Dos semanas después, la Casa Real desveló el secreto: el rey emérito español Juan Carlos I, perseguido por un escándalo de corrupción nacido de sus vínculos con las monarquías del Golfo, se encuentra en Emiratos Árabes Unidos tras su exilio a comienzos de agosto.
«El día de 3 agosto se trasladó a Emiratos Árabes Unidos y permanece allí», indicó a la AFP un portavoz de la Casa Real sobre el rey emérito de 82 años.
Hasta ahora, la Casa Real había rehusado indicar dónde se encontraba Juan Carlos, desencadenando numerosas especulaciones en la prensa que lo ubicó en Portugal, República Dominicana o Abu Dabi, la capital de Emiratos Árabes Unidos.
Las buenas relaciones con las monarquías del Golfo han alimentado las suspicacias sobre el antiguo rey desde su abdicación en junio de 2014. Precisamente, una transferencia del rey Abdalá de Arabia Saudita es la génesis del escándalo que lo llevó a dejar España.
En una carta publicada por la Casa Real el 3 de agosto, el ex monarca informó que abandonaba el país para «contribuir a facilitar el ejercicio de [las] funciones» de su hijo, el rey Felipe VI, en medio de un aluvión de informaciones sobre su fortuna opaca en cuentas secretas suizas.
Dichas cuentas están siendo investigadas por la justicia tanto en el país helvético como en España. De todas maneras, el rey emérito no es objeto de ninguna causa judicial y su abogado ha dicho que se pondrá a disposición de la justicia si es requerido.
El diario ABC, cercano a la monarquía, había situado a Juan Carlos en Abu Dabi, a dónde habría viajado en un jet privado.
Según ese medio, se alojaría en el hotel Emirates Palace, un lujoso complejo a prueba de paparazzi, donde contaría con seguridad facilitada por «su amigo» Mohamed ben Zayed Al Nahyan, el príncipe heredero de Abu Dabi.
El destino elegido, al menos temporalmente, «contribuye a desgastar más su imagen», apunta el diario.
Las antiguas sospechas de una fortuna oculta del monarca se acentuaron cuando un diario suizo reveló que habría recibido una transferencia de 100 millones de dólares del rey Abdalá en 2008 a una cuenta en Suiza, que está en el centro del actual escándalo.
En grabaciones divulgadas por medios españoles en 2018, la examante de Juan Carlos, Corinna Larsen, afirmó que el rey emérito recibió una jugosa comisión por la concesión a empresas españolas de un contrato para construir un tren de alta velocidad en Arabia Saudita en 2011.
Se trataba de una conexión ferroviaria de 450 kilómetros entre La Meca y Medina inaugurada en 2018. En el momento de la adjudicación del contrato, la prensa española alabó el papel clave jugado por el monarca.
Por entonces, Juan Carlos I todavía gozaba de prestigio entre los españoles como uno de los artífices de la transición a la democracia del país tras asumir el trono en 1975 al morir el dictador Francisco Franco.
Su imagen se degradó rápidamente por la investigación judicial contra su yerno Iñaki Urdangarin, actualmente en prisión por corrupción, y un accidente sufrido en 2012 que reveló su participación en una cacería de elefantes en Botsuana con su amante mientras España padecía una severa crisis económica.
Desde su asunción del trono en 2014, su hijo Felipe VI ha intentado limpiar la imagen de la monarquía, dictando un código de conducta para la familia real o retirando en marzo la dotación económica a su padre.
Los diferentes sondeos revelan un país dividido a partes iguales entre defensores de la Corona, generalmente mayores y conservadores, y republicanos, especialmente jóvenes y electores de izquierda.
Y en una encuesta publicada el domingo por el ABC, con una muestra de 800 personas, parece que la salida del monarca no sentó bien entre los españoles: un 56,2% la consideró desacertada, un 25,4% la juzgó acertada y un 11,9% dijo sentirse indiferente.
Aun así, los dos grandes partidos, los socialistas del jefe de gobierno Pedro Sánchez y los conservadores del Partido Popular, cierran filas con la monarquía, mientras algunas formaciones, entre ellas el socio menor del ejecutivo de coalición, Podemos, denuncian la «huida» de Juan Carlos.
Fuente: Agencia Francesa de Prensa