Washington pide en el Consejo de Seguridad un boicot planetario al régimen de Pyongyang tras el lanzamiento del misil intercontinental
Los tambores de guerra volvieron a sonar en el Consejo de Seguridad de la ONU. El misil lanzado el martes por Corea del Norte, con capacidad para alcanzar cualquier punto de Estados Unidos, desencadenó la fulminante respuesta de la embajadora estadounidense, Nikki Haley, una de las estrellas ascendentes de la Administración Trump. “Corea del Norte ha acercado al mundo a la guerra. Nunca la hemos buscado ni la pretendemos, pero si esta llega, se deberá a actos constantes de agresión como el de ayer, y en el caso de que ocurra, el régimen quedará totalmente destruido”, afirmó Haley.
En su intervención, la más áspera de todo el consejo, la embajadora norteamericana pidió un boicot mundial al régimen de Pyongyang para frenar su carrera armamentística.“Los lanzamientos avanzan, la amenaza aumenta, la obsesión norcoreana va a más. Incluso se han declarado un Estado nuclear. Pero están matando de hambre al pueblo para financiar su producción armamentística”, afirmó Haley.
Consciente de que necesita el apoyo de China, que controla el 90% del comercio exterior norcoreano, la embajadora pidió a Pekín que ponga fin a sus relaciones con Pyongyang, en especial, en el suministro de combustible, necesario para llevar adelante el programa nuclear.
China, en su intervención, mostró cautela. La crisis coreana es antigua, pero se ha acelerado desde la llegada de Trump a la Casa Blanca. La tiranía de Kim Jong-un ha llevado a cabo 20 lanzamientos balísticos y seis pruebas nucleares en los que va de año. A la par se han celebrado nueve sesiones del Consejo de Seguridad. El resultado ha sido una cascada de sanciones contra Pyongyang.
Trump ha logrado que China se sume a este cerco. Pero ante la ansiosa petición de Haley de estrangular aún más a Pyongyang, el representante chino impuso su propia velocidad, se enrocó en la aplicación de las medidas ya aprobadas y deslizó nuevamente la propuesta que abandera con Rusia y que implica que Corea del Norte abandone sus pruebas a cambio de que EE UU dejé de realizar maniobras conjuntas con Corea del Sur. Algo que Washington rechaza de plano.
En tono más duro se expresó el representante ruso. No solo criticó el desprecio flagrante de Pyongyang al derecho internacional sino que vaticinó un “empeoramiento de la situación” y recalcó la necesidad de conversaciones directas. “La sanciones han sido aprobadas para abrir negociaciones, pero no deben usarse para causar más daño al pueblo norcoreano”, dijo el embajador ruso.
Tanto Rusia como China fueron las voces más frías del consejo. Corea del Sur, Japón, Reino Unido y Francia se alinearon con claridad con las tesis estadounidenses. “No toleraremos que Corea del Norte tenga un arma nuclear”, afirmó el embajador japonés. “La máxima presión hoy puede abrir el camino a la solución política mañana. La máxima firmeza es nuestro mejor antídoto ante el riesgo de guerra”, declaró el francés.
En los próximos días se espera que, fuera del marco de la ONU, EE UU apruebe nuevas sanciones contra Corea del Norte. Muchos expertos consideran que ninguna logrará frenar el objetivo del régimen y que sólo una vez que este disponga de un misil balístico con capacidad para una bomba nuclear se abrirá la negociación. Trump ha prometido evitar que Kim Jong-un consume su objetivo y está desplegando todo su músculo militar y diplomático para evitarlo. Pero Pyongyang, cada vez más aislado, sigue adelante, dando la espalda a las necesidades de su paupérrima población. Las grandes víctimas del pulso.