Turquía debate sobre la posible retirada del país de un tratado internacional sobre la violencia de género, una posibilidad que estremece a las feministas, e incluso a algunas conservadoras, en un país donde a menudo las mujeres, como Hasret, sufren el martirio por la indulgencia frente al maltrato machista.
Hasret casi se muere. Su marido, que se negaba a divorciarse, permaneció en libertad incluso después de haberla apuñalado 43 veces con un destornillador.
Finalmente fue detenido en 2014 después de que un informe médico demostrara que los golpes podían haber sido mortales. Pero las «minifaldas» y las salidas nocturnas de Hasret fueron consideradas una «circunstancia atenuante» por el tribunal, que condenó a su exmarido a 11 años de prisión en vez de a los 20 que solicitaban.
Según la plataforma «Acabaremos con el feminicidio», 474 mujeres fueron asesinadas en Turquía en 2019, en comparación con 440 en 2018 y 180 en 2010. Las activistas feministas atribuyen el aumento al laxismo de las autoridades en la aplicación de las leyes contra la violencia de género.
En este contexto, el reciente anuncio del presidente turco Recep Tayyip Erdogan de una posible retirada de Turquía del Convenio de Estambul, un tratado internacional ratificado en 2011 para combatir mejor la violencia de género, genera preocupación.
– «Miedo de perder nuestros derechos»-
Asociaciones conservadoras radicales piden la retirada de Ankara, estimando que el tratado «daña los valores familiares» y «banaliza la homosexualidad».
«Cuando escucho estos debates, me invade el miedo a perder nuestros derechos», afirma Hasret. «Pero las mujeres no lo permitirán».
Miles de mujeres se han manifestando durante varias semanas en toda Turquía para exigir al gobierno que salvaguarde el Convenio de Estambul.
La movilización trasciende la división entre religiosos y laicos. Las mujeres conservadoras, que han votado o no por el AKP (el gobernante partido musulmán-conservador), también están luchando por el convenio por miedo a que sus derechos se deterioren.
«Los detractores del convenio se sorprendieron ante la fuerte oposición de las mujeres conservadoras a la idea de la retirada», estima la escritora y activista Berrin Sonmez.
Incluso Sumeyye Erdogan, hija del presidente turco, parece ser una de ellas. La asociación de mujeres de la que es vicepresidenta ha anunciado su apoyo al tratado, a pesar de los ataques e insultos recibidos por ello.
«Con la llegada al poder de AKP, las mujeres conservadoras pudieron acceder a un estatus social que no tenían antes. Pero se dan cuenta de que los políticos a los que han apoyado están dispuestos a sacrificarlas. No quieren perder sus derechos», analiza Sonmez.
– Gran movilización –
Según un sondeo del instituto Metropoll realizado en julio, sólo el 17% de los turcos apoyaría la retirada del convenio de Estambul.
Los numerosos asesinatos recientes de mujeres jóvenes por parte de hombres y la fuerte movilización de las mujeres en toda Turquía juegan un papel importante en esta concientización.
Los intentos del gobierno de restringir los derechos de las mujeres en nombre de la «protección familiar» (violaciones del derecho de pensión alimentaria para las mujeres divorciadas, proyecto de ley para reducir la edad legal del matrimonio) se han topado con una fuerte oposición.
«El movimiento de mujeres es el único que ha hecho retroceder al régimen desde el intento de golpe de Estado en 2016», dice Adile Dogan, presidenta de la Asociación de Solidaridad de Mujeres de Esenyali.
En este suburbio desfavorecido de Estambul, donde muchos habitantes han perdido el empleo debido a la pandemia de covid-19, la violencia contra las mujeres está en aumento.
«En solo dos meses, 300 mujeres que han sido víctimas de la violencia han recurrido a nosotras», cuenta Dogan.
Aunque se acusa a las autoridades de hacerse las remolonas para no aplicarlo plenamente, el Convenio de Estambul representa un progreso para las mujeres, estima la activista.
«Antes del convenio, los fiscales a veces tardaban más de un mes en emitir una orden de protección. Ahora podemos conseguirla de inmediato», explica.
Según varios observadores, la fuerte movilización para salvaguardar el tratado habría llevado al gobierno a considerar la posibilidad de emitir una reserva, sin retirarse de él. Y examina otra opción: que Turquía elabore su propio convenio, eliminando cualquier referencia a las uniones LGTB y fuera del matrimonio.
«En otros países autoritarios como Polonia o Rusia existen intentos similares de inventar un convenio conforme con los «valores familiares», explica Berrin Sonmez. «Pero nunca aceptaremos que se abandone el Convenio de Estambul».
Fuente: Agencia Francesa de Prensa