Adam Entous, Michael S. Schmidt y
Las autoridades pronto decidirían si acusan al hijo del presidente de EE. UU. por cargos fiscales y de posesión de armas. También enfrenta audiencias hostiles en el Congreso. Pero un análisis detallado de su historia muestra que difiere en aspectos importantes del relato promovido por los republicanos.
Según la versión de los republicanos, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha sido cómplice en un esquema que lleva mucho tiempo en operación para sacarle provecho a su posición mediante acuerdos cuestionables por todo el mundo ideados por su hijo, Hunter Biden.
Como primer paso en su tan prometida investigación, los miembros del Partido Republicano del Comité de Vigilancia de la Cámara de Representantes le exigieron el miércoles al Departamento del Tesoro información sobre las transacciones bancarias de la familia Biden. Además, en un informe previo sobre los Biden cuyo propósito era sentar las bases para las audiencias que planean llevar a cabo, aseguraron tener evidencia que “demuestra que de manera deliberada y en repetidas ocasiones se ha engañado al pueblo estadounidense, aprovechado el poder Ejecutivo para beneficio personal, usado el poder del gobierno para obstruir la investigación” y más.
La verdadera historia de Hunter Biden es compleja y en aspectos importantes muy distinta del relato propuesto por los republicanos, pero no deja de ser preocupante a su modo.
Después de que su padre se convirtió en vicepresidente, Hunter Biden, abogado de 52 años que estudió en la Universidad Yale, forjó relaciones de negocios con intereses extranjeros que le redituaron millones de dólares, generaron cuestionamientos sobre su intención de aprovechar el apellido de su familia, causaron alarma entre los funcionarios de gobierno por los posibles conflictos de interés y les dieron a los republicanos un motivo para atacar a su padre durante años.
Y tras la muerte de su hermano, Beau, en 2015, Hunter cayó en una espiral de adicciones y comportamientos sórdidos y autodestructivos.
Ahora se mantiene sobrio y ya no está involucrado en negocios en el extranjero. Es una presencia visible en la vida de su padre (su hija mayor se casó en la Casa Blanca en noviembre y él asistió a una cena oficial el mes pasado).
Pero sus penurias siguen en primer plano en Washington tanto en lo legal como en lo político.
David C. Weiss, fiscal federal de Delaware, está por decidir si presentará contra Hunter Biden cargos derivados de acciones realizadas durante sus años de más tribulaciones.
Los investigadores han examinado documentos e interrogado testigos en relación con sus actividades de negocios en el extranjero. Esas actividades incluyen su participación en el consejo de administración de Burisma, empresa ucraniana de energía dirigida por un oligarca a quien investigaban en esa época por corrupción, un puesto que Hunter aceptó cuando su padre, en carácter de vicepresidente, se encargaba de la política del gobierno de Obama en Ucrania.
También está su participación accionaria en una empresa china y un proyecto fallido con un magnate chino que había cortejado a estadounidenses de ambos partidos con buenas conexiones —en un momento dado le dio a Hunter Biden un gran diamante como regalo— pero que más tarde fue detenido por las autoridades chinas.
Los investigadores también han buscado información sobre las interacciones entre los socios comerciales de Hunter Biden y su padre.
Pero Weiss, según dicen personas enteradas de la investigación, parece estar concentrado en un conjunto de posibles cargos de menor impacto político derivados de no haber presentado a tiempo sus declaraciones fiscales correspondientes a 2016 y 2017, así como por la posibilidad de que haya incluido deducciones indebidas por al menos 30.000 dólares en gastos de negocios.
También se dice que Weiss está considerando la posibilidad de acusar a Hunter Biden, quien ha reconocido abiertamente sus años de batalla con las drogas y el alcohol, de mentir en un formulario del gobierno estadounidense que llenó para comprar un revólver en 2018. En el formato respondió que no utilizaba drogas, declaración que los fiscales quizá puedan refutar con base en su comportamiento errático y posibles testimonios de testigos sobre su uso de drogas aproximadamente en ese periodo.
Weiss, un fiscal federal experimentado, fue designado fiscal federal en 2017 por el entonces presidente Donald Trump. El fiscal general Merrick Garland lo mantuvo en el cargo después de que Joe Biden asumió la presidencia para evitar rumores de interferencia política en la investigación. El Departamento de Justicia le otorgó facultades a Weiss para decidir si es conveniente presentar cargos y tomará la decisión en cualquier momento.
