York, inaugurado el viernes, estas dos concepciones del automóvil de lujo son inseparables. Los grupos del sector no quieren perderse a la nueva generación de jóvenes acaudalados que creció con la tecnología y mayor consciencia sobre el cambio climático.
Mercedes-Benz ha revelado la nueva generación de SUV GLS, equipado con un nuevo sistema de entretenimiento (MBUX) con funciones avanzadas.
Este tecnología está dotada de un asistente de voz llamado «Hey Mercedes», que incorpora inteligencia artificial para aprender los hábitos de su propietario y aplicarlos para mayor comodidad.
El accesorio transforma el vehículo en un auto inteligente, como «Kitt», el vehículo que condujo a David Hasselhoff, también conocido como Michael Knight, en la exitosa serie K 2000 (Knight Rider) de la década de 1980.
«El reconocimiento de voz es algo que los clientes quieren», dice Dietmar Exler, director ejecutivo de Mercedes en Estados Unidos.
«Es más práctico: el auto lee sus correos electrónicos o mensajes; no tienes que quitar los ojos de la carretera ni dejar el volante para agarrar su teléfono, es más seguro», agrega, convencido de que esta herramienta atraerá a los jóvenes millonarios.
El número de acaudalados de corta edad está aumentando en Estados Unidos como consecuencia de la bonanza en los mercados de valores y el éxito de nuevas empresas que revolucionan sectores enteros de la economía.
Con los ojos puestos en este segmento del mercado, la casa italiana Pininfarina presentó al Battista, un automóvil eléctrico que se vendió por 2,27 millones de dólar en una galería de arte en el moderno barrio de Chelsea, en Manhattan.
Equipado con 1.900 caballos de fuerza, sería capaz de alcanzar casi 100 km/h en dos segundos, algo más rápido que un auto de Fórmula 1.
Al igual que Genesis (Hyundai), que reveló Mint («Menta»), un concepto de automóvil urbano eléctrico con un interior minimalista, la marca italiana cree que los jóvenes adinerados están listos para sacar su billetera para un automóvil amigable con el medio ambiente.
Otras marcas juegan con el poder y la exclusividad para preservar a sus clientes. Es el caso de Porsche, cuyo 911 Speedster (que se pronuncia «nueve once») es una combinación de refinamiento y conducción dinámica. El motor está en la parte trasera; el chasis es extremadamente bajo.
Se producirán y venderán menos de 2.000 unidades en todo el mundo, una estrategia de exclusividad, mientras el grupo alemán incrementa sus ventas en Estados Unidos, con un alza del 7,5% en el primer trimestre en un mercado en retroceso.
«Las señales son verdes», dijo a la AFP un portavoz de Porsche.
«Los ricos están buscando lo último; quieren un auto que les permita sobresalir», dice Brian Miller, distribuidor de New York Bentley, Rolls Royce, Ferrari, Lamborghini y Bugatti, cuyo último modelo es un auto deportivo llamado Chiron.
En el mismo sentido opina Bob Laishley, de Nissan, quien diseñó una edición limitada de 50 autos del GT-R, el GT-R 50, una de las estrellas de la saga de películas de acción «Rápido y furioso».
«Todos los materiales en este automóvil son genuinos: el carbono es carbono, no es sintético», dice Laishey, director del programa de autos deportivos de Nissan. «Cada detalle ha sido hecho a mano, está hecho a medida».
Para tener éxito, dice Exler, «un automóvil de lujo hoy debe abarcar tres dimensiones: diseño, potencia y tecnología».
En 2018, las ventas de vehículos de lujo disminuyeron un 0,3%, a 2,02 millones de unidades en Estados Unidos, mientras que el mercado automotor registró un pequeño aumento del 0,6%, según cifras oficiales.
Sin embargo, se espera que la tendencia se revierta en 2019, dicen los expertos. Entre las causas está el hecho de que los más adinerados aún se benefician de los recortes de impuestos decididos por la administración Trump hace dos años, aunque eso ya no ocurre en una gran cantidad de hogares.