El demócrata mantiene su inocencia, pero renuncia arguyendo que lo hace por el bien de los neoyorquinos
“En mi mente nunca he cruzado la línea, pero las líneas se han redibujado”, ha dicho Cuomo, cuya dimisión será efectiva en 14 días. El aún gobernador, de 63 años, ha reconocido que mantuvo un trato “demasiado familiar” con sus subordinadas para los actuales usos sociales y pidió disculpas por ello, admitiendo que las había hecho sentir mal, pero negó que se propasara. “Yo abrazo a la gente, la beso, a hombres y a mujeres, desde que tengo uso de razón”, ha subrayado.
No está claro qué ha acabado por doblegar al veterano político. El viernes una empleada, Brittany Commisso, presentó la primera denuncia penal por abuso contra el demócrata. La jefa de gabinete, Melissa DeRosa, dimitió el domingo. Este martes, al dirigirse a los estadounidenses, Cuomo ha insistido en que el proceso “tiene una motivación política” y ha cuestionado la credibilidad de las pesquisas encargadas por la Fiscalía de Nueva York. Aun así, ha asumido que todo este proceso que le esperaba —el impeachment en la Asamblea y los posibles procedimientos penales— hacían imposible la gobernabilidad y ha justificado su renuncia por el bien de los neoyorquinos.
La Fiscalía de Nueva York encargó una investigación independiente a dos abogados el pasado marzo a raíz de varias denuncias de acoso por parte de diferentes mujeres. Durante alrededor de cinco meses, examinaron unos 74.000 materiales (documentos, correos, mensajes, fotografías) y entrevistaron a 179 personas para concluir, en un informe de 165 páginas, que el gobernador Cuomo había asediado a 11 mujeres —9 de ellas empleadas o exempleadas— con tocamientos inapropiados o comentarios y había tomado represalias contra una de las que se habían quejado públicamente. “Nuestra investigación ha revelado que estos no eran incidentes aislados, sino que formaban parte de un patrón de comportamiento”, dijo en la rueda de prensa Joon H. Kim, uno de los dos abogados al frente del caso.
El propio Cuomo había impulsado nuevas leyes contra el abuso en plena ola feminista Me Too. Fue un político controvertido desde sus más tiernos inicios a la sombra de su padre, pero una caída en desgracia tan abrupta como la que ha protagonizado, en menos de un año, resultaba imprevisible. Hábil comunicador, el gobernador logró elevados niveles de popularidad al inicio de la pandemia. Sus ruedas de prensa diarias, en las que hablaba como un padre protector en plena tormenta, llegaron a ganar un Premio Emmy. En contraste con un presidente como Donald Trump, con intervenciones rayanas en lo excéntrico y una errática gestión, Cuomo relucía en la crisis y los medios lo empezaron a señalar como posible candidato presidencial. Como si no hubiera sido él mismo quien, contra el criterio del alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, se negara a aprobar una orden de confinamiento ya el 18 de marzo de 2020: “No aprobaré una orden de quedarse en casa, eso asusta a la gente (…) El miedo, el pánico es un problema mayor que el virus”, dijo aquel mismo día.
El relumbrón no tardaría mucho en apagarse. Su polémica directiva por la cual miles de pacientes en recuperación de covid-19 fueron trasladados a residencias de ancianos ya se demostró errónea por el elevado número de fallecidos en comparación con otros Estados. Y este año The New York Times reveló que sus asesores retocaban la cifra de muertos en esas residencias. Al tiempo empezaron a gotear las denuncias de mujeres y se precipitó su final.
Las pesquisas recogen también relatos como el de Lindsey Boylan, exempleada del departamento de desarrollo económico, quien dice que Cuomo le tocó las piernas y la cintura, la besó en los labios y , en una ocasión, le propuso jugar al strip poker. O el de una policía designada a su protección personal, que señaló que Cuomo le pasaba la mano por el vientre cuando ella le sujetaba la puerta y le deslizaba el dedo espalda abajo cuando la tenía delante en el ascensor.
Cuomo comenzó en la política siendo un veinteañero, como gerente de la campaña de su padre, Mario Cuomo, y una sed de poder y control que le hizo ganar el sobrenombre de Príncipe de las Tinieblas entre empleados y miembros de la prensa. Vivió diferentes crisis a lo largo de su carrera y de todas salió vivo hasta esta, que ha acabado con su carrera política.
El caso ha llevado a dimitir también a la copresidenta de la junta directiva de Time’s Up, Roberta Kaplan, una organización feminista contra el acoso, después de que saliera a la luz que revisó el borrador de una carta que cuestionaba el carácter de una de las denunciantes. La vicegobernadora Kathy Hochul tomará el relevo de Cuomo. Será la primera mujer en la historia de Nueva York que ocupe el puesto.
Fuente: elpais.com