Los abogados de Hunter Biden argumentaron ante los fiscales que el departamento considera los posibles cargos tan reducidos que, aun si los fiscales creen que pueden demostrarlos, son del tipo que casi siempre se resuelven mediante acciones de lo civil sin presentar cargos penales.
Independientemente de lo que decida el departamento, los republicanos que ahora controlan la Cámara de Representantes pretenden intensificar el escrutinio a Hunter Biden a fin de causarle daño a su padre justo cuando se prepara para la posible contienda por su reelección en 2024.
Un análisis realizado por The New York Times de la investigación de Weiss y el trayecto de Hunter Biden hasta este momento no ofrece un relato que sea de la preferencia de ninguno de los bandos.
El análisis resalta que Hunter Biden se alineó con actores extranjeros interesados en aprovechar sus conexiones con él en beneficio de sus intereses. Pero también subraya que los cargos más probables en su contra están sumamente apartados de los temas que promueven con más insistencia los republicanos y cuánto han tergiversado o exagerado los opositores de su padre en varias ocasiones el relato de sus desgracias para anotarse puntos políticos.
Esta crónica se basa en entrevistas con sus antiguos socios, familiares y amigos cercanos, así como con funcionarios y abogados familiarizados con la investigación del Departamento de Justicia.
También se basa en reportajes anteriores del Times y otros medios de comunicación, y se sustenta en una selección de correos electrónicos filtrados de Hunter Biden que el Times ha verificado como auténticos, de los miles que se le atribuyen y que fueron difundidos por aliados de Trump antes de las elecciones de 2020 para tratar de socavar la campaña de Biden.
Lo que emerge es la historia de un hombre que lucha contra sus demonios personales con el trasfondo de una tragedia familiar y bajo la luz del escrutinio público. Es una mirada instructiva a la perdurable práctica de Washington de comerciar con el acceso y la influencia.
Es un estudio de caso sobre los retos de impartir justicia a un objetivo con altas conexiones políticas. Y es una historia de cómo las dificultades personales pueden convertirse en armas en el actual entorno político hiperpartidista, en el que no queda títere con cabeza.
Como señaló Steve Bannon, antiguo estratega de Donald Trump: “No me importan los sentimientos de Hunter. Estamos en guerra”.
Impuestos, un arma, adicción y pérdida
Justo antes de las 5 p. m. del viernes 12 de octubre de 2018, Hunter Biden recibió un correo electrónico de su contador, Bill Morgan, que parecía urgente.
Morgan había estado detrás de Hunter, quien hacía poco había concluido un periodo en rehabilitación por sus adicciones a la cocaína y el alcohol, para que le diera la información necesaria a fin de preparar su declaración fiscal personal y la de sus negocios correspondientes al ejercicio 2017.
Lo que debía era sustancial, más de 800.000 dólares.
“No tuve noticias tuyas”, escribió Morgan, y agregó que necesitaba la dirección de su cliente para poder enviarle por FedEx las declaraciones, que debían presentarse dentro de tres días para cumplir con la fecha límite.
Sin embargo, la tarde de ese mismo viernes, Hunter Biden, cuyo padre había concluido su segundo mandato como vicepresidente casi dos años antes, parecía tener otras preocupaciones en la cabeza. Había perdido su iPhone, así que fue a una tienda AT&T en Wilmington, Delaware, para comprar uno nuevo. Luego, fue a una tienda cruzando la misma calle —StarQuest Shooters & Survival Supply— a comprar un revólver calibre 38.
La posibilidad de cargos en su contra por las declaraciones fiscales y armas se deben a lo ocurrido esa tarde de octubre, a sus crecientes problemas con las adicciones y a la pérdida o al distanciamiento de tres de las personas más cercanas a él: un colega de mucho tiempo, su esposa y su hermano.
Durante casi 15 años, tuvo una especie de red de seguridad gracias a Eric Schwerin, su gerente de negocios, cuyo papel ampliado incluía ayudarlo a administrar sus finanzas y mantenerlo alejado del tipo exacto de problemas a los que se enfrentaba a finales de 2018.
Hunter tenía tres hijas y un estilo de vida costoso en Washington. Ganó más de 800.000 dólares en 2013 y más de 1,2 millones en 2014, el año en que se unió a la junta de Burisma, pero en algunos años tuvo problemas para cubrir los gastos.
Cuando se quedaba sin dinero antes de que le depositaran el sueldo y sobregiraba sus cuentas corrientes, recurría a Schwerin para que cambiara dinero de las cuentas de ahorro a fin de que sus tarjetas de débito volvieran a funcionar.
