Washington vivirá a partir del miércoles un gran espectáculo político cuando arranquen las primeras audiencias públicas de testigos clave en la investigación para destituir al presidente Donald Trump, quien tilda este proceso de «farsa» y jura vengarse de los demócratas en las urnas en 2020.
Después de semanas de audiencias sobre el caso ucraniano, realizadas a puerta cerrada en el Congreso, estas sesiones permitirán a los estadounidenses «escuchar a gente con un patriotismo profundamente arraigado contar la historia de un presidente que extorsionó a un país vulnerable al retener ayuda militar «, dijo el domingo el parlamentario demócrata Jim Himes.
Bill Taylor, encargado de los negocios estadounidenses en Kiev, será el primero en sentarse frente al poderoso Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes.
Y esta elección no fue al azar: su relato, conocido en octubre, es uno de los que confirma las sospechas del chantaje de Trump a Ucrania.
Las audiencias públicas son una señal de que los demócratas se acercan al final de su investigación para aprobar un juicio político contra el presidente. Un proceso que no se había llevado a cabo desde hace más de veinte años, entonces contra el demócrata Bill Clinton por el caso Lewinsky.
Los demócratas acusan a Trump de abusar de sus poderes presidenciales al presionar a Ucrania para beneficiarse electoralmente.
Todo estalló al conocerse una conversación telefónica del 25 de julio en la que Trump pidió a su homólogo ucraniano, Volodymyr Zelensky, que «mirara» al exvicepresidente Joe Biden, el precandidato demócrata que encabezaba las encuestas para disputarle al mandatario las presidenciales de 2020.
Se sospecha que el presidente republicano condicionó la entrega de una ayuda militar de 400 millones de dólares ya prometida en Kiev a cambio de que Ucrania investigaría los negocios en el país del hijo de Joe Biden, Hunter, empleado entre 2014 y 2019 en un importante grupo de gas ucraniano.
«Calumnias», repiten desde la Casa Blanca, al negarse a cooperar en la investigación, mientras que Trump denuncia incansablemente una «caza de brujas», o incluso un intento de «golpe de Estado».
«La llamada al presidente ucraniano fue perfecta», escribió el mandatario en Twitter el domingo, pidiendo a sus seguidores que lean la transcripción publicada por la Casa Blanca.
Tump, al que apoya una gran mayoría de congresistas republicanos, también centra su táctica en desacreditar al denunciante, un miembro de los servicios de inteligencia del que, hasta ahora, se desconoce su identidad.
Los miembros republicanos del Comité de Inteligencia han solicitado sin éxito el testimonio público de Hunter Biden y del denunciante.
El calendario aún no se ha establecido oficialmente, pero la apertura de las audiencias públicas acerca la posibilidad de una votación sobre el «juicio político» antes de que acabe el año.
La Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, debería aprobar su acusación. El proceso para determinar si Trump es destituido pasaría entonces al Senado, donde los republicanos tienen la mayoría.
Si los demócratas quieren la destitución de Trump necesitan convencer a una veintena de senadores republicanos, una idea por ahora poco probable.
Bajo la batuta del discreto Adam Schiff, convertido en la bestia negra de Trump, los demócratas siguen su investigación.
Los opositores de Trump han recopilado una decena de historias en las que se reflejan una diplomacia paralela frente a Kiev liderada por el abogado personal del presidente, Rudy Giuliani. Unas prácticas perturbadoras de las que varios funcionarios, incluido el denunciante, alertaron a sus superiores.
Taylor confirmó que, según los relatos que le llegaron, el embajador estadounidense en la Unión Europea, Gordon Sondland, había dejado claro en septiembre a los ucranianos los términos del pacto: «El dinero para la ayuda en seguridad no se liberaría mientras el presidente Zelensky no se comprometiera a iniciar una investigación sobre Burisma», la empresa de gas que incorporó al hijo de Joe Biden en su junta directiva.
La comisión escuchará después a George Kent, alto funcionario del Departamento de Estado especializado en Ucrania.
El viernes, llegará el turno de Marie Yovanovitch, exembajadora de Estados Unidos en Kiev relevada repentinamente en primavera después de sufrir una campaña de acoso y derribo dirigida por Giuliani.
Fuente: Agencia Francesa de Prensa