Comparar siempre será útil. De pronto nos obliga aquilatar información necesaria, permite a su vez identificar aspectos comunes y diferenciales entre los casos equiparados, al tiempo que posibilita comunicar lo nuevo o lo aleccionador que puede resultar la contrastación, a los fines de no repetir errores evitables, dado que otras situaciones ya lo padecieron o replicar los casos de éxito, cuando aplica.
La comparación nos provee argumentación para las decisiones que debemos tomar, justo las que les deseo acercar al lector del tema que ocupa la atención de esta opinión, con el objeto de evitar caer en equivocación con consecuencias irreparables.
Las naciones democráticas periódicamente son sometidas a estrés que son propio de su ejercicio dentro del sistema de partidos políticos; sin embargo, en ocasiones son provocados por eventos innecesarios, como la fuerte lucha de intereses, cuando desbordan el debate de las ideas y de las propuestas y, el motor propulsor termina siendo expresión de sentimiento personal, que expone a las naciones y sus economías a situaciones particulares, haciéndolas desviar de su curso normal, llegando incluso a afectar las distintas actividades económicas de un país.
Lo anterior aconteció en dominicana durante el primer semestre del 2019, cuando el interés personal por modificar la Constitución para posibilitar la postulación a la reelección presidencial, hizo que la economía dominicana se desacelerara y ralentizara, representándole un costo económico no deseado al país. Imposibilitado de cambiar la Carta Magna movido por el interés particular, al no contar con licencia social y política; ahora para el segundo semestre del año en curso vuelve nueva vez el fantasma del estrés político que podría desencadenar en consecuencias económicas.
El preámbulo viene al caso, pues resulta que durante el proceso electoral mexicano del pasado año, el partido de gobierno, el Revolucionario Institucional (PRI), con el Presidente de turno, Enrique Peña Nieto, tenía el dilema de decidir el candidato presidencial en forma directa o a través de elecciones democráticas internas, entre varios competidores. Al final Peña Nieto eligió a su delfín, recayendo sobre un extra partido, sin militancia política partidaria o independiente, José Antonio Meade, y en desmedro de Miguel Ángel Osorio Chong, destacado dirigente del PRI y que marcaba mucho mejor que Meade en todas las encuestas.
Peña Nieto se ufanaba de saber mucho de política y particularmente de ganar elecciones, basado en su presunción impulsa la candidatura priista y rompe con la tradición, al ser el mentor de un caso inédito en la política mexicana, elegir a un apolítico para dirigir la política de un Estado. El riesgo se echó a correr y meses más tarde Peña Nieto se despertó de su capricho, pero ya era tarde.
Antonio Meade, entonces candidato del PRI, tenía la disyuntiva, la necesidad y la obligación de transitar entre dos caminos, el de su partido que no lo asimilaba por no ser uno de sus miembros –tratando de ganarse los afectos de su matrícula- y el de cargar con la impopularidad de la gestión de gobierno del presidente Peña Nieto; mientras eso acontecía, su aceptación en las encuestas no mostraban crecimiento, en contraposición a la de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el candidato de la oposición que crecía cada vez más en el electorado.
Con Meade candidato presidencial por el PRI y López Obrador, por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el partido de gobierno junto a un aspirante advenedizo sufrió una aplastante derrota, al quedar en tercer lugar y no ganar en ninguno de los 32 estados que conforman el territorio geográfico mexicano, frente a la victoria de AMLO, con una votación que alcanzó un 53.0 % frente al 16.0 % de Meade.
La similitud del caso examinado está caracterizado por el hecho de que dentro de una facción del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y ante la imposibilidad de presentarse como candidato presidencial para las elecciones de mayo del 2020, inclina sus influencias hacia un delfín con tímida carrera política, empujando a alguien que no aspiraba a la nominación presidencial, como recurso de última hora, dándole la facilidad de auxiliarse de la sombra del poder para promoverse, pese a que varios de sus correligionarios apostaban a ser candidato -todo por empecinarse a evitar que el candidato natural por el PLD no lo sea.
Con serios cuestionamientos de parte de un ala importante de la matrícula del PLD, el delfín tiene que lidiar en forma inicial con el problema de fondo de que muchos son los que consideran que el partido en la los últimos años no ha sido tomado en consideración en forma suficiente para la empleomanía pública y que en cambio, el denominado poderoso sector externo es el que ocupa los mayores espacios gubernamentales.
Luego, ante la denuncia por parte de varios de los precandidatos que habían salido a la carrera presidencial dentro del PLD, de manejo sesgado de uso de recursos públicos y además por haber permanecido en un ministerio, cuando otros aspirantes habían renunciado, ocasionando una competencia desigual, la corriente oficial ha sido causante de un cúmulo de disgustos, que junto a los de los militantes que no pertenecen a la corriente oficial y que se consideran marginados del gobierno, representa un grave o imposible desafío para el delfín integrarlo y unificarlo para su propósito.
El delfín seleccionado tendrá que navegar por rutas turbulentas dentro de sus propias corrientes y fuera de ella, que no le permitirá crecer. En adición, la sumatoria de reveses que la corriente oficial ha recibido y a la franja importante de los seguidores de los precandidatos afectados que no competirán por la nominación presidencial del PLD, que no se animaran a sumarse al delfín, equivale a la operación aritmética denominada resta; en contraposición a la corriente opuesta que ha venido agregando aciertos, similar a la otra operación aritmética, llamada suma.
Mientras en México el presidente Peña Nieto eligió al delfín Meade, que posteriormente perdió en forma contundente las elecciones en 2018 de parte de López Obrador; aquí en el país, basado en la similitud de los casos de los delfines del PRI mexicano y el de una corriente del PLD, se podría concluir en forma anticipada que sufrirá una fuerte derrota el delfín seleccionado en las primarias abiertas del partido gobernante, propiciada por el candidato que todas las encuestas independientes dan como ganador y que hasta sus adversarios le reconocen un alto talento para afrontar situaciones difíciles que se le puedan presentar a las finanzas públicas o bien por la amenaza de una crisis comercial mundial.
De no forzarse como hasta ahora se ha hecho, la construcción de un precandidato de marketing, el país se hubiera ahorrado un porcentaje importante de los recursos públicos que se destinarán a las primarias del 6 de octubre del presente año, ocasionándole más estrés a las finanzas nacionales que soluciones.
De manera que, los dominicanos debemos prestarle atención a la experiencia mexicana aquí contada, a fin de no repetirla en el país y evitar caer en los referidos errores, con las consecuencias negativas que implican para toda la sociedad.