Pero el papel de Schwerin se vio puesto a prueba por lo que entonces era un secreto de la familia Biden: el alcoholismo de Hunter, que databa de principios de la década de 2000.
Mientras Schwerin ayudaba a cubrir a Hunter en el trabajo durante las ausencias cuando estaba en rehabilitación, Beau, el hermano mayor de Hunter, se aseguraba de que asistiera a las reuniones de Alcohólicos Anónimos y lo orientaba hacia la sobriedad cada vez que recaía.
Después de que Beau murió de cáncer cerebral en 2015, Hunter tuvo otra recaída y, por primera vez, su hermano no estaba allí para ayudarlo. Hunter volvió a controlar brevemente su consumo de alcohol, pero el primer aniversario de la muerte de Beau lo sumió en una espiral de depresión que lo llevó a una adicción al crack.
Él y su esposa en ese momento, Kathleen Buhle, se habían separado después de su recaída de 2015, y su relación se deterioró a medida que sus problemas con la adicción se intensificaron, lo que culminó en su enconado divorcio en 2017.
Hunter pasó gran parte del verano de 2018 en Wilmington, consumiendo drogas y alcohol en formas cada vez más públicas que, según dicen sus amigos, corrían el riesgo de llamar la atención justo cuando su padre estaba sopesando una candidatura presidencial para 2020. A instancias de miembros de su familia, Hunter voló a Los Ángeles en agosto y se registró en un centro de rehabilitación, después de lo cual vivió las 24 horas con un “compañero sobrio” durante un tiempo.
Una cuestión que los fiscales federales han examinado es si, menos de dos meses después de completar la rehabilitación, Hunter estaba consumiendo drogas de nuevo cuando, el 12 de octubre de 2018, ignoró el correo electrónico de Morgan sobre sus impuestos y respondió “no” en el formulario federal que le preguntaba si consumía drogas cuando compró el revólver calibre 38.
Hunter dijo más tarde a sus amigos que creía que estaba sobrio ese día, aunque su comportamiento seguía siendo errático. Contó que fue a la tienda de armas por capricho y compró la .38 porque pensó que pasar tiempo en un campo de tiro le ayudaría a evitar una recaída. (Beau frecuentaba un campo de tiro cuando estaba en la Guardia Nacional del Ejército de Delaware, y a veces los dos hermanos disparaban juntos al plato).
Poco después de que compró el revólver, la viuda de Beau Biden, Hallie Biden, con quien Hunter tuvo una relación romántica tras su separación de Buhle, encontró el arma en su camioneta. Hunter le había dicho a un amigo cercano de la familia: “Sé que todos piensan que murió el hermano equivocado”.
En noviembre de ese mismo año, Morgan nuevamente intentó comunicarse con Hunter. Además de que todavía tenía que presentar sus declaraciones para 2016 y 2017, el Servicio de Impuestos Internos (IRS, por sus siglas en inglés) le había dado instrucciones al Departamento de Estado de que no renovara su pasaporte debido a sus obligaciones fiscales pendientes.
Oportunidad y riesgo en el extranjero
La carrera de Hunter Biden se había cruzado desde hacía tiempo con la política demócrata y votantes asociados a su padre, lo que había provocado señalamientos de favoritismo. Durante gran parte de la década de 2000, tuvo una exitosa firma de cabildeo en territorio estadounidense, que estableció con ayuda de uno de los asesores de su padre.
Pero Hunter dejó el negocio del cabildeo tras la elección de su padre como compañero de fórmula de Barack Obama en 2008. Hunter tuvo que arreglárselas para encontrar nuevas fuentes de ingresos y, para el segundo mandato de su padre como vicepresidente, le habían comenzado a ofrecer —y él había empezado a buscar— oportunidades en el extranjero.
Un factor que impulsó las actividades internacionales de Hunter fue que un nuevo socio, Devon Archer, un ambicioso y sociable egresado de la Universidad de Yale que había sido modelo de Abercrombie & Fitch, empezó a trabajar con Citicorp en Asia, con el sueño de convertirse algún día en embajador.
Fue con Archer con quien Hunter se lanzó por primera vez a los negocios en Ucrania y China, las actividades que más lo lo dejarían atrapado en años de escrutinio.
Una de las primeras empresas en las que Archer metió a Hunter resultó ser una especie de fracaso: un acuerdo con BHR Partners, con sede en Shanghái, que nunca cumplió su ambición de realizar grandes inversiones en Estados Unidos.
