Llevar una sonrisa a donde la enfermedad trae lágrimas. Darles la oportunidad a chicas y chicos con cáncer de escapar por un rato de las penas del hospital para convertirse en princesas de larguísimas trenzas y superhéroes con capas. Ése es el objetivo de Creando Luz (facebook.com/creandoluzong), un proyecto social que nació a mediados de 2016 en el corazón del Hospital de Niños Pedro Elizalde, de la mano de Belén Di Gregorio y Marita Stroman, dos mujeres que creen fuertemente que el amor, sana.
«Cuando los chicos están internados o en situación de tránsito hospitalario, no tienen muchas oportunidades para jugar», explica Belén, de 35 años y que llegó al Elizalde junto con una organización social de la que era voluntaria. «Visitando con Marita el área de hematooncología y el hospital de día, vimos que había muchos nenes, pero pocos juegos. Había disfraces de princesas, pero les faltaba algo: el pelo. ¡Las princesas de Disney tienen unas cabelleras larguísimas!»
Disfraces para todos
Así nació la idea de una iniciativa solidaria propia, aparentemente sencilla, pero capaz de llevar una alegría enorme a los pequeños pacientes: hacer pelucas de tela para las nenas, junto con capas y máscaras para los varones.
«Empezamos a investigar proyectos en otros países y averiguamos con los médicos qué material podíamos usar. Un día, compramos jersey de algodón, modal finito, y empezamos a probar», recuerda Belén. «Nos costó llegar al modelo adecuado: hicimos la primera peluca, la trenzamos y le pusimos florcitas.»
Lo único que faltaba era probarla. En julio, fueron al hospital y buscaron una paciente. «Encontramos una nena y le pedimos permiso para ponerle la peluca, sin saber su nombre. Nos dijo que sí, y cuando se la quisimos sacar, no pudimos: ¡se la quería quedar a toda costa!», cuenta Di Gregorio. Cuando les dijo que se llamaba Luz, Marita y Belén se miraron: «Estamos creando Luz», dijeron. Ése día volvieron a sus casas llorando de la emoción.
Las voluntarias armaron una página en Facebook y empezaron a pedir lo que necesitaban: flores hechas con crochet, cintas, canutillos, telas. La respuesta superó todas sus expectativas: las encomiendas llegaron desde distintos puntos del país. «La gente empezó a sumarse: desde abuelas hasta jóvenes que compartían nuestra página o nos pedían trenzar o cortar las telas», dice Belén. «Un fin de semana hicimos una reunión en una casa y pasaron 70 personas en dos días». Esa convocatoria les permitió entregar las primeras 150 pelucas al Elizalde en noviembre. Además, renovaron todos los disfraces y actualmente se encuentran haciendo los trámites para convertirse en fundación.
«Hay mucha gente que perdió a un familiar de cáncer o que está transitando la enfermedad, y que le da fuerza ayudar a hacer las pelucas», concluye Belén. «Todos pueden colaborar desde su lugar.»
Fuente: La Nación argentina