La postura del liderazgo ucraniano ha desconcertado a muchos, pero varios observadores consideran que después de ocho años de guerra, el país calcula los riesgos de manera diferente.
KIEV, Ucrania.— Es fácil ver el refuerzo militar de Rusia en la frontera con Ucrania: las imágenes satelitales muestran zonas cada vez mayores de tanques cubiertos de nieve que se extienden a lo largo de la frontera y una serie de publicaciones rusas en TikTok registran el avance constante de trenes que transportan lanzamisiles, acorazados y tropas hacia el oeste.
Y a pesar de ello — e incluso a pesar de las advertencias de Estados Unidos sobre un posible ataque de carácter inminente y de que las fuerzas de la OTAN están en alerta— el liderazgo de Ucrania está minimizando la amenaza rusa.
Esa postura ha dejado a los analistas conjeturando sobre la motivación de los líderes ucranianos, y algunos dicen que lo hacen para mantener los mercados estables, prevenir el pánico y evitar provocar a Moscú, mientras que otros lo atribuyen a la incómoda aceptación de que el conflicto con Rusia es parte de la existencia diaria de Ucrania.
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El martes, Rusia dio a conocer una serie de ejercicios militares, desde el océano Pacífico hasta su flanco occidental cerca de Ucrania, en una demostración del gran alcance de sus fuerzas. Y, cauteloso ante la amenaza de que Rusia podría interrumpir las ventas de combustible a Europa en pleno invierno, el gobierno de Biden está haciendo planes para que los proveedores de gas y petróleo crudo de Medio Oriente, África del Norte y Asia aumenten los suministros a Europa en las próximas semanas.
Pero mientras el Kremlin y Occidente se enfrentan, los funcionarios ucranianos proyectan un aire de tranquilidad. Ya esta semana, el ministro de Defensa de Ucrania afirmó que no ha habido cambios en las fuerzas rusas en comparación con la acumulación militar de la primavera; el jefe del Consejo de Seguridad Nacional acusó a algunos países occidentales y medios de comunicación de exagerar el peligro con fines geopolíticos; y un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores criticó a Estados Unidos y al Reino Unido por evacuar a las familias de los diplomáticos de sus embajadas en Kiev, diciendo que habían actuado prematuramente.
Las declaraciones de esta semana se dieron luego de que el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, dirigió un mensaje a la nación la semana pasada, en el que preguntó: “¿Qué hay de nuevo? ¿No ha sido esta nuestra realidad durante ocho años?”. La noche del martes, Zelensky opinó sobre las salidas de las embajadas e insistió en una publicación de Facebook que esto “no quiere decir que la escalada sea inevitable”.
Hay un intenso debate en torno a cómo debe interpretarse la amenaza de las tropas y del equipo rusos que se han acumulado en la frontera. El servicio militar de inteligencia de Ucrania dice que ahora hay al menos 127.000 efectivos militares en la frontera, una cantidad significativamente mayor a la que Rusia desplegó durante la acumulación de la primavera.
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Dicha cifra aún no incluye a las tropas y el equipo que están llegando ahora a la vecina Bielorrusia, aliada de Rusia, previo a los ejercicios militares del mes entrante. Estados Unidos dice que dichos simulacros podrían usarse como pretexto para ubicar tropas a una corta distancia de la capital ucraniana, Kiev.
A pesar de ello, en una entrevista el lunes con la televisión ucraniana ICTV, el ministro de Defensa, Oleksii Reznikov, parecía preguntarse por qué tanto alboroto.
“Ahora, en este mismo momento, no se ha establecido ni un solo grupo de ataque de las fuerzas armadas rusas, lo que da fe de que mañana no van a invadir”, dijo Reznikov. “Por eso les pido no propagar el pánico”.
Hay distintas razones que explican la falta de sintonía entre los mensajes de las autoridades ucranianas y los de sus contrapartes estadounidenses, dicen los analistas. Zelensky debe ser hábil y ofrecer un mensaje que mantenga el flujo de ayuda occidental, no provoque a Rusia y calme al pueblo de Ucrania.
Y después de ocho años de guerra con Rusia, dicen los expertos, los ucranianos simplemente tienen una manera diferente de calcular la amenaza que sus aliados occidentales. En 2014, las unidades de comando rusas se apoderaron de la península de Crimea y los separatistas respaldados por Rusia intentaron hacerse con dos provincias del este de Ucrania. Las tropas se atrincheran en ambos lados de una llamada línea de contacto que frecuentemente crepita y estalla con disparos de armas pequeñas y fuego de mortero. Más de 13.000 personas han muerto en el conflicto.