Hunter formó parte de la junta de la empresa desde 2013 y adquirió una participación del 10 por ciento en ella después de que el mandato de su padre como vicepresidente terminara a principios de 2017. En la campaña de 2020, los aliados de Trump convirtieron la participación accionaria en un problema, y Hunter la vendió después de que su padre se convirtiera en presidente asumiendo una pequeña pérdida, según lo que dijo a sus asociados .
Pero Archer identificó una oportunidad en Europa del Este que fue lucrativa desde el principio. Durante una visita a Moscú a principios de 2014, le presentaron a Archer al oligarca propietario de Burisma, la empresa ucraniana de energía. Emocionado por la oportunidad, Archer le dijo a Hunter que el oligarca, Mykola Zlochevsky, “parece de lo más legítimo y un gran tipo”.
De hecho, Zlochevsky era objeto de una investigación de las autoridades británicas para averiguar si se había apoderado ilícitamente de activos ucranianos con un valor de millones de dólares. Y se había preocupado por su posición en Washington después de que se le impidiera abordar un vuelo a Estados Unidos. Más tarde se enteró de que funcionarios de la embajada estadounidense en Kiev habían revocado su visa para Estados Unidos.
Burisma contrató a la empresa de investigación Kroll para que investigara los antecedentes de Archer. Según correos electrónicos internos de Burisma, Kroll informó que Archer “parece estar bien conectado en los círculos de élite del Partido Demócrata”, a través de su relación con John Kerry, entonces secretario de Estado del presidente Obama. El informe de Kroll también señalaba que “Robert Hunter Biden, el segundo hijo del actual vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, es socio comercial de Archer”.
Archer pensó que podría resultarle útil a Hunter al animar a Burisma a contratar a Boies Schiller Flexner, un bufete de abogados para el que trabajaba Hunter.
Cuando Zlochevsky se enteró de que Hunter asistía a una conferencia en el lago Como, en Italia, viajó al hotel donde se alojaba para reunirse con él. Durante un paseo privado frente al lago, el oligarca le ofreció un puesto en el consejo junto a Archer.
En esa época, Hunter estaba sobrio y, cuando aceptó convertirse en consejero, parecía comprender muy bien las cuestiones espinosas que enfrentaría por vincularse con Burisma en un momento en que su padre estaba a cargo de la política de Estados Unidos para Ucrania.
“Esta podría ser la oportunidad que hemos estado esperando”, le dijo a Archer en un correo electrónico.
Pero añadió: “Necesitan saber con toda claridad que no podemos ni estamos dispuestos a intervenir directamente con legisladores nacionales, además de que debemos sujetarnos a la Ley de Registro de Agentes Extranjeros (FARA, por su sigla en inglés) y a cualquier otra legislación estadounidense de manera estricta en todos los aspectos”.
Esa ley obliga a quienes tratan de influir en funcionarios o políticas gubernamentales en nombre de entidades extranjeras a registrarse en el Departamento de Justicia y a informar de sus actividades.
Hunter Biden quería ver que el papel era coherente con la política de Estados Unidos, diciendo a un amigo en un correo electrónico que al “ayudar a un productor de gas ucraniano nacional como baluarte contra la agresión rusa parecía como si estuviera del lado de los buenos”. Cuando el anuncio de Burisma de que había entrado a formar parte de su consejo suscitó críticas, le dijo a su amigo que lo había tomado desprevenido.
Cuando se enteraron, a algunos funcionarios estadounidenses dedicados a temas de Ucrania les inquietó que Hunter tuviera relación con Burisma. Les preocupaba que esa situación socavara las acciones emprendidas por el vicepresidente estadounidense Biden para persuadir a los líderes ucranianos de combatir la corrupción descontrolada, incluida la investigación de oligarcas, entre los que se contaba a Zlochevsky.
El principal punto de contacto de Hunter Biden en Burisma, Vadim Pozharskyi, lo presionó para que ayudara a resolver los problemas de Zlochevsky con su visa en Estados Unidos. Con el propósito de proteger a Hunter Biden ante estas solicitudes, se contrató a un abogado de práctica privada que había ostentado un cargo importante de inmigración en el gobierno de Obama para que se ocupara del asunto.
Al menos en un caso conocido, sin embargo, Hunter aceptó desempeñar un papel más activo. En febrero de 2015, Zlochevsky se disponía a volar a México y a Pozharskyi le preocupaba que el oligarca no pudiera obtener una visa mexicana debido a sus problemas en Estados Unidos.
