Como si se tratara de una diversión, las elecciones nacionales, congresuales y municipales dominicanas de 2024 pueden resultar en un escenario de juego, en donde los actores clave tendrán la oportunidad de demostrar sus capacidades estratégicas para interponer los objetivos generales por encima de los intereses particulares.
El dilema del prisionero se presta para la actual coyuntura, su autoría le corresponde a Albert Tucker (1950), cuando enriqueció la teoría de los juegos de otros ingeniosos matemáticos, al incorporarle las recompensas a la acusación hipotética de un crimen que se le hacia a dos prisioneros sin pruebas suficientes. Conforme a Tucker, el dilema se resume de la siguiente manera:
“La policía acaba de arrestar a dos sospechosos de un crimen. No se han encontrado pruebas suficientes para condenarlos y, tras haberlos separado, un oficial de policía los visita a cada uno y les ofrece el mismo trato. Si uno confiesa y su cómplice no, el cómplice será condenado a cinco años de prisión mientras que el delator será liberado. Por el contrario, si calla y el cómplice confiesa, el primero recibirá esa pena y el cómplice será quien salga libre. Pero si ambos confiesan el crimen, cada uno recibirá una condena menor, de sólo cuatro años. Si ninguno confiesa, ante la falta de pruebas, pasarán un año en la cárcel acusados de un cargo menor.”
A primera vista, la posición más cercana es la de seleccionar lo que mejor le convenga individualmente hablando a cada quien, la de confesar y obtener una menor condena y, por consiguiente, una resolución de tipo no colaborativa, por lo que ambos reciben la condena de cuatro años, en contraposición a si hubieran cooperado, en donde los dos, callando y callando, apenas serían condenados a un año-beneficios moderados- por insuficiencia de pruebas y hasta tal vez el tribunal lo hubiera descargado.
Confesar es una estrategia en la que el prisionero puede verse atraído y resultar dominante, sin darse cuenta que callar y callar pueda que lo beneficie a ambos con una condena menor; sin embargo, el inconveniente que media es que los prisioneros están separados, no se comunican y por lo tanto no pueden establecer una estrategia común, con beneficios superiores a la de confesar los dos versus uno confesar y otro callar.
En la óptica del equilibrio de Nash de la teoría de los juegos de estrategias puras (aquella que como modelo de conflictos y cooperación indica que en términos individuales los jugadores no mejoran su situación al modificar su decisión), mientras el otro competidor mantenga fija su decisión, alcanza el mejor resultado en forma particular, pero no de manera conjunta.
La conducta de confesar domina a la de callar por parte de los prisioneros y acontece porque los seres humanos nos caracterizamos por ser racionales, condición que nos lleva a posturas personales con beneficios propios, confrontando lo personal frente a lo colectivo.
En el escenario político electoral de 2024 resulta opuesto al de 2020, por lo tanto, la postura estratégica puede resultar pura en la acepción de Nash, dado que los jugadores ahora tienen intereses comunes, impuestos por las circunstancias que las diferencian de las del pasado reciente, pero con intereses en sentido contrario. El interés común de las partes en condiciones de cooperar es ganar las elecciones y también hacer que el adversario la pierda. Para lograrlo, deben sobreponer los intereses generales sobre los particulares y asumir la posición más ventajosa que es la encontrarse, condición que no gozaban los prisioneros del dilema.
Asumir una postura de resentimiento, egoísta, de carácter personal, puede que en algún momento embargue a alguien por la condición de los intereses o la racionalidad, en este caso empañada; sin embargo, en las circunstancias actuales, los jugadores pueden mejorar su posicionamiento electoral, al considerar que para lograr el equilibrio óptimo, de potenciar cada uno de los lugares que tienen, uno de los jugadores puede cambiar de postura, atendiendo a que el otro está en disposición de hacer lo propio y si ambos la cambian en forma simultánea, la resolución colaborativa puede alcanzar una mayor dimensión.
Existen varios vehículos y condiciones para propiciar el encuentro y qué mejor que el que pesa más, la sangre, que facilita el acercamiento, para que, trasladando de manera modificada lo indicado por Tucker de callar y callar por el de confesar y confesar (para una postura colaborativa y luego el entendimiento), basado en el interés compartido.
Los factores comunes entre las partes hay que ponerlos sobre las diferencias. La postura de confrontar aleja la conducta colaborativa; en contraposición, la generosidad y los intereses generales que deben primar sobre los particulares, como clase aprendida por las partes en la era de la formación boschista en los círculos de estudios, llevan al escenario de un equilibrio, donde prevalece el ganar-ganar.
Las recompensas que las partes políticas pueden obtener están a la vista, con solo inspirarse en el dilema del prisionero y el equilibrio de Nash.