Por José Reyna*
Cuando el presidente Danilo Medina se embarcó en modificar la Constitución para reelegirse, en su alocución transmitida a nivel nacional desde el Palacio de la presidencia, dijo lo siguiente: “Al apoyar la enmienda de la reelección también estaba tomando la decisión de cerrar mi carrera política porque está sobreentendido que después de estos cuatro años adicionales, si el pueblo me premia con su voto en el año 2016, no podré ser candidato nuevamente a la Presidencia de la República”. Ósea, en el 2020.
Desde la niñez hemos sido educados en la fe cristiana y también escuchamos a sacerdotes, pastores, maestros de formación humana en las escuelas, catequistas y a nuestros padres hablar de los diez mandamientos y del deber de hacer el bien o mejor dicho, obrar rectamente.
Al ser juramentado en el 2015 por el presidente del Partido de la Liberación Dominicana, el Dr. Leonel Fernández Reyna, en el pabellón de voleibol del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, el presidente Danilo Medina expresó: “Quiero decir dos cosas breves, la primera, que juro aquí ante todos ustedes y, ante Dios como testigo, que es mi última candidatura a la presidencia de la República”.
El problema no es el hábito de jurar, sino la pérdida de los valores ya que los valores nos hacen grande como persona. Estamos en un mundo donde las cosas que se dicen no tienen valor. Vivimos en la cultura de la falsedad y es muy probable que el juramento se utilice para respaldar la mentira, qué es lo habitual.
Sin la honestidad y sin el valor de la palabra empeñada, jamás se dará cumplimiento a lo prometido. Es ahí donde la ley queda a merced de los inescrupulosos.
No hay parámetros para evaluar los actos de muchos políticos, de criminales, de dictadores, embaucadores y manipuladores, porque el común denominador es demagogia, ironía, falsedad, narcisismo, robo y el aprovecharse de los incautos y de los que se derriten ante míseras dádivas.
Para los perversos, la ley no será más que un obstáculo. Los principios no existen, cuando el engaño, el robo, la traición y el hurto del presupuesto nacional son la verdadera razón de su existir.
En el país vemos como evidente que quien está en el poder puede hacer su voluntad, aniquilando como les da la gana a quien no esté de su lado o en acuerdo con él. Este tipo de conducta la califico como el código de los salvajes, que es lo mismo que decir, «sálvese quien pueda».
La política es un esfuerzo que implica tanto la formación de la conciencia como la continua revisión en palabras y obras.
Termino mi artículo con una cita bíblica como reflexión para el presidente constitucional Danilo Medina.
San Mateo 5, 34-37: «Pero yo les digo: ¡No juren! No juren por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, que es la tarima de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey. Tampoco jures por tu propia cabeza, pues no puedes hacer blanco o negro ni uno solo de tus cabellos. Digan sí cuando es sí, y no cuando es no; cualquier otra cosa que se le añada, viene del demonio».