POR: RAMÓN ALMÁNZAR
Santo Domingo (D.N.), República Dominicana.-El 13 de marzo de 1958, Ivonne Haza subía por pri­mera vez a un escenario co­mo cantante profesional (soprano), en el auditorio del Instituto de Señoritas Salomé Ureña, interpretan­do las Arias del Mesías de Georg Friedrich Händel, a cargo de Manuel Marino Miniño.

Desde entonces fue rei­na de los escenarios de la ópera y, como dijo ayer su hijo Ito Bisonó, tras su fa­llecimiento, su madre será recordada por su gran lega­do a la cultura dominicana en la que puso su sello vo­cal para ganarse el título de “la dama de la música clási­ca por siempre”. También la llamaban la “Diva domini­cana”.

Nativa de San Pedro de Macorís, tierra de caña y azúcar, ella endulzó a millo­nes de personas que escu­charon su bello canto en su patria o en el extranjero.

Su voz queda sobre his­tóricas partituras de ópe­ras italianas, zarzuelas, requiems, cantatas, orato­rios, misas, canciones fran­cesas, españolas, italianas, alemanas, portuguesas, ru­sas, latinoamericanas y, so­bre todo, canciones de arte dominicanas. Por muchos años la Orquesta Sinfóni­ca Nacional fue el soporte de su pasión vocal, bajo di­rectores históricos domini­canos como Manuel Simó, Carlos Piantini, Julio De Windt, Rafael Villanueva, Manuel Marino Miniño, Jo­sé Del Monte y José Manuel Joa Castillo.

Todos los repertorios clá­sicos encajaron en su prodi­giosa voz, desde “La novena sinfónia” de Beethoven has­ta el “Sherezade” de Ravel.

Sus aportes quedan só­lidos como difusora de la música culta y como profe­sora de decenas de cantan­tes que aprendieron a usar técnicas gracias a ella.

Fuente: Listín Diario