El papa y el presidente de Estados Unidos, que se reúnen el viernes en el Vaticano, son blancos comunes de los obispos conservadores estadounidenses que buscan socavarlos.
CIUDAD DEL VATICANO.- Cuando Joe Biden visite el Vaticano el 29 de octubre, se convertirá en el tercer presidente de Estados Unidos que se reunirá con Francisco desde que inició su papado en 2013. Cada mandatario ha marcado una fase distinta de su papado, pero también de la agitación política en EE. UU. y en la Iglesia católica.
Barack Obama compartía el magnetismo global de Francisco, la potencia de ser celebridades y la atención de temas como la migración, el cambio climático y los pobres. Donald Trump, cuyo cristianismo fue cuestionado por Francisco debido a sus políticas antiinmigrantes, marcó el comienzo de una era populista que contribuyó a la marginación del papa.
Los prelados más hostiles, nombrados por los predecesores conservadores de Francisco, han ignorado o resistido los esfuerzos del papa por reorientar las prioridades de la Iglesia hacia la inclusión y la justicia social, y alejarse de los temas de la guerra cultural como el aborto y los derechos LGBTQ.
Los obispos han amplificado sus críticas hacia ambos hombres a través de una constelación de medios católicos conservadores afines a Trump. A pesar de las advertencias del Vaticano, han perseguido un esfuerzo para negar la santa comunión a los políticos católicos romanos que apoyan el derecho al aborto, incluido el presidente Biden.
Incluso desde Roma, la enemistad es difícil de pasar por alto.
“Él es consciente de la hostilidad”, dijo Antonio Spadaro, un sacerdote jesuita que es un estrecho aliado de Francisco. “Es un hecho”.
Funcionarios del Vaticano y diversos expertos en temas de la Santa Sede dijeron que dudaban que el antagonismo de los obispos estadounidenses saliera a relucir en la audiencia privada entre Francisco y Biden, y que más bien hablarán de temas como el cambio climático, la atención a los pobres y el fin de la pandemia de COVID-19. Es probable que Francisco presione a Biden para que aumente la distribución de vacunas en el mundo en desarrollo, y rara vez pierde la oportunidad de hablar contra el tráfico de armas y las consecuencias de la guerra.
Sin embargo, las facciones de izquierda y derecha analizarán la reunión en busca de cualquier pista que indique que el papa respalda políticamente al primer presidente católico estadounidense desde John F. Kennedy contra los guerreros culturales conservadores en su Iglesia.
El papa ha tenido cuidado de no dar munición política, en ningún caso, cuando se le ha preguntado sobre el tema. En cambio, ha tratado de evitar la política partidista.
Cuando le preguntaron por el intento de negarle la comunión a Biden, dijo a los periodistas en un vuelo papal en septiembre que “nunca he negado la eucaristía a nadie”, aunque añadió que no conocía ningún caso en el que un político de este tipo hubiera acudido a él para comulgar.
Francisco considera que la politización, y los usos bélicos de la eucaristía, son desastrosos para la Iglesia y su capacidad de permanecer ajena a la contienda secular. El Vaticano ha señalado que el obispo de Biden, el arzobispo Wilton Gregory de Washington, que fue nombrado por Francisco, ha dicho que no le negará la comunión al mandatario.
Está claro que Francisco tiene partidarios entusiastas en Estados Unidos, especialmente entre los obispos y cardenales que ha nombrado. Pero entre los obispos estadounidenses, los nombrados por Francisco y sus aliados aún no son mayoría, y a los funcionarios del Vaticano les preocupa que el movimiento de una mayoría de obispos católicos contra un presidente católico y otros altos cargos eclesiásticos en Estados Unidos pueda sentar un peligroso precedente.
Los católicos liberales dicen que se sintieron aliviados por el hecho de que Francisco le diera la bienvenida a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, otra política que favorece el derecho al aborto, durante una reunión celebrada en su estudio el 9 de octubre. Francisco permitió que la reunión fuera grabada en video, y se mostró cálido.
En su país, el obispo de Pelosi, el arzobispo Salvatore Cordileone de San Francisco, ha emitido una carta pastoral en la que pide que se prohíba el acceso al sacramento a las figuras públicas que apoyan el aborto.
Poco después de su reunión con Francisco, Pelosi asistió a una misa en San Patricio, una iglesia dedicada a la comunidad de expatriados estadounidenses en Roma.
El reverendo Steven Petroff, el rector, le dio la bienvenida y esperaba darle la comunión, pero una protesta cercana sobre un nuevo salvoconducto de salud italiano se volvió violenta y obligó a que las autoridades tuvieran que evacuarla por motivos de seguridad.
Los medios conservadores que critican a Francisco y a Pelosi informaron erróneamente de que su salida había sido forzada por los abucheos en la iglesia y desencadenaron un torrente de correos de odio de católicos estadounidenses furiosos con el padre Petroff por invitarla a su templo, incluso llegaron a calificarlo de “engendro de Satanás” y “ayudante de Satanás”.