Hunter envió un correo electrónico a un prominente empresario mexicano, nieto de uno de los expresidentes del país, y le pidió ayuda para asegurarse de que Zlochevsky “no tuviera problemas cuando venga”. Sin embargo, la petición fracasó.
Los vínculos de Hunter Biden con Zlochevsky se hicieron cada vez más insostenibles ese mismo año, cuando el embajador estadounidense en Ucrania, Geoffrey Pyatt, pronunció un discurso en el que acusaba a la fiscalía general de Ucrania de mala conducta por no cooperar con la investigación británica sobre Zlochevsky.
Pozharskyi quería saber por qué el propietario de Burisma había sido señalado de forma tan pública. Una vez más, la tarea de ponerse en contacto con funcionarios estadounidenses en relación con Zlochevsky fue subcontratada a otras personas para que la responsabilidad no recayera en Hunter. Schwerin, el director de negocios, sugirió que Burisma contratara a una empresa consultora independiente, que podría reunirse con el embajador y otros funcionarios estadounidenses.
A pesar de las críticas al oligarca dentro del gobierno de su padre, Hunter no quería renunciar a su papel en Burisma, que no le exigía demasiado tiempo y seguía pagándole generosamente —unos 600.000 dólares al año—, incluso después de que empezó a fumar crack y dejó de responder a los correos electrónicos de Pozharskyi.
Pero el sueldo de Burisma no bastaba para financiar el estilo de vida de su familia. Según los cálculos aproximados de Schwerin, Hunter necesitaría ganar más de un millón de dólares al año solamente para cubrir los gastos fijos, incluidas las hipotecas, los pagos de la pensión alimenticia a Buhle y los gastos escolares de sus tres hijas.
“Todo lo demás sería dinero para tu uso”, le escribió Schwerin. “Esto NO incluye dinero para impuestos atrasados”.
Después de que Archer fuera acusado en 2016 por su presunta participación en una trama de bonos, Hunter tuvo que buscar nuevos negocios por su cuenta. Dijo a unos socios que pensaba que su mejor opción para un gran negocio que le cambiara la vida era un acuerdo exitoso con un magnate chino de la energía llamado Ye Jianming y su empresa, CEFC.
Hunter Biden fue contactado por primera vez en 2015 para trabajar con Ye por un empresario al que conocía vagamente: sus hijas eran compañeras de clase. El empresario había enviado a Hunter un correo electrónico diciendo que Ye podría estar interesado en donar dinero a una organización benéfica, World Food Program USA, en cuya junta Biden participaba, y en discutir “oportunidades de inversión”.
Las conversaciones de Hunter con CEFC no se tornaron serias hasta que conoció a Ye en persona en Miami en febrero de 2017, unas semanas después de que su padre dejara el cargo. Después de que cenaron juntos, Ye envió un gran diamante a la habitación de hotel de Hunter como regalo. Ese agosto, la empresa china comenzó a enviar dinero —que finalmente ascendió a unos 5 millones de dólares— para poner en marcha una empresa conjunta con Hunter, llamada Hudson West, cuyo objetivo era conseguir contratos de gas natural licuado en Estados Unidos para CEFC.
En otoño de 2017 sucedieron una serie de acontecimientos que podrían haber hecho reflexionar a Hunter, que para entonces consumía crack constantemente, sobre su floreciente sociedad con Ye.
Posteriormente, Hunter Biden y algunos de los socios de Ye volaron a Atlanta para reunirse con ejecutivos de una empresa que decía que podía negociar acuerdos para CEFC con los principales proveedores de petróleo y gas.
Pero el llamativo sitio web de la empresa contenía poca información sustancial sobre quiénes eran los ejecutivos o qué acuerdos habían negociado anteriormente.
El abogado de Hunter, Britt Singletary, contrató a un exagente del FBI para que realizara una rápida comprobación de los antecedentes de los ejecutivos en Atlanta, lo que avivó sus sospechas de que podían formar parte de una operación del gobierno.
“¿Qué aconsejas?”, preguntó Singletary al exagente. “Es fácil”, le dijo el agente. “Huye”. (Los ejecutivos de la empresa dijeron que las sospechas de Singletary sobre ellos eran infundadas).
Hunter detuvo las conversaciones con los ejecutivos en Atlanta. Pero en noviembre, en un almuerzo en Nueva York, él y Ye llegaron a lo que Hunter creía que era un acuerdo para suministrar gas natural licuado a CEFC y crear miles de puestos de trabajo.
