Día de la unción de Betania a Jesucristo por María, hermana de Marta y Lázaro, los Santos Hermanos y Amigos del Señor. Anuncio de la muerte del Señor, ofrenda de agradable aroma que sube hasta el cielo.
Llamados todos a quebrar nuestra vasija de barro a los pies del Hijo de la Virgen María como un sacrificio viviente para Nuestro Unico Rey Muerto y Resucitado.
Roto nuestro vaso de alabastro seremos útiles a los demás. No podemos servir al propósito por el cual fuimos creados si nos mantenemos como piezas de museo decorativas y en perfecto estado de conservación en una vitrina. Esa fue la actitud del traidor Judas, quien solo quería bienes para sí, no le importaban los pobres, era un ladrón. Su culto era la ambición del poder que consiguen las influencias y los contactos de la noche más oscura, revestidos de socios y afines, y cuando ya han alcanzado su objetivo de poder y dominio destruyen a los subalternos que le ayudaron a conseguir sus fines.
Es la hora de romper totalmente todo trato con el demonio y con todos sus aliados.
Hemos de entregar lo más preciado de nuestra vida al auxilio de quienes son la viva imagen de Jesús Eucaristía, el Siervo de Yahveh.
Agradezcamos todos los golpes, los quiebres, la perdida del nardo precioso. Son las señales de que nos hemos dado por entero, entre aciertos y magnas equivocaciones.
Arrepentidos por nuestras traiciones y desaciertos a la ley de amor de Dios, caminemos al encuentro del Cristo Pascual.