“Comprendemos los planes y las intenciones de Rusia; para nosotros no es necesario chillar de miedo”, dijo Oleksii Danilov, jefe del consejo de defensa y seguridad nacional de Ucrania en una entrevista publicada por la BBC el lunes.
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Danilov y otros en el gobierno ucraniano argumentan que sembrar el pánico y el desorden en la sociedad de Ucrania es parte de la estrategia rusa, tanto como una eventual acción militar. Así que mostrar temor, incluso cuando hay motivos para ello, solo es regalarle una victoria a su enemigo antes de que haya siquiera disparos.
“La principal tarea de Rusia es hacer añicos la situación interna en nuestro país”, dijo Danilov. “Y, desafortunadamente, hoy lo están logrando con éxito. Nuestra labor es cumplir con nuestro trabajo en un ambiente equilibrado y tranquilo”.
Estados Unidos tiene sus propias razones que explican la forma en que ha criticado al Kremlin últimamente. Washington tiene que enviar un mensaje contundente tanto a Moscú como a los aliados en Europa, como Alemania, que podrían vacilar más en adoptar una postura firme contra Rusia, dijo Maria Zolkina, analista política de la Fundación Iniciativas Democráticas, un grupo de expertos con sede en Kiev.
Pero existe el riesgo de que los mensajes de Washington, que incluirían poner a 8500 efectivos militares en “alerta máxima” para un posible destacamento a la frontera oriental de la OTAN, puedan provocar más al Kremlin o al menos que sirvan para justificar una postura más agresiva. El martes, el vocero del Kremlin Dmitri S. Peskov, dijo que el Kremlin observaba la movilización de tropas de la OTAN con “profunda preocupación”.
Desde que asumió el cargo hace tres años, Zelensky ha adoptado un toque de ligereza al tratar con Moscú. Eso pareció redituarle algunos dividendos al principio de su mandato, dijo Zolkina, pero frente a esta nueva crisis, este enfoque puede parecer de debilidad.
“Ahora, cuando hay un escenario real en el que Rusia podría invadir Ucrania o llevar a cabo algún tipo de ataque híbrido contra Ucrania, este tipo de manejo podría ser una estrategia perdedora para Ucrania”, indicó. “Occidente está llevando a cabo negociaciones que no nos involucran”.
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No todos en el país están de acuerdo con el enfoque actual del gobierno. El fin de semana pasado, los líderes de la variopinta y con frecuencia estridente oposición política presionaron a Zelensky para que hiciera a un lado los llamados a la calma y preparase al país para una guerra. Un grupo de parlamentarios de distintos partidos, así como el expresidente, ex primer ministro y exministro de exteriores, firmaron un petitorio solicitando a Zelenski que movilizara las fuerzas de Ucrania para enfrentar “la amenaza mortal de Rusia que se cierne sobre Ucrania”.
“Cree que si asusta al pueblo ucraniano van a caer sus índices de aprobación”, dijo Arseniy P. Yatsenyuk, quien fue primer ministro de Ucrania cuando estalló la guerra en 2014, refiriéndose a Zelensky. “Si Rusia empieza su invasión, tendremos que olvidarnos de la política y el índice de aprobación en este país porque no sé si tendremos oportunidad de realizar nuestras siguientes elecciones parlamentarias o presidenciales”.
Incluso si los signos de movilización total no son del todo visibles, los ucranianos se están preparando. En todo el país, miles de personas se han inscrito para aprender habilidades de combate en clases organizadas por el gobierno ucraniano y grupos paramilitares privados. El objetivo es crear una fuerza de defensores civiles que puedan llevar a cabo una insurgencia en caso de que la fuerza principal del ejército ucraniano sea diezmada en un ataque ruso.
En la ciudad de Chernihiv —a unas dos horas en auto de Kiev y en el trayecto de cualquier avance ruso por el norte hacia la capital— algunos vecinos expresaron la esperanza de que el gobierno hiciera más para preparar al país ante un posible ataque.
“El presidente y su gestión no ven ninguna amenaza”, dijo Lyudmila Sliusarenko, una profesora jubilada de 73 años. “Así que lo que se haga para detener a Putin tendrá que ser iniciativa de Occidente”.
“Pero”, añadió, “Si hay un ataque, todo el pueblo se unirá”.
Michael Schwirtz es reportero de investigación de la sección Internacional. Trabaja para el Times desde 2006, cubrió anteriormente los países de la antigua Unión Soviética desde Moscú y fue uno de los reporteros principales de un equipo que ganó el Premio Pulitzer 2020 por sus artículos sobre las operaciones de inteligencia rusas. @mschwirtz
Fuente: ny.times.com