Por Liza Collado
Son expresiones del liderazgo romano y funcionan muy bien para esclarecer el uso del poder desde el gobierno, en el mismo orden del título, la primera expresa la capacidad de hacer que otros hagan lo que el líder desea y la segunda; lograr que otros quieran lo que marca el líder. Cuando se ejerce el poder adecuadamente se gana auctoritas, esta es la esencia del liderazgo.
Hay que utilizar el poder de manera justa, útil y oportuna porque cuando no se cumple esta regla y solo se trabaja por intereses propios o los de un grupo, los liderados pierden la confianza en las capacidades técnicas de quien dirige. En nuestro país tenemos un ejemplo reciente con el ex presidente Danilo Medina.
Al escuchar con detenimiento un audio que circuló a través de las redes sociales, advertimos un Danilo lleno de frustración, argumentando “perdimos porque nadie quería hacer nada si no había dinero de por medio” o “el PLD no se merecía retener el poder”… y cuando señaló “familias enteras cobrando cheques” pensé que se describía, porque dibujó exactamente todo lo que él había propiciado.
A pesar de reconocer que muchos de su equipo se convirtieron en “indeseables” para la sociedad, no me extrañaría que en sus ínfulas de Rey, sea él mismo quien pida a su séquito forzar un bajadero que permita habilitarlo, pues el culto a su persona fue una característica de la pasada gestión.
Medina refirió en su arenga “la sociedad nos sacudió, nos sacó de la zona de confort” y tiene razón, los despidieron. El incremento de la deuda pública, el uso desproporcionado y abusivo de los recursos, entre otros elementos, fueron el detonante para que la ciudadanía expulsara deshonrosamente a la cúpula del Partido de la Liberación Dominicana, aspirando un cambio en el manejo de la cosa pública.
Es temprano todavía, conservan aún la embriaguez del poder, esa que obnubila. En los próximos meses es cuándo llegará la resaca.
La lección más importante que nos deja esa etapa en la vida democrática de la nación, que sin dudas marca un referente negativo en nuestra historia político electoral de las últimas décadas, es que estamos ante el despertar de una ciudadanía crítica, que no está dispuesta a ceder sus derechos. El pueblo demostró su poder haciendo que Medina perdiera no solo su imperio, también con ello la auctoritas.