El vuelo duró unos siete minutos: el avión de Ukraine International despega del Aeropuerto Internacional Imán Jomeini en Teherán, un misil lo impacta y se estrella. Mueren las 176 personas a bordo.
Horas antes, Irán había lanzado un ataque con misiles contra dos bases que albergan militares de EE.UU. en Irak en represalia a la operación con la que el presidente Donald Trump ordenó matar en Bagdad al general Qasem Soleimani, el jefe de las fuerzas Quds, el batallón de élite del país persa.
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Pero el ataque, que fue presentado con aspavientos por los medios iraníes como la consumación de la «venganza severa» por el «martirio de Soleimani», fue limitado: no hubo pérdidas de vidas estadounidenses y los daños materiales fueron mínimos.
De hecho, las víctimas de las tensiones por el conflicto entre los dos países no serían militares y estaban a cientos de kilómetros de las bases atacadas.
Antes, durante y después del ataque, los aviones siguieron despegando con normalidad desde Teherán: el país estaba en alerta máxima pero nunca cerró su espacio aéreo.
Según reconoció el gobierno el sábado, un «error humano» llevó a que se confundiera la aeronave que despegaba con un misil de EE.UU.: las defensas se activaron y el vuelo PS752 fue derribado.
Por tres días -y pese a que la evidencia era abrumadora- Irán negó estar detrás de la catástrofe e insistió que se había tratado de un «problema técnico» del avión.
Cuando finalmente el gobierno de Teherán reveló que un misil disparado por error había derribado el Boeing 737, se ganó cierto reconocimiento de la comunidad internacional por dar un paso hacia la transparencia, pero revivió también la llama de un peligroso polvorín interno.
Cientos de personas salieron a la calle durante el fin de semana y este lunes para protestar por lo que consideran un intento del gobierno de ocultar la verdad sobre lo que pasó con el avión de Ukraine Airlines.
Y aunque la policía negó haber disparado contra los manifestantes, diversos reportes y videos en redes sociales indican que varias personas resultaron heridas cuando las fuerzas de seguridad disolvieron las protestas Teherán.
Last week: Massive (state-organized) funerals for Soleimani
This week: Iranians openly tearing down Soleimani posterpic.twitter.com/WZMQ1TaXqz— ian bremmer (@ianbremmer) January 13, 2020
El propio presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mostró su simpatía a los manifestantes (incluso con tuits en farsi) y lanzó amenazas contra los líderes de Irán para que no agredieran a los manifestantes.
Las manifestaciones del fin de semana fueron un insólito giro pocos días después de que Irán se uniera masivamente en el duelo por la muerte de Soleimani, cuyo funeral lanzó a millones de personas a las calles en apoyo a su gobierno y en rechazo generalizado a Estados Unidos.
Pero ¿cómo la tragedia del avión ucraniano dio un vuelco y trastocó el apoyo de la semana previa en convulsión social contra el gobierno?
Nueva oleada de protestas
Según explica un análisis del Middle East Institute, un centro de estudio de Medio Oriente con sede en Washington, las manifestaciones del fin de semana pueden ser vistas en un contexto de descontento mayor.
Y es que desde finales de finales de noviembre, Irán vive momentos de incertidumbre.
El anuncio del aumento de precios del combustible llevó entonces a un levantamiento social nunca antes visto desde el inicio de la República Islámica.
Según organizaciones de derechos humanos, más de 400 personas murieron, más de 2.000 resultaron heridas y 7.000 fueron encarceladas durante las mayores manifestaciones que se registraron en el país desde 1979.
El descontento social llevó incluso a un bloqueo de internet, pero a medida que pasaban los días, el estallido se desinfló y el país volvió poco a poco a su rutina.
Hasta que la muerte de Soleimani el pasado 3 de enero generó un brote de nacionalismo y los iraníes se lanzaron otra vez a las calles en apoyo a su gobierno y en rechazo al «enemigo»: Estados Unidos.
Irán prometió una «venganza severa» y pocos días más tarde, dio luz verde al ataque de revancha.
De acuerdo con un análisis del Council on Foreing Affairs, un centro de pensamiento con sede en Washington, Teherán creyó que su publicitada operación contra las instalaciones estadounidenses en Irak serviría para la catarsis popular y demostraría el poder del régimen.
En cambio, fue el derribo del avión de Ukraine Internationallo que se ha dejado sentir a lo largo de los días.
El incidente no solo dejó muy mal parado al ejército y a su poderosa Guardia Revolucionaria, sino que expuso a los líderes por haber «mentido» al país.
Y aunque es difícil tener una idea clara de qué pasa dentro de Irán debido a restricciones en los medios independientes, videos subidos a internet muestran centenares de personas, sobre todo estudiantes universitarios, manifestándose en las principales plazas y avenidas del país.
Aunque a diferencia de lo que pasó en los últimos meses del año, las manifestaciones de este fin de semana han ido contra el centro del poder: piden la renuncian del líder máximo del país, el ayatola Alí Jamenei, la cabeza política y religiosa de Irán.
«Muerte al dictador» y «Jamenei asesino» han sido algunas de las leyendas y consignas contra el clérigo que han protagonizado las marchas, según indica BBC Monitoring, el servicio de monitoreo de medios de la BBC.
