Con su muerte, hace justamente 18 años, concluía una prolífera vida política de luces y sombras que afloraban desde el inicio de la Era de Trujillo (1930-1961).
Aquel domingo, un paro cardiaco sorprendió a Balaguer, de 95 años de edad, mientras dormía en su cálida cama del centro médico, donde fue atendido permanentemente por doctores y enfermeras que en vano trataron de salvarle la vida.
Luis Rojas, en ese momento director de la Clínica Abreu, dijo que luego de que se registrara el paro cardíaco en los monitores, los médicos procedieron a practicarle maniobras protocolares de reanimación sin que se obtuvieran resultados satisfactorios.
De acuerdo a reseñas periodísticas de la época, su último momento despierto lo pasó junto a Aníbal Páez, su asistente personal, quien se mantuvo acompañándole en el transcurso de su enfermedad.
Tras su deceso, el cuerpo del líder reformista fue colocado en su residencia, ubicada en la avenida Máximo Gómez, donde se oficiaron dos misas; una encabezada por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez y otra por el arzobispo de Santiago, Juan Antonio Flores.
En la vivienda, junto al féretro con su cuerpo, estaba un retrato suyo de fondo y una estatuilla de Jesucristo.
Alrededor del viejo caudillo se desarrollaban las visitas de los sectores políticos que alguna vez lo adversaron con fuerza o los que le temieron y amaron cobijados bajo el clientelismo que creó el manto de su poder.
En el paraíso
En una publicación del periódico El Caribe de esa época, la necesidad de que Balaguer entrara al cielo surgió en la cocina de su residencia cuando lo estaban velando.
Allí repartían café más de una docena de mujeres que durante años sirvieron en las labores propias de la casa. Una de ellas comentaba a una doña que se llamaba Carmen, quien era la que le planchaba la ropa a Balaguer desde hacía más de 30 años, que no se preocupara ya que “si Balaguer va al cielo nosotros sabemos que tendremos a alguien que no nos desamparará, que nos tenderá su mano desde allá arriba”.
Las estufas y las neveras viejas de la cocina, así como el deterioro del mobiliario, en sentido general, revelaban el abandono de la vivienda.
El cadáver de Balaguer reposó en la sala de su vivienda, atendiendo a una petición del líder político que solicitó ser velado en su cama, para seguir con una vieja costumbre familiar que se correspondía con una larga tradición de los dominicanos.
Entierro
Luego de que Hipólito Mejía, a la sazón presidente de la República, emitiera un decreto declarando tres días de duelo por la muerte de Balaguer y se rindieran los honores correspondientes como exjefe de Estado en el Palacio Nacional, sus restos fueron trasladados a la iglesia Nuestra Señora de la Paz, en el Centro de los Héroes, para una misa de cuerpo presente.
Posteriormente, fue llevado al local del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) en la avenida Tiradentes de la capital, para después ser llevado al cementerio Cristo Redentor, donde recibió cristiana sepultura.
Inicios en la política
Joaquín Balaguer exhibió sus grandes dotes de orador en los movimientos nacionalistas que protestaban en contra de la intervención militar norteamericana de 1916 hasta 1924, lo cual lo llevó a conocer y compartir de cerca con Rafael Estrella Ureña, con quien empezó a trabajar políticamente y acompañarlo en sus actividades proselitistas.
Estrella Ureña terminó asumiendo la vicepresidencia de la República en el gobierno de Trujillo que se inició en 1930 y Balaguer fue designado en su primer cargo público como Secretario de la Legación Dominicana en Madrid, España, en 1931.
Los 12 años
Durante el periodo 1966-1978 se caracterizó por los procesos de Reforma Constitucional, de Reforma Agraria, por las luchas sociales, por los hechos de violencia, las protestas de los grupos juveniles y las presiones de los movimientos de izquierda, en medio de la guerra fría.
En la oposición
Fue amo y señor de su partido que se fundó a su imagen y semejanza. Lo manejó siempre a su antojo con el peso de su liderazgo y caudillismo. Todos los puestos dirigenciales y cargos electivos del reformismo debían tener previamente su bendición, y todo el que se atrevió a enfrentarlo o cuestionar su liderazgo dentro del partido, sufrió amargas consecuencias.
Aunque duró ocho años en la oposición, de 1978 a 1986, tuvo una notoria ausencia en el escenario, ya que viajó a realizarse tratamientos médicos fuera del país; sin embargo, siempre se mantuvo como el único líder indiscutido de su partido.
Era una maquinaria electoral que solo se activaba cada cuatro años para llevarlo a él como candidato presidencial, excepto en 1996 donde prefirió apoyar al expresidente Leonel Fernández por encima de su entonces vicepresidente, Jacinto Peynado.
Después de su muerte, ninguno de los líderes emergentes que le sobrevivieron han podido reunificar ese partido ni mantenerlo como la otrora fuerza política que fue.
La división a lo interno del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) le abrió de nuevo las puertas del Palacio Nacional en las elecciones de 1986, y gobernó durante 10 años más de manera ininterrumpida.
PODER
1960-1962.
Balaguer fue designado por Trujillo como presidente “títere” en el ocaso de su régimen, pero tras su ajusticiamiento en 1961, el líder reformista quedó a cargo del país.
1966-1978.
Es considerada la etapa más cruda de sus gobiernos debido a los hechos de violencia que marcaron su régimen.
1986-1996.
En los últimos diez años de Gobierno, su gobierno se caracterizó por mayor apertura democrática, en comparación a sus pasados periodos.
Fuente: Listín Diario