Soy peledeísta de cuarenta y dos años en la organización política creada, fundada y construida por Juan Bosch. Como probablemente le acontece a otros compañeros de militancia, somos dolientes del PLD, por acción con valor político y por sentimientos. Enmarcado en el referido contexto, he aquí esta sugerencia, la que aspiro no sea descabellada.
En la búsqueda a una resolución al conflicto ocasionado por las dificultades durante el proceso de organización de las elecciones organizadas por la Junta Central Electoral (JCE) y en el día de las votaciones de las primarias abiertas del PLD –del pasado 6 de octubre- que dieron un resultado cuestionado, intentar procurar esfuerzos en la dirección de preservar lo que queda del partido de Bosch podría ser válido.
Muy recientemente en el país que queda en la mitad del mundo, Ecuador, se produjo un conflicto social, político y económico, ocasionado a partir de la firma de un acuerdo del gobierno del Presidente Lenin Moreno con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en el que se asumió el compromiso de implementar un programa de ajustes para la economía.
La respuesta del pueblo ecuatoriano a la eliminación de subsidios a los combustibles y otras medidas derivó en un conjunto de protestas masivas con consecuencias letales, que obligó al Presidente Moreno a derogar las medidas. En el ínterin, los poderes ejecutivos y legislativos se acusaron mutuamente de ser los causantes de las manifestaciones populares.
Ante la crisis política por la que atravesó Ecuador, políticos, juristas y empresarios invocaron dos textos de su Constitución, como forma de buscar una salida a la complicada situación que cobró varias vidas. Los Artículos a los que se hacían referencia son los números 130 y 148, que facultan al Congreso disolver al Poder Ejecutivo, y viceversa -una vez cumplida una serie de causales-, y convocar a elecciones generales. A la atribución referida, es a lo que en Ecuador se le ha llamado “muerte cruzada”, una manera de resolver conflictos políticos, con base jurídica.
Ahora que el PLD atraviesa por su más profunda crisis política, tanto antes como después de concluir la etapa de construcción, tiene el desafío imperioso en el muy corto plazo de buscar una salida. Para el PLD mantenerse en el poder, los liderazgos en conflictos solo tienen la opción de una salida consensuada, misma que podría procurarse mediante el uso del vehículo de la “muerte cruzada”, que obliga a las partes a deponer de sus intenciones, incluyendo sus razones y hasta convicciones –por el momento-, y darle paso a una tercera vía, con una fórmula que combine a la peledeísta más y mejor valorada por la sociedad dominicana y a uno de los precandidatos que se retiraron de la contienda interna.
En adición, un compromiso de gobierno compartido en lo programático y en su composición, con la intención de continuar con las realizaciones que los distintos gobiernos del PLD han ejecutado. De no procurar una fórmula que propicie una unidad mínima en la actual coyuntura, el PLD como partido saldrá del escenario gubernamental, y podría exponer al país a dificultades ante la proyección de una segunda vuelta en los comicios del 2020.
Ojalá alguien con valor y desapoderado de intereses de las partes apueste a una salida como la sugerida y se ofrezca a la mediación.