Después de salir de la reunión, Hunter tuvo noticias de su tío, James Biden, hermano del presidente Biden, que también participaba en las negociaciones con CEFC. James Biden le dijo a su sobrino que Ho, el socio de Ye, se había puesto en contacto con él para decirle que estaba bajo custodia del FBI; James Biden después declaró al Times que pensaba que Ho intentaba ponerse en contacto con Hunter, que lo representaba como abogado.
Ho fue declarado culpable y condenado a tres años de prisión en Estados Unidos por su participación en una trama internacional de sobornos y lavado de dinero.
Biden no volvió a saber nada de Ye, quien voló a China, donde luego fue detenido por las autoridades, al parecer en el marco de una investigación anticorrupción. Con ello, el gran negocio con el que Hunter contaba para resolver sus problemas financieros se vino abajo. Pero estaba en el punto de mira de los fiscales federales de Manhattan por sus negocios en el extranjero.
Los socios de Hunter y Joe Biden
Hunter Biden siempre ha asegurado que evitaba hablar de sus actividades empresariales con su padre. Pero a veces salían a relucir, como cuando Biden padre se enteró del puesto de su hijo en el consejo de Burisma y llamó para decirle: “Espero que sepas lo que haces”.
Los republicanos han señalado una serie de encuentros entre Biden padre y los socios comerciales de su hijo para argumentar que estaban trabajando juntos. Los Biden y muchos de sus asociados cuentan una historia diferente, al decir que los encuentros eran típicamente fugaces y no implicaban discusiones sustanciales, incluso si proporcionaban a los asociados de Hunter cierto grado de acceso a su padre.
Uno de esos encuentros ocurrió en 2015, poco antes de la muerte de Beau. El vicepresidente Biden, cada vez más preocupado por Hunter, no desaprovechó la oportunidad de pasar tiempo con él, y asistió a una cena para la organización benéfica World Food Program USA que organizó Hunter y a la que asistieron algunos de sus socios y amigos y los de Archer.
Después, Pozharskyi, de Burisma, escribió un correo electrónico a Hunter en un inglés chapurreado agradeciéndole “la oportunidad de conocer a su padre y pasar algún tiempo juntos”.
El Times habló con cinco de los aproximadamente 14 invitados a la cena. Ninguno de ellos recuerda que el vicepresidente Biden mantuviera una conversación sustancial con Pozharskyi, quien no respondió a las repetidas peticiones de comentarios.
“Recuerdo que el vicepresidente entró y no se paseó por la mesa. Se limitó a saludar con la mano, de lejos, a todo el mundo”, recordó uno de los asistentes, el sacerdote Alex Karloutsos, de la Arquidiócesis Ortodoxa Griega de Estados Unidos. “No escuché ningún intercambio comercial con nadie”.
El vicepresidente Biden tuvo un encuentro similar durante un viaje a Pekín en 2013.
Hunter Biden, quien había acompañado a su padre, concertó una cita con dos de sus socios del acuerdo BHR en la cafetería del hotel donde se alojaba la delegación de su padre. Estaban de pie, junto con otros simpatizantes chinos, en una fila para saludar al vicepresidente cuando entrara. Hunter Biden los vio allí y les presentó brevemente a su padre.
Como vicepresidente, Biden se reunía regularmente con Eric Schwerin, el gerente de negocios de su hijo, incluyendo en visitas a la Casa Blanca, un patrón que los republicanos afirman que muestra una intersección de los negocios de Hunter con su padre.
Pero según miembros de la familia y antiguos funcionarios de la Casa Blanca, Schwerin no hablaba de las actividades empresariales de Hunter con el vicepresidente. Habiendo estrechado lazos con la familia Biden gracias a su larga relación con Hunter, se ofreció de voluntario para llevar la cuenta de las finanzas personales de Biden padre y lo visitaba en la Casa Blanca para asegurarse de que firmara papeles importantes y pagara puntualmente las facturas de su casa y los impuestos. (Las normas éticas prohíben emplear a miembros del personal de la Casa Blanca para esas tareas).
En ocasiones, Schwerin pagaba alguna factura del vicepresidente Biden con cargo a una de las cuentas de su hijo y luego se aseguraba de que se le devolvía el dinero. Los republicanos de la Cámara de Representantes han aprovechado un correo electrónico de 2010 que documenta una de esas transacciones para afirmar que los Biden compartían cuentas bancarias y posiblemente beneficios del trabajo de Hunter Biden en el extranjero.