“Lamentablemente, ahora las líneas políticas están mucho más definidas, y divididas, de lo que nunca han estado”, dijo el padre Petroff en una entrevista. “Y eso ha salpicado a la Iglesia, al menos a la de Estados Unidos”.
Añadió que su comunidad eclesiástica de Roma había sido pacífica y políticamente tolerante. “Ese desbordamiento”, dijo “vino de Estados Unidos”.
Desde hace años, Francisco y los altos funcionarios del Vaticano han identificado que la oposición al pontificado proviene en gran medida de los conservadores de Estados Unidos. Francisco ha calificado como “un honor que los estadounidenses me ataquen”. Ha dicho que “no me asusta” la perspectiva de un cisma con los disidentes de la Iglesia estadounidense.
Pero parece que en los últimos meses ha crecido la frustración de Francisco con los sectores hostiles de la iglesia estadounidense y su megáfono mediático.
La cadena de televisión estadounidense EWTN es posiblemente la más grande del mundo, y su mayor estrella, Raymond Arroyo, uno de los preferidos de Trump, ha recibido con frecuencia a invitados hostiles a Francisco y al presidente Biden.
EWTN posee una serie de medios católicos en inglés que son populares entre los obispos estadounidenses y muchos de sus feligreses, y han entrevistado a Carlo Maria Viganò, el arzobispo rebelde y ex enviado papal a los Estados Unidos que ha pedido la renuncia del papa.
En septiembre, un corresponsal de EWTN en la Casa Blanca provocó una aguda respuesta de la secretaria de prensa de Biden en la Casa Blanca, Jen Psaki, cuando le preguntó: “¿Por qué el presidente apoya el aborto cuando su propia fe católica enseña que el aborto es moralmente incorrecto?”.
“Él cree que le corresponde a la mujer tomar esas decisiones con su médico”, respondió Psaki. “Sé que tú nunca te has enfrentado a esas decisiones. Tampoco has estado embarazado, pero para las mujeres del mundo que se han enfrentado a esas decisiones, eso es algo increíblemente difícil”.
En marzo, Francisco dijo al reportero y al camarógrafo de EWTN a bordo de un vuelo papal a Irak que la cadena “debería dejar de hablar mal” de él, según un informe de la revista jesuita America. El reportero que estuvo en el vuelo no quiso hacer comentarios. El jefe de la oficina de la cadena en Roma no respondió a una solicitud de comentarios.
Y en su reciente viaje a Eslovaquia, Francisco también bromeó en una reunión con jesuitas que le preguntaron por su salud, diciendo que “todavía estoy vivo, aunque algunos quieren que me muera”. Y señaló a “una gran cadena de televisión católica que no duda en hablar continuamente mal del papa”.
“Son obra del demonio”, añadió el papa. “También se lo he dicho a algunos de ellos”.
Algunos líderes de los obispos conservadores estadounidenses salieron en defensa de la cadena. El arzobispo Charles J. Chaput, que dirige la arquidiócesis de Filadelfia, y que es un antiguo miembro del consejo de administración de EWTN, escribió esta semana que “cualquier sugerencia de que EWTN es infiel a la Iglesia” es “simplemente vengativa y falsa”.
EWTN y los obispos conservadores del país no se han entusiasmado con el mensaje y la agenda de Francisco. Esta semana, un informe del National Catholic Reporter mostró que las columnas y boletines de los obispos estadounidenses habían ignorado, en gran medida, los llamados de Francisco a la acción contra el cambio climático.
“Los obispos están enviando un mensaje sin ambigüedad”, dijo Massimo Faggioli, profesor de teología de la Universidad de Villanova y autor de Joe Biden and Catholicism in the United States. “‘No nos importa lo que diga o haga el papa Francisco’”.
Faggioli argumentó que Francisco estaba tratando de salvar a los obispos estadounidenses de la “autodestrucción” de la politización, pero que lo ignoraban y veían tanto al presidente Biden como al papa como amenazas para su bando en las guerras culturales sobre el aborto y los derechos de las personas gays.
La reunión con Francisco no será la primera de Biden. Como vicepresidente, Biden lo acompañó en varias paradas durante el viaje del papa a Estados Unidos en 2015. Francisco consoló personalmente a la familia Biden por la pérdida de su hijo, Beau.
Biden, quien fue educado por monjas en una escuela católica, ha dicho que varias veces pensó en dedicarse al sacerdocio, y una vez dijo que le “metería un rosario” en la garganta al próximo republicano que cuestionara su fe.
Conoció a Juan Pablo II cuando era un joven senador y tuvo una larga reunión con el papa Benedicto XVI en 2011, en la que hablaron de la doctrina católica, especialmente sobre cuestiones políticamente controvertidas como el aborto. “Y, por cierto, no fue prejuicioso. Fue abierto. Salí animado de la discusión”, dijo a la revista America en 2015.
Pero está claro que Francisco ha sido el pontífice que más lo ha impresionado. “Estoy muy entusiasmado con este papa”.
Fuente: nytimes.com