Los días internacionales que se celebran son incontables y ya nos hemos acostumbrado a ellos. De acuerdo a la organización Naciones Unidas, su propósito principal es sensibilizar, concienciar, generar atención e indicar que existe un problema sin resolver, un asunto importante y pendiente en las comunidades para que, por medio de esa sensibilización, los gobiernos y los estados actúen y tomen medidas o para que los ciudadanos así lo exijan a sus representantes. Este tipo de concientización es lo que necesitamos con el día Mundial de la Alimentación, el 16 de octubre. La garantía alimentaria del mundo es una gran preocupación en estos días. Honestamente, siempre lo ha sido.
El 17 de octubre marca el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, celebrado desde 1993. Sin embargo, muchos se preguntan, ¿hemos reducido la pobreza? Si la respuesta es negativa o el resultado alcanzado es tímido, entonces se preguntan: ¿Cuáles factores impiden esto o cuales pasos deben tomarse?
En mi continua búsqueda por encontrar estas respuestas, le hice esta última pregunta directamente a Helen Clark, Primera Ministra de Nueva Zelanda en tres ocasiones, pasada administradora del Programa de Naciones Unidas Para el Desarrollo (PNUD) y la mujer que estuvo a punto de ser la primera en dirigir Naciones Unidas, una mujer que ha sabido romper el techo de cristal en la arena global. Su respuesta fue clara y sin rodeos en cuanto a los pasos que hay que tomar. En su cuenta verificada de Twitter @HelenClarkNZ nos indica: “Uso de transferencias de efectivo, creación de empleos y educación gratuita”.
Por años, los líderes mundiales se han reunido en cumbres para buscar una solución al problema y han venido con ideas tan innovadoras como el cambio de horario para impactar los aparatos productivos y todavía seguimos con el problema. En lo que todos coinciden es en la importancia de la educación como factor determinante y en la creación de empleos como generador de riquezas y por ende, reductor de pobreza a través del aumento del poder adquisitivo.
La misma pregunta le formulé al Subdirector General de la UNESCO, Getachew Engida y esta fue su respuesta a través de su cuenta de Twitter @GEngida56: “invertir en educación, sistemas de alimentos y servicios de salud. Mucho mejor si se implementan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODSs) holísticamente».
Por otro parte, Toily Kurbanov, Coordinador Ejecutivo Adjunto del programa de Voluntarios de la ONU, señala que se necesitan “políticas inclusivas centradas, alianzas para implementación y rendición de cuentas para resultados”.
Sin embargo, me gustaría enfatizar tres factores que impiden la realización de este sueño de estado de bienestar y felicidad plena para todos, a saber:
1. Desigualdad y/o Inequidad: En el mundo hay espacio para todos y por tanto, debería haber recursos para todos. Esto no siempre es así y nunca lo ha sido, pues la riqueza no se distribuye de forma igualitaria y equitativa. Tenemos regiones como América Latina y el Caribe que es considerada la más desigual del mundo. De acuerdo a la CEPAL, esta situación impide un crecimiento inclusivo de la región. La OECD también tiene esta apreciación, es por esto que necesitamos localizar los focos de pobreza extrema, así como pagar salarios iguales a hombres y mujeres porque cuando las mujeres progresan todos progresamos.
2. Corrupción: Solo a Colombia, la corrupción le roba $50 billones de pesos, un billón por semana. Imaginemos las cifras mundiales. A diferencia del célebre Robin Hood que robaba a los ricos, la corrupción significa, llanamente, robar a los pobres. En 2016, el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó un informe titulado “Corrupción: Costes y Estrategia para Mitigarla» en el cual reconocen que el costo anual de la corrupción es equivalente al 2% del Producto Interno Bruto (PIB) del planeta, totalizando más de US$2 billones por año.
La Directora del FMI, Christine Lagarde, en ese momento señaló que “los costos indirectos que no conocemos son más debilitadores”. Por esta razón, necesitamos trasparencia radical y rendición de cuentas, no hay camino de regreso.
3. Voluntad política: ¡Querer es poder!
Fuente: ElNuevoDia.com