La artista María Battle convierte la música en una poderosa herramienta para la educación de las personas con discapacidad auditiva en República Dominicana.
Ni lecturas sobre Francisco de Goya, Alexander Graham Bell, Thomas Alva Edison o Ludwig Van Beethoven. La primera experiencia de María Battle para adentrarse en primera persona en el mundo de las personas sordas fue transgresora y revolucionaria: durante dos meses no usó su voz en público y llevó auriculares para que no pudiera escuchar cuando le hablaban o querían comunicarse con ella. Este fue el primer paso para hace cuatro años desarrollara el proyecto The Muse Seek(Buscando la musa), una prolongación de su propia identidad para universalizar las oportunidades de formación de cualquier persona con independencia de su condición a través de la plasticidad del arte.
Su segundo experimento fue una entera inmersión.Todas las mañanas, Batlle caminaba por la Avenida 27 de Febrero, vía principal de Santo Domingo, para recibir clases en una de las nueves sedes que existen en el país de la Escuela Nacional para Sordos, una institución que cuenta con 1.200 estudiantes y 93 profesores y que se mantiene gracias a una subvención mensual de 750.000 pesos dominicanos (alrededor de 15.000 euros).
Desde las 8:00, en el aula de segundo de bachillerato, uniformada con camiseta blanca y pantalones camel, se sentaba en primera fila. «Le pedí a la escuela que me admitiera como estudiante porque si quería lograr un cambio en el sistema de educación debía ser parte del mismo. No dejar que me contaran, vivirlo en carne propia».
Dicen que no hay amistad más sagrada que la que se entabla entre el alumno y el maestro. Memorable fue la de Helen Keller, escritora, oradora y activista política sordociega estadounidense con Annie Mansfield Sullivan, su educadora. Parece que entre alumno y alumno infiltrado el nexo es mayor. «La relación con los chicos es estupenda. Me mandan mensajes por WhatsApp y sus familias también. Nuestro vínculo ha salido del aula para convertirse en algo más profundo».
En uno de los programas, 12 estudiantes oyentes enseñan inglés y al mismo tiempo aprenden de 12 estudiantes sordos la lengua de señas.
Durante su estancia como artista residente en la Escuela de Diseño y Arte en Altos de Chavón, la inspiración, esa musa buscada, tocó a su puerta. «Era directora creativa en una agencia de publicidad cuando me invitaron a Chavón. Amaba mi trabajo, pero me hacía falta lo humano. Entonces, llegó a mis manos un folleto promocional de la Escuela Nacional de Sordos y quise conocer lo que hacían. A partir de entonces, The Muse Seek pasó de ser una exhibición de arte a una organización cuyo objetivo es que las barreras entre personas sordas y oyentes se rompan por completo».
En República Dominicana, según la Oficina Nacional de Estadística, 97.735 personas tienen una discapacidad auditiva. De estas, solo 6.000 llegan a la Universidad. «Hay que enseñar que cualquier persona puede lograr sus sueños, conseguir sus metas, que la formación universitaria, si se quiere, está al alcance de todos. Eso para mí es lo más importante».
The Muse Seek Project comparte protagonismo con En-seña, un proyecto también de la Fundación María Batlle para promover la lengua de señas. Uno de sus programas es un intercambio donde una vez por semana 12 estudiantes oyentes enseñan inglés y al mismo tiempo aprenden de 12 estudiantes sordos la lengua de señas. «Es un programa por y para estudiantes, no hay profesores. Ellos mismos se han definido como una familia desde el primer día, los resultados son asombrosos. Todo el mundo tiene algo que aprender y que enseñar».
La iniciativa ha conseguido que estudiantes sordos puedan sentir en vivo la música de las ballenas jorobadas que llegan a República Dominicana desde finales de enero para aparearse. Una experiencia que Battle ha plasmado en un documental que cuenta con la colaboración de los fotógrafos María Victoria Hernández y Víctor Cantisano. Este proyecto fue presentado como un caso de éxito por la Administración Nacional Atmosférica y Oceanográfica (NOAA) en el Instituto Oceanográfico Woods Hole de Estados Unidos, la organización líder del mundo en investigación de los océanos.
«Nos valimos de la ayuda de un hidrófono y con SubPac, una tecnología que transfiere el sonido directamente al cuerpo para crear una experiencia física de la música. Este dispositivo, que en principio fue concebido para que los pinchadiscos sintieran la música de otra forma, nos ha servido como una herramienta para innovar la educación».
Autodidacta y amante de Einstein y Neil deGrasse Tyson, Battle ha obtenido becas de universidades como Harvard. En Stanford han solicitado su colaboración, Yale le ha invitado a participar en varias lecturas. Ha hecho presentaciones en Tesla Motors, la compañía del empresario Elon Musk, y su TEDxTalk recibió una poderosa ovación de pie de una audiencia con 500 personas. «Desde 2013 hemos roto la barrera que había entre la música y los niños sordos. Algo que ha sido revolucionario en todo el mundo».
The Muse Seek ha sido presentado con éxito en el Laboratorio de Educación de la Universidad de Columbia, en el Laboratorio de Música de la Universidad de Nueva York (NYU), en el Instituto Politécnico Rensselaer, en el Instituto Tecnológico de Nueva Jersey, el Foro de Mujeres Poderosas de Forbes, el Womex celebrado en Galicia y en el Festival Mundial Dolphinity, celebrado en las Islas Canarias, entre otros internacionales.
Esta revolución educativa también sirve de motor de impulso para el resto de centros educativos para sordos que hay en el país. «Cuando comencé a ir a la escuela, había una estudiante que se quería retirar. Me decía: ‘¿Para qué continuar en esto?’. Yo le contesté: ‘Quédate y explora los programas que vamos a hacer, después decide. Ahora ella ama su escuela y está orgullosa de poder enseñar su lengua a oyentes».
Natural, extrovertida y divertida, apasionada de los caballos, Battle, además, se jacta de darle un guiño a la vida cada mañana. «Soy amante de las experiencias nuevas, el proyecto siempre está innovando. Quiero que mis estudiantes tengan todas las opciones, si quieren ser astronautas, mi trabajo es lograrlo», cuenta sonriendo. «Lo importante es que sean felices, se superen, se empoderen, y que luego, como multiplicadores y agentes de cambio enseñen a otros lo que están aprendiendo».
Fuente: El País.