Pero, según miembros de la familia Biden y socios comerciales, Hunter y su padre nunca tuvieron cuentas bancarias conjuntas ni acceso directo al dinero del otro. Y en la época del correo electrónico, Hunter aún no se había embarcado en sus negocios en el extranjero.
Al igual que Schwerin antes que él, Archer fue acogido en la familia Biden, creando otro conjunto de vínculos que los republicanos han utilizado para tratar de conectar al presidente Biden con las actividades de su hijo.
“Me alegro de que estén juntos”, escribió el vicepresidente Biden a Archer refiriéndose a Hunter en 2011 en una carta con membrete de la Casa Blanca después de que Archer asistiera a un almuerzo en el Departamento de Estado para Hu Jintao, entonces presidente de China.
Los republicanos también apuntan a una foto de Archer y el vicepresidente Biden en un campo de golf, y a una visita que Archer hizo en 2014 a la Casa Blanca poco antes del nombramiento de Hunter como miembro de la junta de Burisma. Durante la visita, según correos electrónicos y entrevistas, Archer no habló con el padre de Hunter sobre la empresa ucraniana, como han insinuado los republicanos. Archer estuvo allí con su hijo pequeño, que estaba realizando una maqueta de papel maché de la Casa Blanca para su clase.
Para tratar de demostrar que el presidente Biden desempeñó un papel en los negocios de su hijo con Ye, los republicanos señalan las declaraciones de Tony Bobulinski, un socio que ha afirmado que el padre de Hunter tenía al menos cierto conocimiento de la posible empresa con CEFC. También citan mensajes en los que otro participante en las negociaciones, James Gilliar, sugería la posibilidad de que una participación del 10 por ciento en su posible empresa se reservara para el “pez gordo”.
Gilliar dijo posteriormente que no tenía conocimiento de que el padre de Hunter hubiera participado en ningún momento en las conversaciones sobre la CEFC. Los miembros de la familia y otros participantes afirman que el presidente Biden nunca se reunió con Ye ni con otros ejecutivos de la empresa.
En una rueda de prensa celebrada en noviembre en la que habló de las negociaciones del CEFC, el representante James Comer, republicano por Kentucky y presidente del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, dijo que había pruebas de que el presidente Biden era “un ‘socio’ con acceso a una oficina”.
Mostró una copia tamaño póster de un correo electrónico que Hunter Biden envió en 2017 a la administradora del edificio donde tenía una oficina en Washington pidiendo que se hicieran llaves para sus “nuevos compañeros de oficina”, un grupo que, según escribió Hunter, incluía a su padre, su madre y uno de los representantes de Ye en Estados Unidos. Además de las llaves, pidió un nuevo cartel para la puerta de su despacho en el que figuraran CEFC, Hudson West y la Fundación Biden, que sus padres pusieron en marcha tras dejar la Casa Blanca.
El menor de los Biden ha contado a sus amigos que escribió ese correo electrónico a la administradora del edificio para impresionarla como un ejecutivo serio porque temía perder su contrato de alquiler después de que las cámaras de seguridad lo vieran colando a un indigente en el edificio para fumar crack juntos.
Nunca hizo un seguimiento de su correo electrónico y, según una portavoz del edificio, las llaves que pidió nunca fueron recogidas, el letrero de la suite nunca se cambió y el edificio no mantuvo conversaciones ni con la fundación de su padre ni con el CEFC para mudarse allí.
En febrero de 2018, Hunter rescindió su contrato de alquiler en el edificio.
Una deuda de 2 millones de dólares en impuestos
Ese mismo mes, el Senado confirmó el nombramiento de Weiss por Trump como fiscal federal en Delaware. En última instancia, se le dio la responsabilidad de supervisar las diversas investigaciones referentes a Hunter Biden.
Después de que su padre entrara en la carrera presidencial en 2019, y con su relación con Burisma bajo un renovado escrutinio y ataques políticos, Hunter renunció a su puesto en el consejo de administración de la empresa, y cortó así su principal fuente de ingresos.
Ese mes de mayo, se casó con Melissa Cohen, su segunda esposa, y renovó su compromiso de mantenerse sobrio.