Para los expertos, se trata de algo inusual en un país donde cualquier ofensa a su líder se considera un delito.
«Los manifestantes, arriesgando sus vidas, ya no se molestan en pedir una reforma política. La demanda es que Jamenei renuncie inmediatamente», indica un análisis de Alex Vatanka, experto del Middle East Institute publicado este lunes.
«La ira hacia él es comprensible. Jamenei personifica la falta de rendición de cuentas del régimen», agrega.
Pero de acuerdo con el experto, las causas sociales detrás de lo que ocurre ahora van más allá de la tragedia que llevó a 176 muertes inocentes la pasada semana.
Un país en crisis
La reciente frustración de los iraníes con sus líderes es probablemente resultado, entre otros factores, de los serios problemas económicos y sociales que ha enfrentado el país desde hace meses.
Datos del oficial Centro Estadístico de Irán indican que los precios de los productos básicos allí, principalmente la comida, han aumentado de forma considerable desde 2016.
El precio de la carne de res, por ejemplo, casi se triplicó en menos de año, mientras el de la leche subió poco más de 50% y el del té se cuadruplicó.
El país sufre, además, un enorme déficit presupuestario, mientras su moneda, el rial, ha perdido tres veces su valor frente al dólar desde 2015.
Teherán batalla también para poder vender su petróleo desde que el gobierno de Donald Trump retiró a EE.UU. del acuerdo nuclear en mayo de 2018 y volvió a aplicar sanciones contra ese país.
Eso a pesar de que los otros firmantes -Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania- se mantuvieron dentro del acuerdo.
Trump, desde entonces, ha intentado presionar con numerosas sanciones a Teherán para firmar uno nuevo, algo que Jamenei ha descartado.
«La presión está contribuyendo al aumento de la inflación y el desempleo en Irán. La devaluación de la moneda está erosionando los ahorros de los iraníes promedio y provoca costos de vida prohibitivamente altos», indica un análisis de la RAND Corporation, un think tank que asesora al Ejército de EE.UU.
De acuerdo con el estudio, las sanciones -que aumentaron el viernes con un nuevo paquete de medidas, ahora contra la industria del metal iraní- también están teniendo graves consecuencias humanitarias.
«Los informes de derechos humanos sugieren que, a pesar de las exenciones para las importaciones humanitarias, las restricciones bancarias causadas por las sanciones estadounidenses impiden que Irán financie dichas importaciones, lo que lleva a la escasez de medicamentos para tratar enfermedades raras y múltiples formas de cáncer», indica.
Presión interna y externa
Pero de acuerdo con el Middle East Institue, la presión que enfrenta el gobierno de Irán no es solo económica: el país también ha perdido fuerza en su influencia regional en los últimos meses, lo que demostró la reciente quema de uno de sus consulados en Irak.
Y ahora Teherán también puede enfrentar demandas de compensación de las naciones cuyos ciudadanos murieron en el avión, según anunció el lunes el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Vadym Prystaiko.
«Hemos creado este grupo de ministros de relaciones exteriores de las naciones en duelo. El 16 de enero, nos reuniremos en persona en Londres para discutir las formas, incluidas las legales, cómo estamos siguiendo esto, cómo los estamos procesando «, dijo a la BBC.
Pero además de las protestas y la presión externa, algunas voces con repercusión internacional también se han sumado a las críticas al gobierno.
El capitán del equipo nacional de voleibol masculino, Said Marouf, escribió en Instagram sobre lo que llamó la «opresión» en Irán y, en una aparente referencia al derribo del avión, dijo que esperaba que su país hubiera visto su «último espectáculo» de «engaño y estupidez».
Una de las actrices más famosas del país, Taraneh Alidoosti, publicó que los iraníes no estaban siendo tratados como ciudadanos sino como «rehenes», mientras, la única medallista olímpica femenina de esa nación, Kimia Alizadeh, anunció que había desertado.
Incluso algunos conservadores de línea dura que exaltaban a los militares y que hasta el viernes se mostraban orgullosos del conflicto con EE.UU. cuestionaron «las decisiones deliberadas» de altos funcionarios militares de «desinformar al público».
Hamideh Zarabadi, miembro del parlamento de la ciudad conservadora de Qazvin, dijo que Irán debería celebrar un funeral de estado para las víctimas y escribir sobre cada ataúd, 80 millones de veces, que condenaba la guerra.
En tanto, el editor en jefe de la agencia oficial de noticias Tasnim, Kian Abdollahi, escribió que mentirle al público fue tan catastrófico como la tragedia del avión y que todos los funcionarios que ocultaron la verdad debían ser procesados.
Según The New York Times, una valla publicitaria en el centro de Teherán que mostraba una foto de Soleimani fue retirada y, en su lugar, se colgó una pancarta negra con los nombres de las víctimas del incidente y una leyenda sobre el dolor.
Una metáfora, tal vez, de que el duelo y la ira por la muerte del general han encontrado otros rumbos más oscuros para el gobierno.
«Aunque estas últimas protestas probablemente también serán reprimidas como las anteriores, la ira contra Jamenei y sus soldados de la Guardia Revolucionaria no desaparecerá», opina Vatankas.
Fuente: BBC Mundo