CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco pide que los países abran corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables y que se eviten expulsiones colectivas y arbitrarias, en su mensaje publicado hoy para la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado.
En el documento para esta Jornada que la Iglesia católica celebrará el próximo 14 de enero y que fue publicado hoy, Francisco recuerda su preocupación desde el inicio de su pontificado por «la triste situación de tantos emigrantes y refugiados que huyen de las guerras, de las persecuciones, de los desastres naturales y de la pobreza».
El papa explica que considerando el escenario actual, acoger significa, «ante todo, ampliar las posibilidades para que los emigrantes y refugiados puedan entrar de modo seguro y legal en los países de destino».
En ese sentido, insta a los gobiernos a «incrementar y simplificar la concesión de visados por motivos humanitarios y por reunificación familiar».
Asimismo, desea que «un mayor número de países adopten programas de patrocinio privado y comunitario, y abran corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables».
Francisco siempre ha aplaudido proyectos como el de los «pasillos humanitarios» de la Comunidad de San Egidio, que ha conseguido hacer llegar de manera segura a Italia a más de un millar de refugiados sirios y que espera también poder hacerlo en España.
El pontífice propone también «visados temporales especiales para las personas que huyen de los conflictos hacia los países vecinos».
También afirma que «las expulsiones colectivas y arbitrarias de emigrantes y refugiados no son una solución idónea, sobre todo cuando se realizan hacia países que no pueden garantizar el respeto a la dignidad ni a los derechos fundamentales».
Sobre la protección a los refugiados, insta a garantizar «una adecuada asistencia consular, el derecho a tener siempre consigo los documentos personales de identidad, un acceso equitativo a la justicia, la posibilidad de abrir cuentas bancarias y la garantía de lo básico para la subsistencia vital».
Y para quienes deciden regresar a su patria, «desarrollar programas de reinserción laboral y social».
Francisco también se refiere en su mensaje a la obligación de proteger a los emigrantes menores de edad y «evitarles cualquier forma de detención en razón de su estatus migratorio y asegurarles el acceso regular a la educación primaria y secundaria».
Pide igualmente que se garantice a los «extranjeros presentes en el territorio la libertad de profesar y practicar la propia fe».
Y aboga por «la promoción de la inserción sociolaboral de los emigrantes y refugiados, garantizando a todos -incluidos los que solicitan asilo- la posibilidad de trabajar, cursos formativos lingüísticos y de ciudadanía activa, como también una información adecuada en sus propias lenguas».
Respecto a la integración, Jorge Bergoglio destaca las «oportunidades de enriquecimiento intercultural generadas por la presencia de los emigrantes y refugiados».
«La integración no es una asimilación, que induce a suprimir o a olvidar la propia identidad cultural», afirma.
Aconseja «el ofrecimiento de la ciudadanía, desligada de los requisitos económicos y lingüísticos, y de vías de regularización extraordinaria, a los emigrantes que puedan demostrar una larga permanencia en el país».
Su mensaje finaliza recordando que durante la Cumbre de las Naciones Unidas, celebrada en Nueva York el 19 de septiembre de 2016, los líderes mundiales expresaron claramente «su voluntad de trabajar a favor de los emigrantes y refugiados», y que se comprometieron a elaborar y aprobar antes de finales de 2018 dos pactos globales, uno dedicado a los refugiados y otro a los emigrantes.