Unos meses después, Hunter y Melissa hicieron planes para pasar la luna de miel en la costa del Pacífico mexicano. Pero cuando fue a registrarse para abordar, se le indicó que su pasaporte había caducado. Se apuró a ir a una agencia de renovación de pasaportes, donde experimentó de primera mano lo que le había advertido su contador el año anterior: el Departamento de Estado no quiso emitirle su nuevo pasaporte debido a su adeudo pendiente con el fisco.
La pareja pasó la luna de miel en Hawái y Hunter Biden trató, en vano, de ponerse en contacto con Morgan, su contador. Pero Morgan había fallecido. Hunter contrató a una nueva firma de contadores, que le recordaron que nunca había presentado sus declaraciones de 2016 y 2017. (Las declaraciones de 2016 que le habían preparado aparecieron más tarde en una caja que guardó en casa de Hallie Biden).
Según los cálculos de los contadores, debía unos 2 millones de dólares en impuestos insolutos, más los intereses acumulados y multas. No tenía ese dinero, así que presentó las declaraciones sin pagar y sus contadores se pusieron en contacto con el IRS para acordar un plan de pagos.
El IRS no respondió y Hunter no entendió por qué sino hasta diciembre de 2020, cuando, alrededor de un mes después de la elección de su padre como presidente, CNN dio la noticia de la investigación de Weiss.
Cuando Trump se enteró, se enfureció con William Barr, su fiscal general, por no haber hecho del conocimiento público la investigación de Weiss durante la campaña.
Para mediados de 2021, al equipo legal de Hunter le quedó claro que Weiss estaba considerando presentar cargos en su contra por no pagar impuestos.
Ese octubre, Hunter Biden obtuvo un préstamo por dos millones de dólares de un adinerado escritor y abogado de Los Ángeles llamado Kevin Morris, con quien había desarrollado una amistad, y le pagó al IRS la cantidad íntegra que sus contadores habían calculado que adeudaba. De igual manera, liquidó sus gravamenes.
Como efectuó el pago, según algunos exfuncionarios, le complicó a Weiss poder acusarlo de evasión fiscal, pues el jurado por lo regular cuestiona que el gobierno acuse a alguien que ya pagó sus impuestos. Sus abogados han argumentado a los fiscales que otros casos de impuestos similares se han manejado sin cargos penales.
El posible cargo relacionado con el revólver también podría presentar dificultades para los fiscales. Es raro que mentir sobre el uso de drogas en un formulario federal produzca una acusación, salvo que se combine con delitos más serios y si se utiliza para lograr que un testigo coopere. Funcionarios actuales y retirados dicen que decenas de miles de estadounidenses, de los 25 millones que compran armas cada año, mienten en sus formularios y no son procesados.
Los abogados de Hunter Biden han proporcionado al Departamento de Justicia pruebas de que la fiscalía de Delaware nunca ha presentado una acusación independiente por mentir sobre el consumo de drogas.
Hunter cada vez tiene más abogados y asesores. El distinguido abogado defensor para casos penales Chris Clark se ha dedicado a la investigación del Departamento de Justicia. Hace poco Hunter contrató al conocido abogado de Washington Abbe Lowell para que se encargue de las investigaciones del Congreso.
En la Casa Blanca una noche del mes pasado, Hunter estaba entre los primeros invitados en llegar a una cena de Estado en honor del presidente de Francia, Emmanuel Macron. Entre los pocos convidados que había en ese momento estaba Kevin McCarthy, entonces líder republicano de la Cámara de Representantes y ahora presidente de la Cámara, que ha promovido con entusiasmo audiencias sobre Hunter y su padre.
Hunter y Melissa se acercaron al lugar donde McCarthy se encontraba con su madre, que era su invitada para esa noche. Los dos hombres se estrecharon la mano.
“Señora McCarthy, luce usted preciosa”, dijo Hunter, según una persona que estaba presente. Y continuó con una sonrisa: “Soy amigo de su hijo”.
Adam Goldman y Glenn Thrush colaboraron con este reportaje. Julie Tate y Kitty Bennett colaboraron con la investigación.
Michael S. Schmidt es corresponsal en Washington que cubre investigaciones federales y de seguridad nacional. Formó parte de dos equipos que ganaron premios Pulitzer en 2018: uno por informar sobre el acoso sexual en el trabajo y el otro por la cobertura del presidente Trump y los vínculos de su campaña con Rusia. @NYTMike
*Katie Benner cubre el Departamento de Justicia. Formó parte de un equipo que ganó un Premio Pulitzer en 2018 por servicio público por informar sobre problemas de acoso sexual en el trabajo. @ktbenner.