Víctor Manuel Peña
Después de agotar una campaña presidencial muy agitada y turbulenta, las elecciones del 3 de Noviembre dan cuenta de que el pueblo norteamericano –negros, hispanos y blancos- votaron mayoritariamente por Joe Biden, quien no solo ganó el voto electoral sino también el voto popular.
La contundente victoria de Biden no admite duda de ningún tipo: 290 votos electorales y con más de cuatro millones ganó el voto popular
No había que ser un lince en política o en mercadología electoral para haber predicho el triunfo aplastante de Biden.
Hay que destacar que por primera vez en la historia de Estados Unidos una mujer de muchas condiciones, afroamericana y con ascendientes asiáticos, de nombre Kamala Harris llega a la vicepresidencia acompañando a Biden.
Y es que Donald Trump con su “excepcional” estilo de gobernar, propio del paleolítico inferior, colocó a la sociedad estadounidense en una verdadera encrucijada o crisis total en la que la permanente amenaza a la democracia, o la sobrevivencia de ésta, pendió como una espada de Damocles torturando la unidad, el progreso, el bienestar, la estabilidad, la tranquilidad y el sosiego de la inmensa mayoría de los integrantes de la sociedad estadounidense.
La desastrosa gestión de gobierno de Trump no solo fue funesta por el divisionismo estructural -cimentado en el odio racial, la discriminación total y la xenofobia que promovió, alimentó y azuzó todo el tiempo- que implantó en la sociedad estadounidense, sino que también promovió ese divisionismo en el plano internacional refugiándose en el unilateralismo, el aislacionismo y la irracional e insensata guerra comercial que asumió como desbocada cruzada.
El estilo de Trump, totalmente autoritario y fascista, merece el calificativo del destripador o el descalificador por antonomasia. Y lo peor de todo es que Trump no sabe de nada y quiere estar hablando de todo. El caso más emblemático de su ignorancia o su burdo desconocimiento de la realidad es que según su exasesor de seguridad, John Bolton, no sabía que Inglaterra es una potencia nuclear y no sabía tampoco dónde está ubicada Finlandia.
Otro caso emblemático de su ignorancia total es que siempre ha sostenido el disparate de que fue China Popular que “inventó el cambio climático”.
En la ejecución de su muy equivocada política exterior, Trump no solo le declaró la guerra comercial total a China Popular sino que les dio por la madre a las naciones de la Europa occidental, aliados tradicionales de Estados Unidos.
En la aplicación de esa alocada política exterior, Trump retiró a Estados Unidos del acuerdo sobre el cambio climático firmado en París, de la UNESCO, de la OMS y del acuerdo nuclear que firmaron Estados Unidos y las naciones de Europa con Irán.
Ese ensangrentado calvario o vía crucis por el que ha estado atravesando la nación estadounidense durante estos últimos cuatro años, 2016-2020, dan cuenta de que Trump nunca ha estado preparado para ser presidente de Estados Unidos, por lo que ha degradado la Casa Blanca o la Presidencia de esa nación.
Solo los que asumen un pensamiento de corto alcance le atribuyen el “gran éxito” del crecimiento económico.
Y ocurre que el fenómeno del crecimiento económico se puede producir en cualquier gobierno. Hubo crecimiento económico en la gestión de Barack Obama, sobre todo en el segundo período 2012-2016. Aparte del gran mérito de Obama de haber sacado a Estados Unidos de la gran recesión de 2008 aplicando políticas económicas de estímulo al crecimiento económico.
Lo más importante no es el crecimiento económico en sí, sino cómo se produjo y adónde fueron a parar los frutos del crecimiento económico.
Ese crecimiento económico Trump lo logró en base a la aplicación de una reforma tributaria totalmente regresiva que convirtió el sistema tributario estadounidense en regresivo: les bajó las tasas de los impuestos a las grandes corporaciones y a las grandes empresas en sentido general.
Esa reforma tributaria regresiva, o el sistema tributario regresivo que fue instaurado, les quita menos, en términos relativos, a los que más tienen, que son las grandes empresas y las grandes corporaciones, y más a los que menos tienen, que son los trabajadores y la clase media.
Pero los frutos de ese crecimiento económico de Trump han ido a parar a las grandes empresas y a las grandes corporaciones, por lo que los índices y niveles de desigualdad económica y social se han elevado a la estratosfera en el gobierno de Trump.
Pero también se ha disparado el déficit fiscal del gobierno estadounidense como consecuencia de la aplicación de esa reforma tributaria regresiva.
O sea que el tan cacareado crecimiento económico que ha habido en los tres primeros años del cuatrienio de Trump ha sido un gran éxito, en términos del reparto de los frutos del mismo, para las grandes empresas y las grandes corporaciones. Y ha sido un fracaso total para los trabajadores y la clase media.
Entonces Trump lo que ha hecho ha sido joder el progreso, el bienestar y la salud económica y social del pueblo estadounidense.
Está muy claro que había que terminar ya o poner fin a esa muy larga y muy tenebrosa noche en la vida del pueblo estadounidense.
Por fin, la democracia ha sobrevivido a la era tenebrosa y escalofriante de Trump!
Había que evitar la reproducción de Hitler en la sociedad estadounidense!
Pero políticamente Trump les ha hecho un gran daño a los empresarios de Estados Unidos: de ahora en adelante ningún empresario podrá aspirar a la Presidencia de EEUU porque el pueblo estadounidense no creerá jamás en ninguno de esos magnates!
Volvamos a hablar de Joe Biden, nuevo presidente de Estados Unidos a partir del 20 de Enero de 2021.
Biden tiene el gran compromiso de restablecer la unidad, la disciplina y el orden pero también tendrá que emplearse a fondo para gestionar de manera eficiente la crisis sanitaria y la crisis económica que ha engendrado el Coronavirus.
De entrada tiene que implementar una reforma tributaria que le devuelva la progresividad al sistema tributario estadounidense para que pueda hablarse de una nueva fiscalidad que contemple también el aumento prioritario del gasto público en las áreas sociales.
Pero también Biden está compelido a concebir y ejecutar una reforma migratoria moderna, amplia e integral.
El voto de los inmigrantes, y muy especialmente de los latinos, jugó un papel estelar en la victoria de Biden.
Y naturalmente Biden tiene que recomponer las relaciones internacionales de Estados Unidos sobre la base de la aplicación de una política exterior que esté fundamentada en el multilateralismo, la cooperación y el respeto a las normas para la convivencia internacional y la paz.
Hay que incluir también el respeto a las normas sobre el libre comercio de la Organización Mundial del Comercio –OMC-.
Tiene que dedicarle un capítulo especial a recomponer las relaciones con Europa.
Como no hay manera de revertir la victoria de Biden, Trump debe revestirse de “paciencia” y esperar sin “sobresaltos” su sustitución el 20 de enero de 2021.
Esto es casi pedirle lo imposible al turbulento e irreverente Donald Trump.
Sería muy penoso y lamentable si Trump esperase que las estructuras de poder lo saquen a la fuerza de la Casa Blanca el 20 de enero de 2021.