Jesucristo es la plenitud de la Ley Divina. Se requieren para su escucha y cumplimiento humildad y búsqueda de la Comunión de su Cuerpo y su Sangre.
Esto se traducirá en el ámbito del trabajo diario, la resolución de las pequeñas cosas, aquello que más nos cuesta, en los detalles que hacen la diferencia para bien de la vida de los demás.
Todos fallamos en el cumplimiento de los mandamientos de los 10 mandamientos que se resumen en la caridad.
Por eso, la urgencia de todos de confesarnos lo más frecuentemente posible.
Los golpes de la vida son para hacernos reaccionar, no para volver a transitar los caminos de oscuridad y frecuentar a las personas malvadas.
Pongamos cada día y cada hora nuestros pensamientos y acciones ante el escrutinio de los Mandamientos.